En Uruguay no hay muchas expresiones de fiestas o tradiciones que usen máscaras, pero aun así aquí está la mayor Colección de piezas etnográficas de América Latina. Claudio Rama, un economista, especialista latinoamericano en educación y que es también Director Académico de la Universidad de la Empresa (UDE), se ha dedicado a coleccionar este tipo de expresión cultural y actualmente tiene más de 900 piezas. En el último año medio, todos los días ha salido en La R una foto y una mínima ficha de información de las distintas mascaras (ya ha salido 439 ediciones) que han permitido dimensionar el valor patrimonial y cultural de esta colección. Para profundizar en esta colección y entender sus características, hemos entrevistado a su propietario en su oficina en la cual se mantiene y preserva la colección en un espacio dedicado a ello con equipos de control de humedad y temperatura.
-¿Que implica tener una Colección de Mascaras Etnográficas de América Latina en Uruguay?
– Las máscaras son un patrimonio de la identidad de sus creadores y muchas de ellas incluso han sido declaradas patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, los gobiernos de los países o las autoridades regionales. Ellas nos permiten una mirada y comprensión a las diversas identidades y a las historias. Ellas son una ventana a historias que perduran en las culturas nacionales. Para mí es la construcción de un museo realmente que más allá del placer de ello, en tanto cada una de las piezas es un recuerdo de mis actividades en la región, es una puerta para poder sentir y comprender la diversidad cultural de América Latina. Como una vez me dijo Willy Rey, mientras otros exportan sacan patrimonios culturales, yo he ido trayendo piezas y construyendo un patrimonio cultural de América Latina único.
-900 piezas parece bastante. ¿Como y desde cuándo se ha ido construyendo esta Colección?
– Construir siempre es un proceso con muchas idas y venidas y a distintas intensidades y posibilidades. En los inicios en los años 90 cando me dedicaba a las gestión y a las industrias culturales, fue una actividad marginal y sin rumbo que realizaba muy esporádicamente por el gusto de algunas piezas. En los años 2000 asumí un cargo en la UNESCO y comencé a viajar más intensamente y con más profundidad al continente y, aun cuando sin mucha conciencia pero más orientado, comencé a incrementar la colección. Ser parte de la UNESCO me ayudó a definir mis intereses como coleccionista y los objetivos. Deje de coleccionar piezas de origen africano o de otras regiones y me concentre en piezas etnográficas y bailadas. Incluso tire o regale mascaras no etnográficas o copias decorativas. En los años sucesivos la colección fue creciendo y cuando regrese a Uruguay en el 2010, la Colección ya tenía una dimensión y representatividad regional que ha continuado consolidándose en la calidad, diversidad y cantidad de las piezas. Actualmente no tiene solo mascaras sino también algunos vestidos e instrumentos complementarios como bastones, sombreros u otros, así como muñecos que permiten ver más en detalle la manifestación cultural así como una pequeña sección de libros para su análisis
– ¿Cómo se consiguen las piezas? No parece que se puedan comprar en un shopping.
– Desde hace más de 20 años por motivos de trabajo realizo casi ininterrumpidamente entre 20 y 25 viajes por año. Sin ello hubiera sido imposible. Ello me ha permitido además realizar “pescas mascareras” como las denomino yendo a pueblos y parajes donde existen esas fiestas o ceremonias. Muy rápidamente me recuerdo desde Alangasi, Tirana, San José de Chiquitos, Girardota, Tlaxcala, Huejotzingo y muchísimos otros de la región. Han sido experiencias memorables. Allí he tocado puertas y he podido llegar a bailantes y mascareros con piezas muy originales y antiguas. Más allá de algunas piezas de casas de antigüedades también me he beneficiado enormemente de amigos y colegas académicos que me han ayudado enormemente a construir la Colección, que es tanto mía como de ellos y a quienes agradezco enormemente. La construcción de la Colección ha sido un trabajo de décadas con muchos momentos felices de conocer las fiestas y las tradiciones identitarias de la región y de encontrar esas piezas representativas. Ha sido además una paciente investigación sobre este patrimonio intangible de América Latina, y cada día conozco una nueva manifestación que desconocía y que me incita a nuevos viajes en este que defino como un continente mascarero.
-¿Porque has sostenido esta definición de la región?
– La región tiene influencias muy fuertes en su construcción histórica como las culturas precoloniales, las culturas evangelizadoras y coloniales, así como las culturas africanas, que han impulsado una compleja identidad de lucha y de hibridación con cientos de expresiones culturales con máscaras. La lista es muy amplia con sus decenas de variaciones. Desde Carnavales urbanos, marinos o cimarrones, Diabladas y Corpus Christi o Evangelizaciones transculturales o inculturales al decir de los jesuitas en su labor en las misiones de la región y fiestas populares y religiosas. También mitos pre coloniales y postcoloniales, de resistencia de Negros o de migrantes del caribe, se mezclan con jaguares ancestrales o toros llegados con la conquista. Máscaras funerarias o animistas, fiestas de cosechas o de narraciones históricas, ceremonias de guerra o de la pubertad. Son miles de expresiones mascareras y no hay año que no descubro nuevas manifestaciones consolidadas y con décadas de existencia. Es una tarea inacabable tratar de tener todas las expresiones diferentes.
– Se han hecho varias exposiciones en el Museo de Arte Precolonial e Indígena (MAPI)
– Efectivamente desde el año 2016 con la inestimable colaboración del MAPI hemos iniciado un camino de realización de exposiciones de piezas de países y regiones y en colaboración de las Embajadas. El MAPI es un potente, inteligente y eficaz instrumento de protección y difusión del patrimonio de las identidades populares e históricas de la región y estoy muy contento de haber trabajado conjuntamente en la realización de 11 sucesivas Exposiciones de Ecuador, Perú, Bolivia, Mujeres, Gran Chaco, Colombia, Amazonia, Dominicana, Panamá, El Salvador y ahora Argentina. Miles de uruguayos y turistas han podido ver piezas que desconocen y que no encuentran fácilmente en sus propios países. Es un proceso que sigue y tenemos en curso próximamente la apertura de una Sala Permanente, una exposición de Máscaras de Honduras, un libro que reúne las piezas y textos de todas las exposiciones realizadas y una exposición de El Salvador en Durazno