Otra vez la difusión mediática generó una expectativa ultra-potenciada por el estreno de la secuela del filme “Joker” que, en su momento, logró premios de todos los colores. Sin embargo, ya se sabía que en el Festival de Venecia no le había ido muy bien y por cierto que había razones para tantos comentarios negativos. Pero vamos por partes; primero cabe explicar que el término “folie á deux”, en términos médicos, se traduce en un “trastorno psicótico compartido” lo que supondría la locura que une al personaje central con otra supuesta paciente (Harley Quinn/Lady Gaga). Aclarado el tema uno podría preguntarse la intención del director Todd Phillips (y del co-guionista Scott Silver) con respecto a transformar esta segunda parte en una suerte de musical híbrido -que integra canciones como That’s Entertainment’, ‘What the World Needs Now’ y ‘Gonna Build A Mountain’, entre otras- sin mayor trascendencia ni efectividad en su puesta en escena. (Apenas una secuencia donde entonan “To love somebody” logra despegar un poco). Pero el resultado global genera desconcierto en el espectador por diversas razones. En primer lugar porque el entramado guionístico no tiene pies ni cabeza y todo impresiona como un pretexto para intercalar a la famosa cantante de “Stupid love” en el largometraje.
Quizás esa imagen de artista “diferente” estimuló a los productores para integrar un dúo que podría interpretarse como un gran desafío artístico para con el público: La inclusión del distinto incomprendido en el mundo “normal”. Por supuesto que Joaquín Phoenix vuelve a caracterizar, con absoluta maestría, el rol por el que había conquistado el Oscar a Mejor Actor hace años pero, lamentablemente, el colosal esfuerzo del intérprete no alcanza para que el largometraje levante vuelo. Por el contrario, los 138 minutos que dura el filme no resultan nada llevaderos sino que rozan el aburrimiento y, a medida que se intercalan diálogos con cantos como “a capella” en medio de la acción, el visionado se va haciendo cada vez más tedioso y muchos, simplemente, están esperando que el espectáculo termine de una vez por todas. Obviamente esta segunda parte va a defraudar a los fans de la película original, entre otras razones porque se quiebra el “alter ego” de Arthur Fleck (Joker) más allá de algunas explicaciones, un poco absurdas, de Todd Phillips donde aseguraba que “el personaje no tenía cosas para decir sino que las cantaba” y quería que la obra “pareciera que estaba hecha por los dementes que poblaban el manicomio de Arkham”.
También había señalado que las canciones tenían “más que ver con el diálogo, con las emociones,..”. (Lo que no aclara mucho que digamos), aunque agregaba que dichas canciones servían para subrayar “la diferencia entre los personajes” ya que “uno cantaba temas de amor y el otro cantaba en relación con el poder”. Algo que, quien suscribe, no logró captar. Justicia es decirlo. La idea de despegarse de la imagen del Joker ya se sugería al comienzo con un dibujo animado al estilo Looney Tunes y por ahí, desde el principio, ya quedaba establecido el objetivo central de la historia. (Algún comentario irónico ya ha señalado que, por suerte, esto decretaba que no iba a haber una tercera parte). Una lástima. Un costo de producción de alrededor de doscientos millones de dólares tirados a la basura. En fin.