Este martes la Cámara de Representantes del Parlamento Uruguayo realizó un acto de conmemoración del 107° aniversario del genocidio contra el pueblo armenio a manos del régimen turco.
El evento contó con la presencia de autoridades nacionales, como el presidente de la República, Luis Lacalle Pou, y durante el mismo intervinieron diferentes actores políticos, como el presidente de dicha cámara, el diputado por el Partido Colorado Ope Pasquet, y la vicepresidenta de la República y presidenta del Senado, Beatriz Argimón.
«Se cumplen 107 años desde que le 24 de abril de 1915 comenzó la primera operación de exterminio de un pueblo, de las varias operaciones macabras de ese tipo que habrían de producirse en nuestro sangriento siglo XX», dijo Pasquet en su discurso.
«Entre 1.5 millones y 2 millones de armenios fueron exterminados», añadió Pasquet, quien recordó la diáspora de originarios de ese país, en especial la que llegó a Uruguay.
En línea con lo anterior, el diputado condenó «el silencio» de la comunidad internacional ante esta situación. Asimismo, resaltó el reconocimiento uruguayo de estos hechos a través de una ley, que puso fin a ese silencio.
«Porque nuestro compromiso está firme rechazamos junto a nuestro gobierno la actitud del canciller turco, que estando de visita en nuestro país hizo un gesto de provocación a los descendientes de aquellos armenios asesinados hace más de 100 años», condenó.
«Consideramos ese gesto no solo como un agravio a la comunidad armenia, sino también como una falta de respeto al pueblo de Uruguay.
Por eso, entendemos que hizo muy bien el canciller Bustillo al expresar el disgusto de Uruguay al embajador de Turquía ante el desmán de su canciller».
Larga historia de apoyo
Por su parte, la vicepresidenta Argimón se mantuvo lejos del polémico episodio que el Ejecutivo condenó sistemáticamente. La jerarca dio un discurso donde resaltó los lazos entre uruguayos y armenios y recordó «la larga historia de apoyo» a Armenia por parte del país.
«Desde 1920 (Uruguay) fue uno de los ocho países que apoyó la candidatura de la entonces nacientes República de Armenia para integrar la sociedad de naciones, antecesora de las Naciones Unidas», destacó.
En línea con lo anterior destacó la relación bilateral “cuyo propósito es contribuir al entendimiento político y a un estrechamiento de cooperación en campos social, económico, comercial, cultural y político”, indicó.
La vicepresidenta aseguró que el país mantendrá su respaldo a la causa armenia para recordar esta fecha. Esto con la finalidad se que no se sigan cometiendo estas «atrocidades».
“Por tanto, lo nuestro no es solo recordar, es seguir hoy en esta casa renovando nuestro compromiso con la causa”, sentenció.
La historia
El genocidio contra el pueblo armenio fue la deportación forzosa y el intento de exterminar la cultura armenia. Se calcula que entre un millón y medio y dos millones de civiles armenios fueron perseguidos y asesinados por el gobierno de los Jóvenes Turcos en el Imperio otomano, entre 1915 y 1923.
Se caracterizó por su brutalidad en las masacres y la utilización de marchas forzadas con deportaciones en condiciones extremas, que llevaba a la muerte a muchos de los deportados.
Durante este periodo, otros grupos étnicos cristianos también fueron masacrados por el Imperio otomano, entre ellos los asirios y los griegos pónticos. Algunos historiadores consideran que estos actos forman parte de la misma política genocida. Como resultado directo del genocidio, alrededor del mundo se formaron comunidades de la diáspora armenia.
El comienzo del genocidio se conmemora el 24 de abril de 1915, cuando las autoridades otomanas detuvieron a 235 miembros de la comunidad de armenios en Estambul. En los días siguientes, la cifra de detenidos ascendió a 600. Una orden del gobierno central estipuló la deportación de toda la población armenia, que no contaba con los medios para subsistir. La marcha forzada de los armenios por cientos de kilómetros, que atravesó zonas desérticas, provocó que la mayor parte de los deportados pereciera víctima del hambre, la sed y las privaciones. Los supervivientes eran robados y violados por los gendarmes que debían protegerlos, con frecuencia acompañados por bandas de asesinos y bandoleros.
Aunque el gobierno de la República de Turquía, sucesora del Imperio otomano, no niega que las masacres de civiles armenios ocurrieron, no admite que se trató de un genocidio y sostiene que las muertes no fueron el resultado de un plan de exterminio masivo, sistemático y premeditado dispuesto por el Estado otomano, sino que se debieron a las luchas interétnicas, las enfermedades y el hambre durante el confuso período de la Primera Guerra Mundial. A pesar de esta tesis, casi todos los estudiosos —incluso algunos turcos— opinan que los hechos encajan en la definición actual de genocidio.
Por lo general, se lo considera el primer genocidio moderno.De hecho, es el segundo caso de genocidio más estudiado, después del Holocausto. Además de Uruguay unos treinta países han reconocido el genocidio, entre otros Alemania, Rusia y los Estados Unidos.