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Presentamos Nico y Brujinda en el bosque

Nico y Brujinda en el bosque

En el bosque, cuando anochece, parece que todo quedará en silencio.

Pero no es así, Brujinda, una brujita que allí vive, escucha por las noches cómo el  bosque habla.

Los árboles conversan, cantan y hasta el viento los acompaña.

Un día Brujinda se asustó. Estaba tan acostumbrada a escuchar la conversación de los árboles, del viento y los animales del lugar, que no podía creer aquel silencio.

Miró por la ventana de su casa y vio una sombra. ¡Qué susto! Se acercó más y vio que era solo un niño que se encontraba en el bosque.

– ¿Y por qué anda ese niño ahí? – Se preguntó Brujinda.

Muy despacio salió de su casa y fue en su busca.

Llevó con ella un abrigo para el niño, se le acercó y le preguntó qué hacía solito y tan tarde.

–  Me llamo Nico y estoy solito porque me perdí, ¡y tengo mucho miedo! Y mientras caminaban hacia la casa  juntos Nico le contó lo sucedido:

– Yo tenía una lorita que se llamaba Choli y que estaba siempre dentro de su jaula.

Con mis papás, salimos de día de campo y trajimos a Choli también.

Mis padres me dijeron que no abriera nunca la puerta de su jaula, porque Choli saldría y volaría. Por supuesto que eso le iba a encantar, que probablemente no regresaría.

Nico le preguntó a su mamá por qué, si todos los pájaros que tienen nido regresan a él.

Su mamá le explicó que él no había enseñado a Choli a regresar.

Nico, a quien le gustaba experimentar, abrió la puerta de la jaula y vio cómo Choli salía, se desperezaba. Muy asombrado vio cómo las alas de Choli eran tan grandes.

Así que Choli  voló y se perdió en el bosque.

Cuando Nico corrió detrás de ella, no pudo alcanzarla. Volvió con sus padres muy triste, quienes obviamente  le recordaron su consejo; él sabía lo que iba a pasar.

Sin hacer caso a la prohibición de sus padres, enojado y llorando salió a buscarla… y se perdió él también.

Nico estaba cansado; entre bostezos terminó de contar lo ocurrido a Brujinda y se quedó dormido.

Brujinda lo abrigó bien y lo dejó durmiendo en el sofá.

Al amanecer Nico vio sobre la mesa una gran taza de chocolate humeante y se sobresaltó cuando Brujinda lo sorprendió diciendo:

–   Es para ti, Nico; después de que desayunes, iremos en busca de tu lorita.

Esta noticia lo puso contento y consultó a Brujinda cómo lo harían.

– Soy Brujinda, la Brujita del bosque, habló con los árboles y el viento; ellos son mis amigos y a ellos les vamos a pedir ayuda.

Brujinda le contó al árbol más viejo lo que sucedió, y este se lo comunicó a los demás árboles y casi para el medio día llegaron donde los  loros vivían y Nico se sorprendió de tanto bochinche.

– No te asustes, le dijo Brujinda, ellos saben que somos amigos.

Después de una intensa búsqueda, al fin  encontraron a Choli pero, ¿cómo bajarla de aquel árbol tan alto?.

Entonces Brujinda le pidió al viento que transmite a todos en el bosque para que hicieran silencio.

 

Nico llamó a Choli por su nombre: ¡Choli!  ¡Choli!  ¡La papa, qué rico!  ¡Linda lorita! ¡La leche!  y muchas cosas más.

Choli vio y escuchó que allá abajo estaba Nico, y por supuesto que lo reconoció.

¡Pobre Choli!, no estaba acostumbrada a tanto bochinche. ¡Y es que los loros hablan todos a la vez!.

Choli voló y bajó a los brazos de Nico y se sintió segura.

– Cuando regreses con tus padres debes disculparte ya que muy preocupados han de estar, comentó Brujinda.

Los papás de Nico lo recibieron con un gran abrazo al verlo sano. El niño contó a sus padres lo sucedido en el bosque y se dedicó a enseñar a Choli a salir y a volver a su jaula para comer y dormir. Aunque esa no fue una tarea fácil.

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