Los pulpos tienen una inteligencia asombrosa que les permite abrir frascos, resolver acertijos e incluso escapar de sus acuarios de formas ingeniosas. Además, muestran unas habilidades aparentemente sobrenaturales para cambiar de color y regenerar extremidades. Poseen tres corazones, 500 millones de neuronas -similar en número a las de un perro- repartidas por el cerebro, sus ocho tentáculos y su cuerpo. Estos invertebrados tienen una existencia extraordinaria, pero sufren una muerte trágica. Después de que una madre pulpo pone sus huevos, deja de comer y se debilita hasta consumirse. Cuando los huevos eclosionan, ella está muerta. Algunas hembras en cautiverio incluso parecen acelerar este proceso intencionalmente, mutilándose y retorciendo sus brazos en un lío enredado.
La fuente de este extraño comportamiento maternal parece ser la glándula óptica, un órgano similar a la glándula pituitaria en los mamíferos.
Durante años, no estaba claro cómo esta glándula desencadenaba la espantosa espiral de la muerte, pero un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Chicago, la de Washington y la de Illinois Chicago (UIC) muestra que la glándula óptica en los pulpos maternos sufre un cambio masivo en el metabolismo del colesterol, lo que resulta en cambios drásticos en las hormonas esteroides producidas. Las alteraciones en el metabolismo del colesterol en otros animales, incluidos los humanos, pueden tener graves consecuencias en la longevidad y el comportamiento, y los autores del estudio creen que esto revela similitudes importantes en las funciones de estos esteroides en todo el reino animal, tanto en los cefalópodos de cuerpo blando como en los vertebrados.
«Sabemos que el colesterol es importante desde una perspectiva dietética y también dentro de diferentes sistemas de señalización en el cuerpo», dice Z. Yan Wang, profesor de Psicología y Biología en la Universidad de Washington y autor principal del estudio. «Está involucrado en todo, desde la flexibilidad de las membranas celulares hasta la producción de hormonas del estrés, pero fue una gran sorpresa ver que también desempeñaba un papel en este proceso del ciclo de vida», añade.
En 1977, el psicólogo de la Universidad de Brandeis Jerome Wodinsky demostró que si extirpaba la glándula óptica de las madres pulpo abejorro (Octopus hummelincki), estas abandonaban su nidada de huevos, volvían a alimentarse y vivían unos meses más. En ese momento, los biólogos concluyeron que la glándula óptica debía secretar algún tipo de hormona de ‘autodestrucción’, pero no estaba claro qué era y cómo funcionaba.
En 2018, investigadores de la Universidad de Chicago secuenciaron el transcriptoma de ARN de la glándula óptica de varios pulpos Octopus bimaculoides en diferentes etapas de su declive materno. El ARN lleva instrucciones del ADN sobre cómo producir proteínas, por lo que secuenciarlo es una buena manera de comprender la actividad de los genes y lo que sucede dentro de las células en un momento dado. A medida que los animales comenzaron a ayunar y decaer, hubo niveles más altos de actividad en los genes que metabolizan el colesterol y producen esteroides, la primera vez que la glándula óptica se vinculaba con algo más que la reproducción.
En el nuevo artículo, publicado esta semana en ‘Current Biology’, los investigadores llevaron sus estudios un paso más allá y analizaron las sustancias químicas producidas por la glándula óptica de la madre pulpo. Utilizaron espectrometría de masas, una técnica que analiza la composición química de muestras biológicas. Dado que la investigación anterior apuntaba a una mayor actividad en los genes que producen esteroides, se centraron en el colesterol y las moléculas relacionadas en el tejido de la glándula óptica.
Encontraron tres vías diferentes involucradas en el aumento de las hormonas esteroides después de la reproducción. Una de ellas produce pregnenolona y progesterona, dos esteroides comúnmente asociados con el embarazo. Otra produce colestanoides maternos o componentes intermedios de los ácidos biliares, y la tercera produce niveles elevados de 7-dehidrocolesterol (7-DHC), un precursor del colesterol.
La nueva investigación muestra que la glándula óptica materna sufre cambios drásticos para producir más pregnenolona y progesterona, colestanoides maternos y 7-DHC durante las etapas de declive. Si bien las hormonas del embarazo son de esperar, esta es la primera vez que los componentes de los ácidos biliares o el colesterol se han relacionado con la espiral de muerte del pulpo materno.
Algunas de estas mismas vías también se utilizan para producir colesterol en ratones y otros mamíferos. «Hay dos vías principales para la creación de colesterol que se conocen a partir de estudios en roedores, y ahora hay evidencia de nuestro estudio de que esas vías probablemente también estén presentes en los pulpos», dice Wang. «Fue realmente emocionante ver la similitud entre animales tan diferentes».