Tal y como denunciara este pasado sábado el titular de la cartera, Sergei Lavrov, el Ministerio ruso ha condenado las críticas vertidas por los líderes del grupo tanto a la invasión rusa de Ucrania como a la política expansionista de China.
«El resultado del evento del G7 son decisiones politizadas destinadas a trazar líneas divisorias en las relaciones internacionales», según ha hecho saber el Ministerio de Exteriores en un comunicado. Moscú acusa a la organización – el antiguo G8 hasta que Rusia fue expulsada por anexión de Crimea en 2014 – de haberse convertido en una «incubadora» donde, «bajo el liderazgo de los anglosajones, maduran iniciativas destructivas que socavan la estabilidad global».
«El pánico que está generando un mundo multipolar, alejado de la hegemonía estadounidense-céntrica que se ha apropiado de este mundo, ha obligado a los miembros de esta organización a volcar sus esfuerzos para avivar la histeria rusófoba y sinófoba», concluye.