«El giro a la izquierda en Chile es hijo del fracaso del modelo neoliberal administrado por la Concertación»

Entrevista a Francisco Vidal Salinas, militante del Partido por la Democracia en Chile, que ocupó altos cargos durante los gobiernos de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet

Francisco Vidal Salinas es miembro del Partido por la Democracia chilena que hoy día forma parte de la coalición gobernante. Fue integrante de la Concertación desde que se fundó en 1987. Durante el gobierno del presidente Ricardo Lagos, ocupó tres cargos: fue subsecretario de Desarrollo Regional y Administrativo (2000-2003), secretario general de Gobierno (2003-2005), y ministro del Interior. Con Michelle Bachelet, en la segunda mitad de su primer gobierno, fue convocado para ser, nuevamente, Secretario General (2007-2009), y el último año, se desempeñó como ministro de Defensa (2009-2010). Vía zoom, accedió a una entrevista con el Diario La R acerca del nuevo gobierno que acaba de asumir en ese país presidido por Gabriel Boric, el más joven de la historia de Chile y también el más votado. Explicó su rápido ascenso, los desafíos que se le presentan hoy como presidente y sus primeros pasos al mando del Poder Ejecutivo. Acerca de esto último, manifestó que «este gobierno que lleva tan poquito tiempo, va a ser el de mayor dificultad de gestión desde el año 1990 porque para llevar adelante su programa profundo de transformaciones es minoría en ambas Cámaras». «Hoy día, el presidente Boric, con esta correlación de fuerzas en el Parlamento no saca ni una sola ley», afirmó. A continuación, un resumen de la entrevista. 

Este cambio de signo político en Chile ha despertado mucho interés y curiosidad fuera de fronteras, en particular, en nuestro país.  

Esto requiere de un contexto. Entre 1938 y 1973 , Chile vivió un proceso sustantivo de cambio social gradual, quizá el mayor empuje fue la democracia cristiana con Frei Montalva la reforma agraria, la sindicalización campesina, grandes cambios, y el momento de aceleración del cambio fue el presidente Allende y la Unidad Popular. Frente a ese proceso de treinta años vino el golpe. Y el golpe es la contrarrevolución más profunda en la historia de Chile. Y esa dictadura de 17 años cambió el país con un costo de 3500 fusilados, ejecutados y desaparecidos, 38 mil torturados, 250 mil exiliados y centenares de miles de detenidos. Esa revolución conservadora se paró en dos patas: la revolución económica y social neoliberal , Pinochet se anticipó a Reagan y Thatcher, y en paralelo una construcción institucional para proteger ese modelo económico que es la Constitución de 1980. Derrotamos a Pinochet en el plebiscito que él mismo convocó, y se iniciaron 20 años de un gobierno de centroizquierda. Básicamente integrado por cuatro partidos: la democracia cristiana que era el principal y tres partidos afiliados a la internacional socialista, el Partido Socialista, el Partido Radical y el más nuevo, el PPV. Esos veinte años tienen tres claves: el crecimiento económico más grande en la historia de Chile, con un 4,8% de promedio anual; la alianza política más exitosa en la historia de Chile, porque ganó todas las elecciones y eligió a cuatro presidentes seguidos. El logro para una coalición de centro izquierda más importante es que Pinochet y la derecha chilena, el 11 de marzo de 1990 cuando se fueron, el 68% de los chilenos vivía bajo la línea de pobreza y cuando la Concertación terminó era el 8%. Hasta ahí pura maravilla. Pero, junto a lo que acabo de decir, no fuimos capaces como Concertación de reducir las brechas de desigualdad. En todos los planos, salud, educación, previsión, laboral, en los ingresos. Lo que lleva a que Chile sea uno de los 10 países del mundo más desiguales, usando cualquier indicador, particularmente el Gini. Se fue construyendo una situación de desagrado, de frustración, porque era muy evidente el contraste cotidiano en educación, en salud, en vivienda. Eso se expresa en una cifra, el 1% más rico de los chilenos captura en promedio entre el 27 y 30 % del ingreso nacional. En Europa, ese 1% captura el 12%, en Estados Unidos y Canadá el 19%, en el mundo, el 20%.

