Ya comenzaron las sesiones del Comité Intergubernamental para la Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco; desde el día 8 de diciembre y hasta el próximo 13 en Nueva Delhi, India, 185 Estados partes reafirman el mandato técnico de dicha organización, el cual este año comprendió el análisis de 68 propuestas.
El evento contempla sus debates en el Fuerte Rojo, palacio del quinto emperador mogol de la India en el siglo XVII, y declarado patrimonio de la humanidad en 2007. La importancia de la convención, la inclusión y representación equitativa, así como la transparencia en el proceso de elección, fueron aspectos que destacó Khaled El-Enany, recientemente electo director general de la Unesco.
“Frente a desafíos como el cambio climático, la rápida urbanización, entre otros, resulta imprescindible adaptar el dispositivo de salvaguarda del patrimonio, fortalecer la acción de la Unesco en los entornos frágiles, ampliar la visibilidad del patrimonio inmaterial de la humanidad y consolidar el capital humano. El patrimonio inmaterial de la humanidad sigue siendo un pilar de la diversidad cultural en un mundo a veces fragmentado, pero vivo y creativo”.
Custodiados por muchos y traducidos en herencia humana, las tradiciones, los idiomas, los rituales, la música, la artesanía, los festivales y las artes escénicas son aspectos inherentes a la evolución del planeta. El canciller del país anfitrión, Subrahmanyan Jaishankar, apuntó que con la descolonización, el mundo comenzó a recuperar su diversidad natural y se inició un reequilibrio político y económico; sin embargo, destacó que este proceso seguirá incompleto hasta que se produzca también un reequilibrio cultural.
“Esto implica la salvaguarda e incluso la revitalización del patrimonio intangible a nivel nacional, al tiempo que se promueve la concienciación y el respeto a nivel internacional”.
De nuestros pueblos del Sur, quedaron inscritos oficialmente: la cofradía de Flores y Palmas (El Salvador), el circo de tradición familiar (Chile), el compás (Haití), y la práctica del Son (Cuba). A estos se le suman: el Hadrami Dan: encuentro comunitario y expresión artística tradicional (Yemen), Guruna: práctica de retiro pastoral, sociocultural y artístico entorno al ganado entre los massa (Chad-Camerún), el vino Commandaria (Chipre), el Teatro Amateur (Chequia), el koshary, plato de la vida cotidiana (Egipto), el Gifaataa, festival de Año Nuevo de los wolaita (Etiopía), Mvet Oyeng, arte musical, prácticas y técinas asociadas a la comunidad ekang (Gabón, Camerún y Congo), Deevapali (India), La cultura Georgina del Trigo (Georgia), la música y la danza highlife (Ghana), La cultura de la Piscina (Islandia), Al-Muhaibis: prácticas sociales y tradicionales (Iraq), el Árbol Minhrass (conocimientos y habilidades (Jordania) y La diwaniyi (Kuwait).

Candidatura Cubana
El son cubano es un pilar histórico de la música tradicional bailable del país, según el documento que lo acredita como Patrimonio Inmaterial de la UNESCO, resalta una historia con más de un siglo de mestizaje artístico. Este género musical fusiona ritmos africanos y españoles. Surgió a finales del siglo XIX en la región oriental de la isla y se convirtió en la raíz sonora de la cultura popular, declarado Patrimonio Cultural de la Nación en 2012 y Día Nacional el 8 de mayo.
El sonido se arma con guitarra, tres, maracas, bongó y clave; esta última marca el pulso binario esencial que invita al cuerpo a moverse. Los versos décimas, improvisados o cantados, cuentan historias de amor, lucha y cotidianidad, suenan a campiña, a populacho, a orígenes arraigados en las venas… Los estribillos de Compay Segundo, el Trío Matamoros, Nené Manfugás o Abelardo Barroso influyeron luego en otros reconocidos géneros como el danzón, el mambo y la salsa.

