“A muchos cubanos les corre sangre china por las venas”, eso escuché una vez en el Instituto Confucio radicado en La Habana, Cuba. Al principio parecía otra metáfora que adjetivaba los lazos de amistad entre ambos países, pero la historia de trasfondo es un poco más larga.
Corría el año 1845 en Cuba, la isla más grande de las Antillas Menores; España ejercía poderío, los pensamientos independentistas empezaban a radicalizarse y tras años de explotación, los colonialistas impidieron la entrada de esclavos africanos temiendo el futuro con una población mayoritariamente negra. Esta disminución en la mano de obra esclava, afectó la economía local en grandes dimensiones, es entonces cuando la metrópoli pone la mirada en Asia.
En ese mismo año, el primer barco chino atraca en puerto cubano, “Auken” salió de Xiamen con 206 trabajadores contratados, pasados 131 días, llegó a La Habana. Cuba se convirtió en el lugar de más trabajadores chinos “empleados”, la población asiática se transformó en apoyo fundamental de los principales renglones económicos.
Durante las guerras de liberación, los chinos radicados en la isla hicieron contribuciones a la causa independentista. Ingresaron activamente en las tropas insurgentes, incluso muchos fueron promovidos por sus méritos en los combates.
En 1902, Cuba, neocolonizada por Estados Unidos, consolidó relaciones con el Imperio Chino, luego en 1911 reconoció la República proclamada por Sun Yan Sen. Sin embargo, no fue así en el 49 con la nueva China Popular.
Triunfa la Revolución Cubana en 1959 y fue el primer país occidental en establecer relaciones diplomáticas con la República Popular de China un año después. Han transcurrido más de 6 décadas y “El Gigante Asiático” es el segundo mayor socio comercial de “La Mayor de las Antillas”, esta última a su vez, constituye el segundo socio comercial en la región del Caribe.
Desde entonces se han firmado más de 200 acuerdos entre ambas partes, potenciando el intercambio científico, cultural, económico y financiero. Luego de la apertura, China ha mantenido un discurso diplomático basado en modelos de cooperación multilateral, política exterior cimentada en la paz, la seguridad y el apoyo a otras naciones. Cuba, a pesar de ser un país pequeño, ha demostrado su internacionalismo y cooperación.
Las relaciones entre ambos países superan las semejanzas en cuanto a partidos comunistas, conceptualización de la democracia, y posiciones de desarrollo global, los lazos se consolidan en el intercambio pueblo a pueblo, la ayuda y el intercambio.
Culturalmente, el Instituto Confucio en la Universidad de La Habana desde el 2009 ha motivado el aprendizaje de idioma y tradiciones chinas, muchos de sus profesores son nativos radicados en la isla. El barrio chino y Casino Chung Wah, también son históricos proyectos en el país caribeño.
En el campo de la innovación científica-técnica existe un grupo de trabajo conjunto de la biotecnología; proyectos como el Centro de Inmunología Molecular China-Cuba, diversos laboratorios conjuntos, desarrollo de fórmulas con acción contra el cáncer, estudio de la neurobiología, enfermedades neurodegenerativas, producción de mobiliario de salud, parques científicos…
Otros ejemplos que comienzan a ganar prestigio, han sido la inauguración entre ambas partes del Instituto Internacional de Investigaciones sobre Inteligencia Artificial, y hace tan solo unos días la empresa 100% cubana BioBridge Medical Technology, inaugurada en la zona de desarrollo de alta tecnología de Shijiazhuang.
En el próximo año, se cumplirán 65 años del establecimiento de las relaciones bilaterales, y ambas partes aún tienen gran potencial para profundizar las relaciones económico-comerciales; desarrollo que continuará adhiriéndole significado a la intención de “futuro compartido”.