La capa de hielo desaparece en la Antártida y se registran mínimos históricos

Había mostrado una modesta tendencia al alza desde finales de los años 70.

Si la extensión del hielo marino en el océano Ártico está experimentando un rápido declive como resultado del calentamiento global, en el polo opuesto la dinámica de la banquisa ha sido la contraria. En el océano Antártico el hielo ha mostrado una modesta tendencia al alza -aumentando alrededor de un 1% por década- desde finales de los años 70 (aunque con importantes variaciones anuales). Sin embargo, en febrero de este año la extensión de hielo marino en el hemisferio sur ha registrado un mínimo histórico.

A pocos días del final del verano austral, la banquisa alrededor de la Antártida se situaba por debajo de los dos millones de kilómetros cuadrados. Es la primera vez desde 1978, año en el que comenzaron las observaciones polares por satélite, que se pasa por debajo de ese umbral.

Los científicos explican que las causas de la variabilidad del hielo marino antártico son complejas. En los últimos años se han propuesto diversos mecanismos pero aún no hay consenso científico, quedan muchas incógnitas por despejar. Por eso, la aparición de un nuevo mínimo (después de una primera caída en 2017) ha llevado a un grupo de investigadores de la Universidad Sun Yat-sen y del Laboratorio de Ciencias Marinas e Ingeniería del Sur de Guangdong, en China, a estudiar los mecanismos detrás de este proceso. La revista Advances in Atmospheric Sciences publica sus resultados.

Los datos muestran una cobertura de hielo significativamente inferior a la normal en los mares de Bellingshausen y Amundsen, el de Weddell y en el sector occidental del océano Índico. En toda la región, la extensión de la banquisa era un 30% inferior a la media registrada entre 1981-2010. El equipo realizó sus análisis a partir de datos sobre la concentración diaria de la banquisa (porcentaje de un área determinada cubierta por hielo marino) desde 1979 a 2022, además de la deriva diaria y semanal. Las observaciones también tienen en cuenta la dinámica (incluidas las contribuciones de advección y divergencia) y la termodinámica (procesos relativos a la congelación y al deshielo). Los investigadores descubrieron que, en verano, la termodinámica domina los procesos que provocan el deshielo. Esto ocurre a través de anomalías en el transporte de calor hacia el polo en los mares de Bellingshausen y Amundsen, en el océano Pacífico occidental, y en el mar de Weddell. También se produce un aumento en la radiación infrarroja y en la luz visible como resultado de una retroalimentación positiva del albedo (esto es, el porcentaje de radiación que cualquier superficie refleja respecto a la que incide sobre ella) y un aumento de la temperatura. Cuanto más blanca es la banquisa, mayor es la reflexión.

«El hielo marino es más blanco que el agua del océano, por lo que hay menos reflexión del calor y más absorción de la temperatura en el agua», explica el climatólogo Qinghua Yang, coautor del estudio. «Eso a su vez derrite más hielo marino, produciendo más absorción de calor, en un círculo vicioso». En primavera, la dinámica contribuye también a este proceso. A la pérdida de hielo en el Mar de Amundsen se suma además un movimiento de hielo hacia el norte, que empuja la banquisa hacia los trópicos, aumentando así el deshielo. Por otro lado, la disminución del francobordo (el grosor del hielo que sobresale por encima de la línea de flotación) a lo largo de la costa desempeña un papel fundamental, tanto en primavera como en verano.

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