La base social de la centroizquierda empezó a desgranarse hacia la izquierda. El mejor ejemplo es en 2009 cuando perdimos por primera vez contra la derecha. Cuatro candidatos en total: la derecha, 45% en primera vuelta, con Piñera. La centro izquierda y la izquierda, tres candidatos. El candidato de continuidad, Frei, 29%, el candidato alternativo, Marcos Enrique Ominagui, 20%, y la izquierda más tradicional Jorge Arrate, 6%. O sea, la Concertación bajó prácticamente la mitad de los votos. Pero esos votos no se fueron a la derecha, se fueron a la izquierda. Y ese votante que se fue hacia la izquierda, en el marco de movilizaciones sociales, básicamente universitarias, se transformó en un actor político, que les copió el nombre a ustedes; el Frente Amplio. Ese Frente Amplio tiene menos de diez años de existencia, presentó una candidata la vez anterior, que sacó el 20% de los votos, estuvo a punto de ganarle en primera vuelta al candidato de la centroizquierda, el periodista Alejandro Guillén, con 22%, eligió 20 diputados de un total de 120. Y esa fuerza se fue organizando en los últimos diez años, fue generando liderazgo y a esa fuerza convergió una fuerza tradicional en Chile: el Partido Comunista. Que no obstante lo golpeado que fue durante la dictadura en la masacre de los dirigentes comunistas, una especie de Yakarta latinoamericana, sobrevivió y en la última parlamentaria es el partido más grande del Frente Amplio con cerca del 8% de los votos. Ahí se armó entonces esta coalición a la izquierda de la Concertación. Dio su primer examen en 2017 y dio su segundo examen aprobado ahora. En resumidas cuentas, el giro a la izquierda en Chile es hijo del fracaso del modelo neoliberal administrado por la Concertación y que si bien pasó la prueba en el crecimiento y en la disminución de la pobreza, no pasó la prueba en la desigualdad. Eso es lo que te lleva al estallido y a la revuelta del 18 de octubre. Piense que dos días antes del 18 de octubre, el presidente Piñera dice que Chile es un oasis de paz. Es decir, el volcán saltó. Pero ese volcán venía construyendo su erupción año a año.Hay antecedentes: Las parlamentarias de 1997, donde la Concertación pierde un millón de votos. Pero fíjese que esa elección ocurrió en el mejor momento económico de la historia de Chile con 8% de crecimiento anual promedio y con caída de la pobreza. Aparece un libro, Chile: Anatomía de un Mito (TOMÁS MOULIAN, ARCIS UNIVERSIDAD, LOM EDICIONES, SANTIAGO, 1997) y finalmente una encuesta del PNUD que sostiene que Chile tiene una gran paradoja; un sector que se parece cada vez más a Europa y otro que se está quedando en África. Eso es lo que estalló en octubre.

Quiere decir, que hubo señales de alerta en lo previo a ese estallido social. Usted se refería recién a ese “evidente contraste cotidiano”. Por supuesto, desde el exterior, Chile siguió siendo un referente para algunos sectores y no se percibía ese grado de deterioro social que condujo al estallido.

Claro, porque la imagen internacional era buena, con los indicadores que se conocen. Pero también había indicadores de desigualdad, sin embargo, un pensamiento liberal y neoliberal que fue el predominante, sostiene públicamente que el problema social es la pobreza , no la desigualdad. Incluso gente nuestra que se prendió al neoliberalismo en lo económico, autoridades políticas y económicas, ministros de Hacienda, yo discutía. Se decía que aquí lo importante es que el país crezca y disminuya la pobreza, y hay ejemplos increíbles. Santiago, la región metropolitana de la ciudad capital, tiene 52 comunas, hay 3 que vivir en ellas, es como vivir en Europa, y hay unas 25 comunas, en las que vivir en ellas hoy es como vivir en África. Voy a ser más concreto. La comuna más rica de la ciudad de Santiago es Vitacura, tiene un per cápita de 60 mil dólares; esto es, Holanda, Luxemburgo, Bélgica. En 25 minutos te puedes desplazar y llegas a Lo Espejo, en el sur de Santiago, 2 mil dólares per cápita. En 25 minutos, pasas de un estándar de vida holandés, a un estándar de vida de la república centroafricana. Eso estalló. Eso estalló. Le repito sobre la virulencia, había un liderazgo muy protagónico del movimiento estudiantil. Le voy a poner un ejemplo. La educación superior en Chile en 1990 eran 250 mil estudiantes. En 2005, era medio millón. Hoy día, es un millón 200 mil estudiantes. La cobertura creció una barbaridad. Pero el problema de la inmensa mayoría de esos estudiantes es que era que la educación no era gratuita. En consecuencia, tenían que endeudarse con la banca. Eso estalló.

