El Sitio de Memoria «Ex Cárcel de Cabildo» abrió nuevamente al público, como lo hace el primer sábado de cada mes, de 10 a 16 horas.
El espacio, que funcionó como centro de reclusión política para mujeres adultas entre 1968 y 1977, abre sus puertas cada mes para ofrecer una experiencia de reflexión sobre el pasado reciente de Uruguay. Lucy Salgado, ex presa política y una de las organizadoras del sitio, compartió en una entrevista con Diario La R los objetivos y desafíos de este proyecto, que busca mantener viva la memoria de las mujeres detenidas durante el terrorismo de Estado.
Desde su inauguración el pasado 16 de agosto, el espacio se ha convertido en un lugar de encuentro intergeneracional, en el que los jóvenes pueden conocer de primera mano una parte de la historia reciente de su país. «Nosotros dejamos planteado desde el principio que los primeros sábados de cada mes íbamos a abrir al público, de 10 a 16 horas, para que pueda ir cualquier persona que quiera», explicó Salgado. Sin embargo, aclaró que las visitas solo pueden sostenerse de forma mensual debido a las limitaciones de personal y presupuesto, ya que el sitio es gestionado únicamente por un grupo reducido de voluntarios. «Es lo que podemos sostener», señaló. El sitio ha recibido visitas de todo tipo, desde delegaciones de derechos humanos provenientes del exterior hasta grupos sindicales y delegaciones de turismo coordinadas con la Intendencia de Montevideo y el municipio B. «El sitio ha sido muy visitado desde antes de la inauguración, siempre a pedido», destacó Salgado, mencionando que estas visitas especiales se coordinan a través del correo electrónico del sitio, disponible en los materiales de difusión.
Salgado destacó la importancia de las visitas de estudiantes de secundaria y sus docentes, quienes se acercan en el marco del programa de historia reciente. «Con la inauguración aparecieron una serie de pedidos que siempre nos interesaron: los de jóvenes de secundaria», relató, aludiendo al valor de estas experiencias educativas. Las visitas incluyen una recorrida guiada que, en ocasiones, se transforma en una conversación donde los estudiantes y docentes plantean sus inquietudes y preguntas. «Es muy motivante para nosotros, porque es hablar con las generaciones de jóvenes; representa todo un desafío», comentó Salgado, añadiendo que el acompañamiento de los docentes facilita el diálogo con las nuevas generaciones. Para ayudar a los jóvenes a conectar con la realidad de la época, el sitio cuenta con una muestra fotográfica creada por la fotógrafa y también ex presa política Ana Casamayou.
Salgado mencionó que, durante las visitas, suele mostrar fotografías de Montevideo de los años 60 y 70, que muestran manifestaciones estudiantiles y enfrentamientos con la policía. «Les muestro las fotografías y les digo: ‘¿Reconocen los lugares? ¿Vieron Montevideo así en algún momento?’ Y todos dicen que no, evidentemente que no», relató. Para ella, estas imágenes sirven como un puente hacia el pasado, ilustrando el contexto de efervescencia política y social que culminó en la represión de las ideas y movimientos de aquellos años. «En ese mundo, que no sé si se lo imaginan, pero las fotos lo muestran, nació todo este movimiento de inquietudes políticas, guerrilleras de distinto tipo, que el terrorismo de Estado trató de acallar». La conexión con los jóvenes no es solo visual; Salgado comentó que también hay un diálogo emocional en el que los visitantes suelen preguntar sobre las experiencias personales de las ex presas. «Por ejemplo, los chiquilines preguntan, ‘¿Y por qué te pusieron presa? ¿Qué hiciste?’», explicó.
Salgado expresó que, en estas conversaciones, trata de acercarse a los jóvenes desde un lugar personal y anecdótico, compartiendo cómo era la vida de una joven en aquellos tiempos: «Nosotras éramos jóvenes medio rebeldes; no éramos de esas que se pasaban pidiéndole permiso a papito y a mamita para todo». Para los organizadores del sitio, este acercamiento intergeneracional es una forma de sembrar en los jóvenes una reflexión sobre la libertad y la justicia. “Hoy somos abuelas, pero en aquel momento éramos jóvenes rebeldes. En el lugar, cuando veníamos de las visitas, se ve el corredor y las caras de mucha afectividad de haber visto a la familia allá afuera”, compartió, describiendo la importancia de los lazos afectivos en un ambiente tan hostil. Añadió que, en esas circunstancias, “sí se valoraba mucho el afecto y la conexión familiar, una cosa que, a los 20 años, uno no suele tener tan presente”.