El viernes pasado fui invitado a un espacio muy interesante de la Red de Municipios y Comunidades Saludables, se desarrollaba una instancia de formación de promotores que tenía por tema de conversación la situación de nuestras infancias y adolescencias.
Es un espacio donde participan actores que tienen actividades a nivel local en diferentes territorios de nuestro país, diferentes actoras y actores que andan anudadno cosas que mejoren la vida concreta.
Son ciudadanía activa que forma parte de redes educativas, sanitarias, deportivas, entre otras y que construyen valores y sentidos sobre la realidad en la que trabajan.
Es en estos espacios donde se visualizan las consecuencias que sufren los gurises a partir de la pandemia y las diferentes políticas públicas que llevan adelante los diferentes niveles de gobierno. Pero esos espacios donde se pone en común lo que sienten diferentes actores de las comunidades pocas veces emergen en la agenda de la conversación pública, no aparecen en los titulares a pesar que allí es donde emerge mucho de lo que está sucediendo en nuestras comunidades.
Allí los temas tienen nombre y apellido, tienen olor y dan cuenta del derrotero de las vidas concretas de nuestros gurises, es un espacio interesante para construir una idea sobre como estamos.
Una de las cosas que más me llamó la atención fue una especie de angustia o impotencia frente a los temas de la comida de los gurises, no porque nunca me haya tocado enfrentar esa situación tan dolorosa y lacerante de familias que estiran el guiso en el mejor de los casos y como ello moviliza que quienes trabajamos allí, sino porque era una especie de reclamo por las formas en como todo esto se procesaba en la conversación pública, por parte de diferentes actores. Claramente es una situación que se vive en los barrios pero este plus respecto a “Estamos solas” me explotó en la cara.
Sería muy injusto con la actividad si solo me quedara en eso, se escuchó y se dijo mucho más.
Miradas a las infancias
Uno de los primeros emergentes es que hay una situación que está dañando a los gurises, una pandemia más una situación económica que no los beneficia, sea por las razones que sean. A esto se suma un deterioro de la presencia del estado en territorio, no cualquier estado, sino aquel que tiene que ver con la matriz de protección social que nuestro país ha construido durante décadas. “No existe más tal espacio en el que hacíamos…” esto da cuenta, más allá de las consideraciones particulares sobre las políticas, que está faltando aquello que existía y era valorado por las comunidades.
Lo que viene sucediendo con el Sistema Nacional de Cuidados también fue parte del intercambio, se enuncia la falta de apoyos concreta y se percibe claramente un freno en estas políticas que termina afectando la vida de las mujeres, niñas y niños en la cotidiana, dificultando acceso a bienes y derechos así como deteriorando la calidad de vida.
También fueron parte de la conversación los temas de nutrición, a la ya conocida situación por la cual están pasando un conjunto importante de compatriotas y la inseguridad que se vive, se sumó una experiencia bien interesante.
En Ciudad de la Costa y en el marco de las actividades de extensión de la Universidad de la República, junto a docentes, estudiantes y familias se desarrolla una tarea de promoción de la alimentación saludable en un territorio definido. Trabajando junto a todos los actores en las formas para mejorar la alimentación, aspecto clave para el desarrollo de nuestras infancias y espacio donde construimos cotidianamente nuestra cultura.
La situación de la educación y las propuestas que existen en los barrios también fueron abordadas, la necesidad de mayor tiempo pedagógico, los efectos de la pandemia y las insuficientes medidas para revertir a quienes les fue peor, entre otros temas entraron en la agenda.
El presupuesto y las políticas públicas cuando se le pone cara significan cosas muy diferentes a la forma en que lo escuchamos cuando entra en los titulares. Son otra cosa.
Dibujando soluciones posibles
Una de las constantes tiene que ver con el repliegue del estado o el debilitamiento de la matriz de protección social con un clima en las instituciones que complejiza aún más la situación.
Varias y varios de los participantes apelaron a la memoria y las actividades, redes e iniciativas que ya existieron hace unos años cuando se desfonda el Uruguay. Anudar soluciones y construir una agenda común con todos que se puedan sumar me parece un buen resumen que permite mirar al futuro con esperanza a pesar de un hoy tan complejo.
Uno de los más veteranos cerró diciendo ya lo vivimos, los que estamos en el barrio seamos quienes seamos, tenemos que juntarnos para que no se caiga nadie.
Anudar la agenda y las acciones es posible, de ahí se construye el futuro aunque sea sin mucha ayuda.