La ciencia de la crononutrición, que estudia la relación entre los ritmos biológicos y la alimentación, ha identificado un horario ideal para cenar que favorece la digestión, el metabolismo y, en última instancia, la longevidad. Los expertos aseguran que una de las claves para una vida más larga y saludable es cenar al menos tres horas antes de dormir, evitando acostarse inmediatamente después de la comida, lo que puede ocasionar problemas digestivos como acidez o reflujo.
El ritmo circadiano, un conjunto de cambios físicos y biológicos que ocurren a lo largo del día, influye directamente en la manera en que nuestro cuerpo procesa los alimentos. Según investigadores de la Rush University Medical Center y el Instituto de Longevidad de la Universidad del Sur de California, cenar demasiado tarde altera el reloj biológico, afectando no solo la digestión, sino también el sueño y la quema de calorías. Además, se recomienda un ayuno nocturno de 12 horas, entre la cena y el desayuno del día siguiente, para optimizar el metabolismo.
Para maximizar los beneficios de la alimentación, los expertos sugieren que las cenas sean livianas, mientras que las comidas más nutritivas deben consumirse durante el día. Este enfoque no solo favorece la salud digestiva, sino que también contribuye a un mejor rendimiento físico y mental.