¿Esa puede haber sido la gota que derrama el vaso o hay otros factores menos conocidos que explican el estallido?.

Yo diría que a eso hay que agregarle, una distancia sideral entre la dirección política a nivel ejecutivo y parlamentario. Un ejemplo, un parlamentario gana hoy día líquido 7 millones de pesos (unos 8 mil dólares). La mediana de ingresos hoy es 400 mil pesos. Es decir, la dirección política, gabinete y parlamento, ganan 22 veces más que la mediana de ingreso. Tanto es así que el año pasado, el Parlamento tuvo que aprobar una rebaja del ingreso en un 25%.

Hablemos del fenómeno de Boric, su ascenso, y otro dato que surge de la última elección: no cuenta con las mayorías necesarias para llevar adelante su programa.

De la revolución estudiantil universitaria de 2011 surgieron varios liderazgos. Particularmente, cuatro, que eran dirigentes estudiantiles: Boric, Jackson (actual ministro de la Presidencia), ambos provenientes de fuerzas de izquierda no tradicionales, en sus universidades, más dos mujeres jóvenes Camila Vallejos y Carol Cariola, que provienen del partido Comunista. Esos cuatro se transformaron en diputados. De esos cuatro, 10 años después, no cien años después, uno es presidente, el otro ministro de la presidencia, la otra es ministra vocera (Vallejo) y la otra es primera mayoría nacional en votos en la cámara de diputados.

Boric es, además, el presidente más joven y el más votado de la historia chilena.

Así es, eso se refleja que el país se movió hacia la izquierda, no solo ideológicamente, sino también generacionalmente, hay una nueva camada, y eso es lo que estamos viviendo hoy día. Ahora, la derecha, en la última elección, antes del golpe, que ocurrió el 4 de marzo de 1973, era el 21 % . Cuando se fue Pinochet, la derecha era el 40%. La derecha oscila, hoy día, entre un 30 y un 40, más cerca de un 40%. Y de hecho, en la segunda vuelta que llevó al triunfo de Boric, la derecha puntuó el 44%. Y además con un candidato (José Antonio Kast) que en España podría ser del Vox, en Alemania de Alternativa para Alemania o en Francia del Frente Nacional. Una especie de Bolsonaro a la chilena. Eso te lleva a que , en mi opinión, este gobierno que lleva tan poquito tiempo, va a ser el de mayor dificultad de gestión desde el 90 en adelante, el más difícil, porque para llevar adelante su programa profundo de transformaciones es minoría en ambas cámaras.

En el Parlamento cómo están conformados esos bloques.

En un total de 155 diputados, el bloque original de Boric, Frente Amplio, comunista, suma 37 diputados, y hay que sumarle a la centroizquierda que apoyó a Boric y entró al gobierno, socialistas, PPD y radicales, aportan 30 diputados.

O sea, los diputados que apoyan al gobierno son 67. La mayoría absoluta son 78. La derecha tiene 68 diputados, me faltan 20 para llegar a 155, que están ahí, al medio: 8 democratacristianos, 3 humanistas, 2 ecologistas, y 7 de un partido rarísimo que se llama el Partido de la Gente. En el Senado, el panorama es peor: 50 senadores, 25 de derecha, 18 del gobierno, 2 independientes y 5 democratacristianos. Hoy día, el presidente Boric, con esta correlación de fuerzas en el Parlamento no saca ni una sola ley.

Atendiendo a su primer discurso, Boric promete un nuevo Chile, reactivar la economía, un desarrollo inclusivo, reparar las heridas del estallido social de 2019, combatir la desigualdad con una mejor distribución de la riqueza, etc. ¿cómo se lleva adelante un programa de estas características con este panorama en el Parlamento?.

Bueno, aquí entra la política. Cómo logras construir mayoría en ambas cámaras porque el programa, por lejos, es el más transformador de los últimos treinta años. Lo que está en juego son 15 mil millones de dólares que es lo que Boric pretende recaudar con la reforma tributaria. Y, dadas las medidas, los quiere extraer del 10% más rico. Ese sector, hoy día, tiene la mitad del Senado y el 45% de la Cámara de Diputados, en su representación.

Acaba de anunciar una serie de nombramientos de embajadores y ya hubo las primeras reacciones en contra.

En Chile, también se usa este concepto de la luna de miel. Esa luna de miel duró aquí una semana. Lo normal es que dure dos o tres meses. ¿Por qué dura una semana? Porque la amenaza económica y social para los poderosos de Chile solo es equiparable a lo que fue el presidente Allende.

