La fotógrafa y viajera austriaca Christine de Grancy falleció a los 82 en Viena, tras dejar un importante legado artístico en el que la fotografía ocupa el lugar más preciado, estando catalogada a nivel mundial entre los cien mejores fotógrafos del mundo.
Para ella, la foto fue un puente de comunicación, comprensión y respeto con los demás y con las diferencias culturales del otro. «Con mis fotos, cuento historias de vida» había declarado.
Era nieta de uno de los oficiales, Siegfrid Wagner (1881-1944), que estaban implicados en el atentado a Adolf Hitler (1889-1945) de julio de 1944.
Comenzó a hacer fotos en 1965. Expuso en numerosas galerías y museos, especialmente en la galería PPS de Hamburgo, Nueva York, Tokio, Museo de Arte Moderno de Passau (Alemania), Bienal de la Fotografía de Turín y Museo de Arte Moderno de Viena.
En 1993, la revista francesa PHoto la incluyó entre los cien mejores fotógrafos del mundo, habiendo recibido numerosos premios en Austria y otros países.
Publicó en 1994, ‘Las esculturas en los tejados de Viena’ además de un libro sobre las mujeres tuareg en 2000 acompañado de una exposición en el Castillo Goldegg de Salzburgo.
Christine de Grancy tuvo una especial relación con el pueblo saharaui y su causa. Visitó los campamentos de refugiados saharauis en 1983 y 1987, lo que dio como resultado su libro, ‘Los saharauis-Hijos e hijas de las nubes. La suave revolución del Polisario’ (1987, 127 páginas), considerada una de sus obras más famosas.
Además hizo exposiciones sobre el Sahara, en 1990 en Salzburgo donde intervino la entonces eurodiputada socialista alemana, Barbara Simons, en 1993 en Perpiñán y en 2008 en el castillo de Hainfeld, en Estiria, Austria, donde acudió la entonces representante del Frente Polisario en Alemania y Austria, Nadjat Hamdi, con la cantante Mariem Hassan (1958-2015).