Desde 1976 la educación en Uruguay se consagró como pública tras la reforma de José Pedro Varela, acercándola así a todos los uruguayos desde preescolar hasta la universidad. No solo marcó la diferencia, en una época acostumbrada a que solo las clases sociales altas accedían a la educación sino que además, había un escenario donde las ideologías estaban presentes en cada ámbito social, pero nuestra educación se consagró laica desde el día uno. Casi 150 años después uno se imaginaría que esto se volvió la política con más fuerza e importancia del país, pero los datos de ANEP muestran que el egreso liceal llegó a alcanzar, a duras penas un poco más del 50%.
Se ha puesto en discusión lo bajo de esta cifra, en medio de una reforma educativa, que promete, entre otras cosas, la reducción de la inequidad. Una vez más los políticos vuelven a los discursos de cuestionar la administración de quienes están de turno, lo cual es justo y necesario, hasta que las palabras tienden al: en nuestra administración eso no pasaba.
En 2023, ANEP publicó un informe sobre la situación educativa del país, desde el 2016 al 2023, período suficiente para analizar dos gobiernos completamente diferentes. Si observamos la cantidad de jóvenes que finalizaron primaria, las cifras se mantienen por encima del 70%, pero con un fuerte retraso en los egresos, acumulando en los seis años que dura el ciclo una importante proporción de la extraedad. A diferencia de lo que sucede en primaria, la culminación de la Educación Media Básica,en 2016 llegaba al 47% creciendo 10 puntos más en 2020 y alcanzando una cifra récord en 2022 tras llegar al 61%. Cifra que disminuyó para el 2023 donde hubo un 56% de egresos. La mitad de nuestros jóvenes no logran finalizar la educación básica, sucede hoy y sucedió ayer.
A este desafío, se le suma la culminación de cada ciclo dentro de la edad estimada, donde si bien el aumento de egresos es leve pero sostenido, la extraedad ha crecido. Esto no significa que sea un problema, porque en pleno siglo XXI, todos entendemos que cada persona tiene sus tiempos, pero si es un problema, cuando la educación deja de ser universal.
No hay que ignorar, que se han hecho, a lo largo del tiempo, esfuerzos para apoyar las diferentes situaciones de nuestras infancias y de nuestros jóvenes, para que nada se vuelva un impedimento para su educación, pero es cierto que no alcanzan. Hay estudios que afirman que Uruguay tiene una de las educaciones más avanzadas y uno de los presupuestos más altos, sacando la discusión de sí es suficiente o no, porque llevamos años teniendo fugas del sistema, incluso en aquellos años con partidas más altas de las actuales. No niego la importancia de que el gasto público en educación, tiene que apuntar siempre al alza y que se necesita más de lo que se da, pero mientras se desvía la mirada a la economía, no se cuestiona qué hace el Estado por nuestras nuevas generaciones.
El domingo, tenemos en la mesa dos propuestas de gobierno a votar, pero yo me pregunto, si las autoridades se olvidan, que en esas etapas de nuestra vida, somos el reflejo de nuestro entorno, que ya de por sí, somos vulnerables a las situaciones y las palabras, que por más que la educación sea pública, los materiales, la ropa, el tiempo y el apoyo no.
Culminar todo un ciclo educativo requiere de atención y acompañamiento diario, mes a mes, año a año. Hablan de reducir la equidad y recuerdo cuando iba a la escuela (pública) y tenía compañeros que no llevaban merienda, que almorzaban porque era en la escuela, que heredaban materiales, ropa y uniforme de sus hermanos, muchas veces en mal estado, que acudían sin los deberes hechos, que si no aprendían en clase, no aprendían y uno se pregunta, qué pasa con esos niños y niñas el resto del día. Tal vez, no, ahí rige casi el 90% del por qué alguien termina abandonando la educación. No sé lo que es ir a un liceo público, porque me gané el beneficio de acudir a liceos públicos de tiempo completo pero de carácter privado, donde no se les escapaba ningún detalle y uno lograba culminar porque había todo un equipo detrás que te ayudaba y se preocupaba. Si esa clase de institución existe, ¿por qué no son las que Varela nos heredó?
Cuándo vamos a entender que primero hay que conocer el contexto antes de crear una política y que no podemos desamparar educativamente a nadie, porque es la base, me atrevo a decir, de nuestro recorrido como ciudadano y como persona. Para muchos ir a estudiar es un refugio, para otros, una obligación, hay quienes entienden que es el camino y quienes necesitan ayuda para no salirse, pero todos deberían saber que es su derecho sin importar su contexto y para eso el Estado tiene que estar presente. Basta de políticas vacías.