La enredadera enamorada
Muy pequeña, pero creciendo con rapidez la enredadera observaba todos los días el salir del sol. Cuando amanecía, los rayos del enorme astro reflejaban hacia la vieja casona desierta.
Sus ventanas caídas, sus maderas quebrantadas, dejaban pasar pequeños rayitos de luz hacia su interior. Tan sola y abandonada estaba que ni un solo mueble viejo acompañaba su estancia en el lugar.
La pequeña enredadera envidiaba con locura recibir ese calor y tanta luz. Pasaba los días observando fijamente a la casona que se recostaba hacia un solo costado mientras pensaba:
– ¡Si yo pudiera sostenerte para poder recibir, aunque sea un poquito de ese calor!
La quietud y el silencio del lugar en el atardecer, después de que las palomas anunciaran el ocaso, era total.
La enredadera se dormía observando siempre el mismo paisaje y esperando poder abrazarla algún día. Al amanecer alguna madera vieja que caía dejaba sonar un estrepitoso eco que espantaba a los pájaros y algún que otro visitante del bosque.
Nidos abandonados, ramas, la casona fue de a poco cubierta por una silenciosa maleza…
Con el paso del tiempo, la enredadera pudo acceder a los rayitos de luz, sin darse cuenta de que de a poco estaba cubriendo a la casona, ella solo disfrutaba de aquel sol.
Una tarde, una tormenta se anunció y llegó con tal fuerza que los truenos y relámpagos hacían temblar a la casona. En la oscuridad, la enredadera que la amaba tanto, la abrazó con todas sus fuerzas y juntas superaron esa noche.
Y pasaron muchos días. Pero deseosa de más rayitos de sol, la enredadera crecía y crecía, sin darse cuenta de que había perdido de vista a su compañera. Un día muy temprano, la enredadera fijó su vista en un grandioso árbol de copas muy altas y pensó que sería hermoso poder recibir esos primeros rayitos – ¡y a esa altura!
Segura de que el paisaje desde allí se vería glorioso, se olvidó de la casona y de la ayuda que aquella le había brindado.
Así que la enredadera siguió creciendo y creciendo. Pasó el tiempo y una soleada tarde en que disfrutaba del paisaje, se dignó en mirar hacia abajo. Vio a la vieja casona cubierta por hojas secas y de inmediato recordó los rayitos de luz que traspasaban sus viejas y caídas ventanas, y se puso muy triste.
Porque en ese momento vio a un brote de enredadera que nacía y que miraba con devoción a la casona, y parecía como si la casona le hablara diciéndole a la pequeña:
– “Tu madre, tu abuela y bisabuela ya me han amado y olvidado”.
Recién ahí se dio cuenta lo egoísta que había sido, lo mucho que había recibido y lo rápido que había olvidado la valiosa compañía de la casona. Se dio cuenta también que ciega por lograr un único objetivo, había ignorado la importancia de la ayuda recibida en su camino hacia la cima.
Autora: María Fernanda Peralta.
Ilustraciones Miguel Medina Medina.
Editorial Artesanal / Cuenta imagina y crea.
Todos los derechos reservados. ©
Que hermosa historia,es tan real que muchas veces nos olvidamos de nuestros inicios y de quien nos ayudó a conseguir aquello que tanto queremos .una historia para recordarnos que no nos olvidemos de quien somos y como llegamos hasta aquí
Me encantó felicitaciones
Bella historia. Ojala siempre tengamos memoria para quienes esten a nuestro lado en los momentos importantes
Quiero felicitar a Fernando por toda una trayectoria, construyendo desde sus cuentos un mundo mágico para los niños. Quienes crecimos leyendo historietas o cuentos, nunca nos despegamos de esa edad tan linda, tan inocente en donde cada cuento , cada historia nos transportaba , nos hacía viajar en la misma historia…por ello aliento a Fernanda a seguir en este rumbo tan hermoso que nos hace reflexionar a niños y a grandes…Por más escritores como Fernanda que alimentan sueños, en la hermosa edad donde se graban los mejores de nuestros pasos… (Julio César Romero Magliocca- autor de dos biografías sobre el Padre Cacho , Director responsable de Revista Cultural RAÍCES)
Muy linda histogia Fernanda!! En el camino de la vida. cuantas casonas conocemos, pisamos y seguimos adelante.
Hermosa historia..me encanto!! Lamentablemente no siempre se tiene memoria para agradecer y reconocer quienes están cuando nos sentimos desamparados…gracias Fer
Impecable historia con excelente reflexión.
Donde como siempre, la simpleza de la naturaleza nos alecciona sobre la vida.
Hola queridos lectores, agradecer sus palabras y su apoyo. Nada se logra solo. En el camino hay muchas personas que pasan que aportan y dejan huellas. Es importante leer para los pequeños debemos seguir incentivándolos y hacerlos comprender. Es fundamental fomentar la lectura y escritura. Por este medio tenemos la fortuna de llegar a más lectores, agradecer al Grupo R Multimedio por la oportunidad. ¡Gracias!
Hermoso cuento con reflexión y enseñanza.Creo que todos hemos sido un poco enredadera y un poco casona aunque sintamos que fuimos siempre utilizados para que otros consiguieran ésa luz de ambición que lleva a ser ingratos.A veces somos enredadera hasta con la vida misma que nos ha dado oportunidades que otros no tienen.Gracias María Fernanda y también gracias Miguel Medina por tu ilustración.