La muestra «Paisajes» con obras de Petrona Viera (1895-1960) llegó a Canelones como parte del proyecto de muestras itinerantes elaborado por la Dirección Nacional de Cultura (DNC) con el fin de exhibir obras del acervo del Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV) en todo el interior del país.
«Cuando hace cinco años empezábamos nuestra gestión, una de las cosas que definimos con claridad es que queríamos tener una política cultural muy descentralizadora», afirmó el ministro de Educación y Cultura, Pablo Da Silveira durante la inauguración, destacando que por primera vez en la historia, el acervo del MNAV salió de Montevideo a recorrer Uruguay con tres muestras en paralelo.
«A unos cuántos años de su desaparición, Petrona ganó todas las batallas y es hoy una pintora de referencia en el plano internacional», destacó el ministro recordando la gira por el continente de «Petrona Viera: creación sin fin», la exposición que diseñó la DNC junto al MNAV para mostrar la obra de esta artista en el mundo en 2022 – 2023.
La exposición se podrá visitar hasta el 28 de noviembre, de lunes a viernes de 10 a 19 h en la Sala Lumiere de Canelones.
Historia de una pionera
Petrona Vera nació en Montevideo, el 24 de marzo de 1895. A temprana edad sufrió una enfermedad que marcó toda su vida posterior. Una meningitis la dejó sorda a la edad de dos años, debiendo recibir educación especial en su casa. A los 18 años comenzó a pintar; fue alumna de Vicente Puig y Guillermo Laborde, será este último que la introducirá en el planismo, ocupando en su vida el lugar de un maestro, amigo y consejero. Sus clases transcurrieron en el ámbito doméstico, donde se sentía segura. Hasta mediados de 1940 realizó en su mayoría óleos sobre temas de juegos infantiles, retratos de familiares, paisajes y desnudos (donde consigue sus mayores logros plásticos). Su primera muestra individual fue en 1926 en la Galería Maveroff. Participó en varias muestras colectivas en el Círculo de Bellas Artes de Montevideo.
En 1931 en el Palacio Sarandí formó parte del «Primer Salón Femenino de Pintura». Fue la primera artista plástica en recibir un reconocimiento profesional, siendo mujer en un mundo de hombres. Sus cuadros capturan la intensidad cromática de sus maestros, la estructura plana de las formas, la síntesis figurativa que por momentos llegó casi a la abstracción en algunas escenas playeras. En sus últimos años se dedicó al grabado, técnica que aprendió con el maestro Guillermo Rodríguez en la Universidad del Trabajo del Uruguay. Fallece en Montevideo a la edad de sesenta y cinco años, el 5 de octubre de 1960.