Sí, Boric no ha ocultado sus simpatías hacia Allende, de hecho, lo ha invocado en su discurso inaugural. Incluso, ha designado a un familiar directo como titular del Ministerio de Defensa y, por otro lado, toda una innovación, la designación de un gabinete con mayoría femenina.

Sí, son 24 ministros, 14 mujeres. Y jóvenes, el promedio de edad es de 49 años pero gracias a un amigo mío, ministro y es senador socialista, Carlos Montes, que le sube el promedio. Sacando a Montes, el promedio baja a 40 o 42 años.

Pero vayamos a los anuncios concretos que ha hecho Boric. ¿Qué expectativas reales ha despertado este gobierno?.

Expectativa es lo que más sobra, lo que falta, en mi opinión, es comunicación con la gente, decirles que estamos con ustedes en la defensa de estos derechos pero que esta es, lamentablemente, la correlación de fuerzas. Hay que agregar que, en paralelo al gobierno, está la Asamblea Constituyente. En Chile, hubo dos elecciones en seis meses. La elección de convencionales constituyentes, y la elección de parlamentarios. En la elección de constituyentes, la derecha obtuvo un 22%. En la elección parlamentaria, un 38%. La Convención Constituyente es claramente de izquierda, pero con el problema eterno de la izquierda: el fraccionamiento. Entonces, se está redactando una Constitución que, hasta ahora, tiene tres características; es indigenista (en Chile la población originaria es el 12%), es claramente feminista y claramente regionalista. Pero en mi opinión, le falta hasta ahora lo sustantivo que la ciudadanía demandó en el estallido: una Constitución que consagre derechos sociales. Porque al consagrar derechos sociales, mínimos, civilizatorios, se rompe la desigualdad.

En ese proceso de redacción de la nueva Constitución, ¿qué incidencia está teniendo o puede tener el nuevo gobierno?

Mire, hay un debate sobre eso, yo creo que el gobierno tiene que meterse con todo a ordenar su partido, porque hay otra paradoja hoy en Chile, los partidos que gobiernan están divididos y peleados en la Convención. Los mismos. Y entonces, si bien el respaldo a una nueva Constitución en plebiscito fue del 80%, con todo lo que ha pasado, en las últimas encuestas, sigue ganando la nueva Constitución, pero no 80 a 20, sino 55 a 45; 53 a 47. Es decir, los maximalismos de la Convención han generado que la derecha refractaria a una nueva Constitución vaya creciendo en la ciudadanía apoyada en Chile por una concentración mediática de orientación derechista brutal, particularmente la prensa escrita, de manera tal que nada garantiza hoy día que en el plebiscito de salida que debiera ser alrededor del 11 de setiembre, ganemos. Todavía ganamos, pero no con la ventaja del primer plebiscito, 80 a 20. Y eso en mi opinión obedece exclusivamente, a una sobredimensión de los pueblos originarios, a una sobredimensión del feminismo, a una sobredimensión del regionalismo, y aun no se toca un tema esencial, el de los derechos sociales. El gobierno tiene que meterse porque la derrota política de Boric si la nueva Constitución es rechazada, es monumental, entre otras cosas, porque si no se aprueba la nueva Constitución, parte del programa de Boric es inviable. Y es inviable no solo por la correlación de fuerzas sino por el hecho de que la Constitución de Pinochet-Guzmán reformada varias veces mantiene su esencia: su irreformalidad en materia de derechos sociales. Sin nueva Constitución, muchos de los elementos del programa no pueden llevarse a cabo. Muchas de las reformas de Boric, requieren legislación, no de la mitad más uno, sino tres cuartos, cuatro séptimos, la más importante dos tercios. La Constitución de Pinochet consagró un modelo neoliberal sujeto incluso a las mayorías más contundentes.

De estos primeras semanas de Boric , ¿que destacaría?.

