Por estas fechas, hace 35 años se discutía profunda y acaloradamente, lo que en mayo de 1989 se llamó “Documento 6” del Frente Amplio, o Bases Programáticas para la gestión de Montevideo.
A pesar de no haberlo vivido directamente, hemos podido desde hace años, porque es un tema que nos apasiona, conversar con mucho/as de lo/as protagonistas de ese proceso.
De mi parte, creo que es uno de los mejores documentos que ha escrito el FA, y que logra condensar ideas y tiempo. Que logra sintetizar un conjunto de ideas y propuestas asociadas a una acumulación a nivel social y popular. Claramente, los años 80 fueron una fuente de movimientos sociales, barriales, culturales, comunicacionales, lo que otorgaba la posibilidad de pensar en función de esa realidad y construir horizontes que la contemplaran.
Si bien en otras oportunidades he escrito acerca de este documento, entiendo necesario volver a colocarlo y que pueda ser herramienta que atraviese otras discusiones a partir de lo que nos aporta.
Debería ser empuje para poder discutir a lo largo y ancho del país sobre la base de lo que implica construir programa, procesos, tareas de gobierno y gestión.
Así abre el documento: “El objetivo central de la gestión departamental del Frente Amplio es el de promover una profunda democratización de la vida social, política y económica del Departamento de Montevideo”.
Claramente uno de los aportes fundamentales del Documento, que si bien se inspira en el gobierno de Montevideo, tiene una influencia manifiesta en una propuesta de acción general, Es la integración de las fuerzas sociales en el proceso de gobierno, sin duda es una marca fuerte de las experiencias de gobierno del FA. Al respecto dice:“La esencia nacional, popular y democrática del Proyecto Político del Frente Amplio, legitimada con el respaldo popular, adquiere el valor de un norte inmodificable que será enriquecido por la experiencia colectiva”.
Como vemos, una propuesta descentralizadora que involucra lo político, lo administrativo y lo social, como espacio que se consolidan en la medida que se tejen y respetan sus autonomías.
La participación ciudadana como elemento central para el diseño y la ejecución de las políticas, ha sido una marca instalada en los gobiernos del FA. Claramente, precisamos actualizar la visión en cuanto a un escenario emergente de organizaciones sociales que se daba mientras se discutía este documento en comparación al contexto actual, donde si bien hay emergentes de organizaciones sociales, barriales, culturales, su disposición, formato organizativo e identidad se configuran de manera muy distinta a ese entonces, y debemos comprenderlo para reimpulsar los procesos de participación ciudadana.
La descentralización comprendida como la necesaria tarea de transferir poder desde la centralidad hacia lo local, que implicó en ese entonces un concepto político de fortalecer la sociedad civil, los movimientos sociales y las organizaciones, fue una clara respuesta a una propuesta descentralizadora que llegaba por esos momentos a America Latina, que tenían sus centros de propaganda en los organismos financieros internacionales y que mimetizaban la descentralización con la privatización de tareas del Estado, sea en empresas públicas, en sistemas universales (salud, educación, jubilaciones) como en la gestión de lo local, donde la “localidad” quedaba encargada de su territorio, retirándose el Estado y quedando al juego del libre mercado la posibilidad de los servicios de la gente.
El Documento 6, desde mi parecer, viene a dar una respuesta clara y contundente a este concepto, y logra ser una de las pocas voces desde la izquierda en América Latina que plantea y retoma una descentralización democrática, participativa y protagónica.
La tarea fundamental hoy es poder analizar, a la luz de los nuevos contextos, de qué manera validamos esta concepción desde las realidades de nuestras organizaciones sociales de base, barriales, deportivas, culturales etc.
, en el sentido que puedan integrarse a los procesos descentralizadores que se impulsan, respetando sus formas, identidades y autonomías.
Para avanzar en el proyecto del Frente precisamos avanzar en descentralización, activar los procesos pedagógicos que permitan desarrollar experiencias de democratización, organización y participación en los barrios.
Poder dar el salto, sacar la pata del lazo de la construcción de “lo local” como concepto insípido y sin identidad, a plantear “lo comunitario” como una construcción permanente donde la identidad se juega no solo en la geografía sino en la lo común, y en la posibilidad de convivir en comunidad. Por ahí sin duda transita mucho aquella idea de “la pública felicidad” de José Artigas. Ser capaces de pensar qué cosas precisamos para ser felices y sin miedo, hacerlo.