El bonapartismo que caracteriza los movimientos nacionalistas populares, estuvo también signada por una fuerte reivindicación de los intereses nacionales, a partir de mantener el no alineamiento con las grandes potencias en un mundo marcadamente bipolar. Muchos de estos procesos surgieron dentro o a partir de estrechos vínculos con las fuerzas armadas, con una perspectiva marcadamente nacionalista.
Propugnaron por el desarrollo y consolidación del mercado interno de sus países, promovieron la sustitución de importaciones y la industria nacional y en materia agraria, muchos se caracterizan por haber impulsado la reforma agraria y la defensa de los pueblos originarios. Dentro de las características más sobresalientes destaca el hecho que alentaron la organización de los trabajadores tanto urbanos como rurales. En el caso de las organizaciones de trabajadores urbanas, promovieron tanto el sindicalismo por rama de actividad económica, como la conformación de centrales obreras de alcance nacional.
En todos los casos, estos procesos nacionalistas de base popular, desarrollaron fuertes resistencias por parte de las clases históricamente dominantes, que vieron a esos movimientos como un serio riesgo para la preservación de sus privilegios. Estas resistencias dieron origen a reacciones políticamente adversas y en muchos casos conspirativas, que terminaron provocando el desplazamiento de los gobiernos nacionalistas populares.
La brevísima síntesis que se realiza a continuación, intenta servir de marco básico para abordar, en la próxima entrega el impacto que tuvo en nuestros países la revolución cubana y su influencia en el acontecer político e institucional y en paralelo, la respuesta orquestada desde el Departamento de Estado de los Estados Unidos, a partir del aliento e imposición de la doctrina de la seguridad nacional, como hito fundamental de la década de los setentas, hasta mediados de los ochentas.
El cardenismo mexicano
El nacionalismo popular mexicano fue impulsado por Lázaro Cárdenas con medidas tales como la reforma agraria y la creación del sistema ejidal como forma de organización social y productiva en el sector agropecuario. Uno de los hitos más sobresalientes de su gobierno fue la nacionalización de la industria petrolera. En lo político, Lázaro Cárdenas fue el fundador del Partido Nacional Revolucionario, el cual desarrolló profundos lazos con el movimiento obrero y con las organizaciones sindicales y evolucionó hasta convertirse en el Partido Revolucionario Institucional. El cardenismo promovió un estado fuerte, con elevada capacidad de intervención y con apoyo militar explícito.
Su gobierno tuvo lugar entre 1934 y 1940 y se caracterizó por una muy fluida relación con el ejército mexicano. Fue el gran impulsor del desarrollo de la Central de Trabajadores de México, promoviendo una dinámica interacción entre el aparato estatal y la organización sindical. Contribuyó activamente a la unificación del movimiento obrero, favoreciendo la creación de grupos sindicales centralizados. Esta política adquirió especial importancia en los sectores del petróleo y en el ferroviario. A nivel rural, logró darle un importante impulso a la organización del movimiento campesino y contribuyó a establecer lazos fluídos con las organizaciones indígenas.
Durante su gobierno se reivindicaron los derechos de los comuneros ejidatarios y de los pueblos originarios, repartiendo más de 20 millones de hectáreas para favorecer a más de un millón de campesinos. Su principal objetivo era avanzar en la erradicación de la pobreza y promover el bienestar de la población rural. Pero además del reparto de tierras, Cárdenas promovió la capacitación, la investigación agrícola y políticas de crédito para la compra de maquinaria y equipamiento agrícola. En esa línea creó el Banco Nacional del Crédito Ejidal y el Departamento Autónomo de Asuntos Indígenas. También apoyó el desarrollo de la educación y de la investigación, siendo fundador del Instituto Politécnico Nacional, de la Escuela Nacional de Educación Física y el Consejo Técnico de Educación Agrícola. Introdujo la educación gratuita, laica y obligatoria hasta los quince años de edad.
En la memoria colectiva mexicana, el cardenismo es recordado como una etapa en la que se dieron grandes avances en materia de conquista de derechos y de una mayor justicia social.
El Varguismo en Brasil
Tuvo como antecedente al llamado tenentismo, movimiento reformista liderado por tenientes del ejército que promovían reformas a favor de los sectores más postergados. Cuando Vargas accedió por primera vez al gobierno, enarboló las banderas impulsadas por el tenentismo pero le confirió a las reformas una organicidad hasta entonces inexistente. Derecho a huelga, sindicalización, estableció los derechos de las mujeres y llevó a cabo un conjunto de reformas claramente favorables al campesinado y al movimiento obrero. Ello permitió el desarrollo de un enorme apoyo popular, que fue clave para comprender los tres mandatos que protagonizó Getulio Vargas. Gobernó con la fuerte oposición y resistencia de los sectores conservadores que sentían vulnerados sus privilegios. Vargas se diferenció del comunismo soviético e impulsó un modelo de capitalismo con compromiso social. La trágica decisión de suicidarse no puso un fin inmediato a su época, pues sus sucesores continuaron con su legado hasta el golpe de estado de 1964.
Resulta interesante tomar nota que en la década de los cincuentas el varguismo profundizó su perspectiva nacionalista, coincidiendo con el cardenismo mexicano y el peronismo argentino. Ello se reflejó en el control estatal del petróleo, sancionado en 1953 a través del control de Petrobras, la cual pudo así disponer del monopolio de la exploración, la extracción y el refinamiento del petróleo. Todo ello fue acompañado de una profundización de las relaciones con los sindicatos que se reflejó en fuertes aumentos de los salarios y un compromiso mayor con el pueblo trabajador. Este proceso condujo a una mayor polarización con los sectores oligárquico tradicionales que abiertamente resistían el desarrollo del nacionalismo popular de Vargas. La resistencia de los sectores opositores se sintió a extremos tales, que los preparativos de un golpe de estado eran evidentes, e inclusive se ensayó un impeachment que no prosperó. En tal estado de cosas, Vargas fue perdiendo el soporte de las Fuerzas Armadas y le llegaron a exigir abiertamente la renuncia. Sorpresa absoluta fue el desenlace de esta situación de tirantez extrema cuando Vargas se suicidó en el Palacio de Catete, provocando levantamientos populares y una situación de desconcierto en el marco de la cual el golpe anunciado por los militares se frustró. Y en las elecciones que sucedieron a este trágico hecho obtuvo la victoria Jucelino Kubitschek y posteriormente Joao Goulart, ambos continuadores de la política social de Vargas. Finalmente en 1964, Goulart fue depuesto por el golpe de estado militar, que inauguraba la doctrina de seguridad del estado en los países de América Latina. La revolución cubana cumplía para entonces casi cinco años de llevada a cabo y movimientos guerrilleros marcaban su presencia en muchos países de la región.