No han sido buenas semanas. Se han cometido muchos errores. El error principal más de fondo, más estructural, es a raíz de un proyecto. En Chile, luego que la derecha se demoró en ayudar a la gente en el marco de la pandemia, se recurrió al retiro de los fondos previsionales de los trabajadores. Hubo tres retiros en 2021, 2022. Lo retirado, un total de 50 mil millones de dólares, equivale al 60% del presupuesto de la nación. El efecto de esa enorme capacidad adquisitiva en la población fue significativa: se pagaron deudas, se pusieron al día, se mejoraron las casas, nunca se han vendido tantos autos en la historia de Chile que el año pasado. Sin embargo, creció la inflación, hoy tenemos 8 % anualizada, cuando Chile estaba acostumbrada a una inflación del 2 o 3 % anual. Y hoy día el debate es que las propias fuerzas de Boric en el Parlamento están pidiendo un cuarto retiro. El presidente dice, no , no es el momento, las circunstancias cambiaron, hay otro gobierno pero el 90% de los parlamentarios de gobierno, están actuando contra el gobierno en esta materia.

¿Cómo está viendo estos cambios el empresariado chileno y qué señales se están emitiendo hacia el exterior?

Sobre las señales al exterior, sobre todo, con los vecinos, ¿qué le dijo Boric a los bolivianos?, reanudemos las relaciones, ¿qué le constestó el presidente boliviano?, ni cagando, salvo que, haya mar. O sea, buena voluntad, pero reacción 0. Hacia el mundo empresarial, hubo una reunión con la ministra del Trabajo con los ‘dueños de Chile’. El mundo empresarial en Chile hay un millón de empresas, el 1% de ese millón, unas once mil empresas facturan el 85% de todo lo que se vende y tienen la mitad de la fuerza de trabajo reclutada. Ese mundo que obviamente votó a la derecha y apoyó a Pinochet durante 17 años, está sorprendido con el triunfo de esta izquierda. En materia laboral, el gobierno que entró, está por subir el salario mínimo 15% de una sola vez, está por rebajar las horas semanales de 45 a 40 , está por dar la pelea por la titularidad sindical que se perdió y está por la negociación por rama. Todo eso para este grupo es, sencillamente, la guerra.

Por otro lado está la reforma de la seguridad social que es otra de las columnas vertebrales de este gobierno.

Ahí hiere intereses profundos. En Chile tenemos un sistema hasta ahora, está reformado un poco, donde el trabajador cotiza el 10% de su salario. Ojo, el promedio en el mundo es 20%. Eso llevó al fracaso del sistema privado de pensiones, porque cuando se inauguró con Pinochet en el año 80, la promesa era que la tasa de reemplazo, es decir, la primera pensión, equivaldría al 70% del último sueldo. Pues bien, en los hechos, la primera pensión fue de 30%. Ante eso, viene todo el debate de la reforma previsional, pero el mundo empresarial grande en Chile vive de este sistema. Las empresas que administran las pensiones, ha juntado 210 mil millones de dólares, la mitad de esa plata se invierte fuera de Chile , y la otra se invierte en Chile. En qué empresas: en los grandes grupos económicos. Entonces, ¿una reforma previsional le va a quitar el acceso al crédito de los grandes grupos económicos?. Lo que está pensado en Chile es que el nuevo sistema tenga tres patitas: uno la cotización del trabajador, la cotización del empleador (en Chile, no existe, existió hasta el presidente Allende) y el Estado. Eso es lo que está en juego.

¿Es posible pensar hoy en Chile en un desenlace como el de 1973?.

Imposible, imposible. La lección que dejó la dictadura incluso ha sido aprendida por parte importante de la derecha. El presidente Allende tenía un programa transformador completo para construir en Chile un estado socialista, pero tuvo dos problemas. Uno , que era minoría en el Parlamento (igual que Boric) y dos, que su alianza política se dividió entre un bloque que escribía en las murallas de Chile avanzar sin tranzar, y otro bloque que escribía en las murallas de Chile, consolidar para seguir avanzando. Eso destruyó al gobierno del presidente Allende. Más obviamente, Estados Unidos, Nixon, Kissinger, el bloqueo, el terrorismo, etc., todo lo que sabemos. Yo espero que no ocurra lo mismo con Boric.

¿Cómo evitarlo?

Eso requiere trabajo político, y el primer ejemplo, el del cuarto retiro, no es bueno.

¿Cómo reaccionaron las fuerzas armadas?

Yo fui ministro de Defensa. Hoy día las fuerzas armadas están completamente subordinadas al poder civil. Su experiencia golpista en Chile fue nefasta para ellas. Saque la cuenta, hoy en Chile, están presos exuniformados por violaciones a los derechos humanos, y siguen cayendo día a día, porque son crímenes de lesa humanidad, imprescriptibles e inamnistiables. Entonces, el costo que tuvo para las fuerzas armadas, para los oficiales más jóvenes, fue tremendo.

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