Este domingo murió un Fabián O’Neill, un jugador distinto, pero distinto de verdad. Con una habilidad innata para jugar a la pelota y la desfachatez y capacidad de disfrute del juego que el potrero suele enseñar. Con 49 años el originario de Paso de Los Toros dejó el mundo de manera temprana, tal como lo hizo del fútbol.
En Durazno dio sus primeros pasos en Defensor, equipo en el que estuvo hasta que a principio de los 90’ se mudo a Montevideo para integrarse a la quinta división de Nacional. Le costó adaptarse y extrañaba a su familia y la tranquilidad de interior del país, pero respondía con fútbol y salió campeón de la cuarta división.
Rápidamente debutó en Primera División, en abril de 1992 jugó el primero de sus más de 130 partidos con Nacional, donde salió campeón en cuatro oportunidades y anotó 34 goles.
Su facilidad para la gambeta y visión de juego lo catapultaron al Cagliari, donde estuvo cinco temporadas consecutivas para convertirse en un ídolo sardo. Sin tapujos se cansó de volver locos a los duros defensores italianos que en innumerables oportunidades debieron sufrirlo.
Sus grandes actuaciones hicieron que la Juventus se interesara en él y fue así como se mudaría a Turín para seguir su carrera. Allí, un tal Zinedine Zidane, que ya conocía el peso de la Copa del Mundo, dijo que O’Neill fue el mejor futbolista con el que pudo jugar.
No le fue bien en la “Vecchia Signora” y se fue cedido al Perugia por seis meses y luego otros meses en el Cagliari. Fue allí cuando su paso por Italia terminó y volvió a Nacional.
En el 2003, tras un puñado de partidos bajo la conducción de Daniel Carreño, abandonó el fútbol. No cumplía los 30 años cuando decidía prematuramente poner fin a una carrera que apuntaba a mucho más.
En la “Celeste” tuvo un breve paso: debutó en 1993 y jugó 19 partidos. Vio acción de las Eliminatorias para el Mundial de Francia 1998 y Corea Japón de 2002, donde integró el plantel pese a no ver acción.
«Lo tuvo todo, dinero, fama y mujeres. Su habilidad en la cancha lo llevó a jugar en Nacional, Cagliari, Perugia y Juventus de Italia. Fue alabado por Zinedine Zidane y formó parte del polémico seleccionado del Mundial 2002. Vivió cerca de las adicciones y lejos de una conducta profesional. Al retirarse del fútbol, con menos de 30 años, dejó entre los hinchas la amarga sensación de que pudo haber ido más lejos, ser el jugador de élite que no llegó a ser», reza su biografía “Hasta la última gota”.
Tras su retiro los fantasmas de las adicciones se volvieron más patentes que nunca y lo consumieron de a poco. Fue así como pasó de tener una vida resuelta económicamente lo perdió todo.
“Cuando jugaba al fútbol llegué a tener 14 millones de dólares en el banco y lo gasté en mujeres y alcohol, pero también llené la mesa con comida a gente que o necesitaba. Hoy soy pobre, me cruzo con gente a la que ayudé y ni me saluda”, dijo O’Neill alguna vez.
“A mí no e molesta ser pobre. Tuve mucha plata y tuve millones de amigos, hoy solo tengo 10 0 12, bohemios como yo, pero son los que me ayudan. Nos acomodamos entre todos”, añadió
Durante años luchó contra el alcoholismo, logró vencerlo durante algún tiempo y recayó otro tanto. Finalmente, este domingo de manera anticipada como su capacidad de prever las jugadas y repentina como sus gambetas, dejó el plano terrenal.