En varios países de América Latina, la sabiduría popular pergeñó un término para definir a una personacon excesivo afán de sobresalir o figurar. Esa persona tiende a destacar más su propio protagonismo (o el de su grupo) que prestar atención a la sobriedad y el respeto según el cargo que ostente y el mandato que le han otorgado las urnas.
Cuando un ministro de Defensa actúa de esa forma, quienes están bajo su mando pierden pie y confianza en quien los comanda, y eso es un grave problema.
Un ministro de Defensa debe dedicarse a su área y no a expresar verdades a medias sin ninguna prueba que las sustente, como cuando afirma, muy suelto de cuerpo y en relación con la búsqueda de información sobre el pasado reciente, que en gobiernos anteriores esa información no se había entregado porque no se quiso o por otra circunstancia. Amerita, señor Ministro, que demuestre la expresión “no se quiso” [nótese el uso del impersonal “se” que omite, precisamente, al sujeto que no quiso]. Si vamos al caso, los que no quisieron dar la información, mayoritariamente, han sido militares retirados, por ejemplo, y civiles que participaron en el gobierno civil-militar. Pero el “se” justamente difumina a los responsables, los verdaderos responsables de no darla y de entorpecer las investigaciones. En este asunto, se trata de las declaraciones del Ministro de Defensa, cuyo cometido es la Defensa Nacional. Claro que, Rendición de Cuentas mediante, la relaciona directamente con la seguridad humana, de acuerdo a lineamientos que vienen del Norte y ni siquiera se analizan seriamente o se ponen en tela de juicio. Hace gárgaras el Ministro con el affaire del avión venezolano-iraní, “denunciado por haber tenido algún tipo de apoyo logístico al terrorismo nacional”, porque se siente protagonista de una serie de espías y él es el héroe que salva la patria. Cabe la pregunta, naturalmente, y es un asunto estrictamente de Defensa Nacional: ¿Qué hubiera pasado, señor Ministro, si el avión no hubiera acatado la orden y hubiera aterrizado? ¿Quién y cómo se lo hubiera impedido? Se jactó el Ministro, en su momento, de que tomar la decisión fue algo inmediato. Nos deja ampliamente tranquilos esa rapidez en la respuesta sobre la base de una información proveniente de la “inteligencia de Paraguay”; y esperamos que en ese lapso inmediato haya consultado a los mandos militares especializados en el tema. Porque, señor Ministro, a usted le competen tareas de gestión y de administración, y para lo otro están los asesores militares competentes. Luego dispara la frase “Al frente Amplio le falto sentido nacional y de Patria”.
¿A quién se cree que se dirige el Sr. Ministro, a un subordinado a quien puede sancionar aun sin tener razón? ¿Al principal Partido del país? Al que regó con su sangre y su sacrificio el enfrentamiento a la dictadura sin generar enfrentamientos violentos!
¿Con miles y miles de presos, de torturados y decenas de muertos y desaparecidos?
¿Qué le falta sentido nacional y de Patria? Qué descaro y falta y de respeto!
Que pequeñez y falta de ética para construir un entendimiento nacional!
El Ministro, además de encantarse consigo mismo, también aprovecha y acusa al Frente Amplio y al PIT-CNT de todos los males, como si esas colectividades fueran Pandora después de abrir la caja prohibida. Y como si este gobierno no estuviera en el poder desde hace dos años y medio. Hubo tiempo de sobra para “corregir y cambiar” lo anterior, pero es más sencillo gobernar a espaldas de la ciudadanía (KatoenNatie, por ejemplo; decretos y acuerdos; entre otros asuntos). Pero, noblesse obligue: abre la nota con un planteo muy claro: “un objetivo primordial hoy (…) es ser duro con la oposición”. A buen entendedor, pocas palabras. Y ser duro, en este gobierno, no significa demostrar con hechos y pruebas las acusaciones, y, sobre todo, lo que es la obligación que le compete: plantear soluciones efectivas y no que beneficien únicamente a un grupo de interés. No se trata de “relatar” lo que es conveniente en cada momento para sus propios objetivos, no importa cuántas contradicciones se instalen o qué tan ilegales sean las justificaciones de ese relato.
Así, este Ministro, como tantos otros representantes del gobierno, miente con un descaro que alarma. ¿Por qué? Porque atenta contra la institucionalidad democrática, a la que corrompe y corroe, y una vez que se comienza ese proceso, sabemos, es difícil detenerlo. Instalada la duda y la pérdida de credibilidad en la esfera de lo público, desandar ese camino es complejo y lento.
En ese sentido, no siente el menor empacho en afirmar que “la oposición dejó de ser política y es sindical”. No distingue claramente lo que es la oposición política, por un lado, ni el sentido de la organización sindical. Para el Ministro, “el FA es el brazo político del PIT-CNT”. Recuerda a otros brazos de algún tipo de una fuerza política o institucional. ¿Podremos decir, entonces, que este gobierno es el brazo de la clase empresarial y del grupo de privilegiados bendecidos por el Ejecutivo?
Es que hay algo que el Ministro y la Coalición Gobernante no han podido tragar, ni mucho menos comprender, que es el resultado del Referéndum. Como ese variopinto conglomerado político-partidario desconoce lo que implica un movimiento social, un movimiento sindical, que luche por sus derechos – algo previsto en la Constitución-, la única manera que encuentra para desembarazarse del asunto es con esas afirmaciones que, nuevamente, no le hacen bien a la democracia nacional. O quizá no le interese demasiado ese asunto. Afirmar que “el poder de la izquierda está en el PIT-CNT” no solo es un disparate y una ofensa mayúscula, sino que, sin darse cuenta, borra con el codo lo que escribió con la mano: “Nosotros el diálogo lo hacemos en el Parlamento”. En ese Parlamento en que se dialoga, hay senadores y diputados del Frente Amplio, que son quienes apoyan o no leyes y otras cuestiones; los que solicitan informes y llaman a sala a ministros para que den cuenta, ante la ciudadanía toda, sobre su accionar. ¿Acaso todo eso carece de validez porque el PIT-CNT reclama por sus derechos? Gruesa confusión del Ministro, y haría bien en pensar un poco antes de hacer declaraciones. Porque las palabras quedan y muchas veces, como el boomerang, se vuelven en contra del emisor. Aun si este ministro y los demás personeros siguen narrando la verdad a medias, la Historia les cobrará su desempeño. La Historia es así de terca, registra y guarda. Los logros que enumera en la entrevista no resisten el más mínimo análisis profesional, por lo que ni siquiera vale la pena comentar el maquillaje que el gobierno usa para presentar una realidad inventada, pero no real
Con versos populares le contestamos:
“ Si el enderezar entuertos
No es cosa que te compete
¿ quien te mete Juan Copete ?”.
Le deseamos lo mejor a este Ministro que cree que sabe, pero que con cada acto demuestra lo contrario. Tanto en Defensa como en política.