Pasaron más de tres meses desde que el presidente ruso, Vladímir Putin iniciara su «operación militar especial» en Ucrania, algo que esperaba que fuera una «guerra relámpago» y que, sin embargo, parece estar lejos de acabar.«100 días de más», como ha dicho el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus.
Durante este tiempo fallecieron más de 4.000 civiles, 262 de ellos niños, y casi 5.000 personas resultaron heridas. Aunque la ONU estima que probablemente sean mucho más altas, teniendo en cuenta la devastación que dejan las tropas rusas a sus espaldas al salir de las ciudades. Fosas comunes, cuerpos ejecutados a sangre fría, edificios devastados y, sobre todo, mucho sufrimiento.
6,8 millones de refugiados huyeron del país, la mitad de ellos niños, y otros tantos, a pesar de haber permanecido en Ucrania, tuvieron que desplazarse para salvar la vida, refugiándose en estaciones de metro, en industrias, en escuelas o en cualquier lugar que pueda protegerlos de los bombardeos.
Hay un vacío importante de información sobre las bajas militares y las estimaciones disponibles difieren. El Ejército ucraniano asegura que Rusia perdió alrededor de 30.850 efectivos. La BBC confirmó información sobre 3.052 soldados y oficiales muertos hasta ahora.
Al menos ocho periodistas perdieron la vida mientras cubrían la guerra, según el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ). La Fiscalía ucraniana dice que, desde el comienzo de la invasión, se denunciaron más de 15.000 presuntos crímenes de guerra. Se identificaron unos 600 sospechosos y se iniciaron 80 procesos judiciales.
Las bombas destrozaron bloques de viviendas, escuelas, hospitales y otras infraestructuras
La OMS confirmó 269 ataques a instalaciones, transporte y personal sanitario que causaron 76 muertos y 59 heridos. Al menos 1.888 centros educativos fueron alcanzados por los bombardeos y 180 fueron completamente destruidos, según el Ministerio de Educación y Ciencia de Ucrania. Al 30 de mayo, la Unesco ha verificado daños en 62 lugares religiosos, 12 museos, 26 edificios históricos, 17 edificios dedicados a actividades culturales, 15 monumentos y siete bibliotecas desde el 24 de febrero.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) calcula que al menos el 20% de las cosechas de invierno de Ucrania –sobre todo el trigo– podrían no ser recolectadas o plantadas, lo que reducirá aún más el suministro mundial de alimentos, con graves consecuencias para Europa y otras partes del mundo. La guerra provocó una conmoción en los mercados de cereales básicos y aceites vegetales y los precios se dispararon, alcanzando un máximo histórico en marzo. El Programa Mundial de Alimentos estima que 276 millones de personas en todo el mundo ya se enfrentaban al hambre aguda a principios de 2022 y se espera que esta cifra aumente en 47 millones si el conflicto continúa, con los incrementos más pronunciados en África subsahariana. La organización ha exigido la apertura de los puertos ucranianos bloqueados para que los alimentos puedan entrar y salir.
La invasión rusa provocó además una crisis humanitaria sin precedentes en todo el país. La ONU calcula que 15,7 millones de personas necesitan ayuda humanitaria. Las condiciones están empeorando tanto en el este como en el sur de Ucrania, con continuas interrupciones a gran escala del suministro de electricidad, agua y gas.