Un día sí y otro también, en mis habituales recorridas por todo el país un tema que suena y suena es el del temor creciente en la ciudadanía porque el crimen organizado irrumpa en sus vidas. La situación no se aguanta más y hoy las familias uruguayas han perdido el bien más preciado: la libertad.
Tras las rejas del miedo, la población ve con incertidumbre una falta de rumbo total por parte del gobierno en esta materia. Los problemas de inseguridad van mucho más allá de la trágica cifra de haber tenido más de 30 homicidios en el mes de agosto. ¡30 vidas truncadas! ¡30 familias destrozadas! ¡30 comunidades afectadas para siempre por la falta de uno de sus miembros! Aunque las autoridades nacionales no lo quieran reconocer, estamos ante una emergencia social de gran escala. Y eso no es ayer, es ahora.
Más allá del trágico salgo que nos dejó el mes de agosto, el propio Ministerio del Interior reconoce que los homicidios aumentaron 39% en el primer semestre del año, comparado con enero y junio de 2021. Pasamos de 135 homicidios a 188, manteniendo durante el pasado mes la tónica negra de un promedio de más de 30 homicidios por mes, o lo mismo que es decir: un uruguayo asesinado por día.
Mi pregunta es, los que estaban preparados para hacerse cargo ¿Se están haciendo cargo? El gran problema es la falta de enfoque y de rumbo que muestran las autoridades. Bajo la sombra de que un “50% de los homicidios del primer semestre fue por conflicto entre grupos criminales o ajuste de cuentas”, vemos una falta de acción eficaz por parte de las autoridades en la represión, pero sobre todo en la prevención de estos delitos. Una falta de rumbo total en la tarea de cuidar a los uruguayos.
Ya vamos promediando la mitad del gobierno, y aún no vemos un plan de seguridad como el que tanto habían anunciado. ¿Dónde está el uso de las tecnologías para combatir eficazmente el delito? ¿En dónde están los planes sociales para rescatar a los jóvenes que terminan integrando bandas criminales? ¿Dónde están las 50.000 viviendasque se habían prometido construir de aquí al final del período de gobierno? Como en otras áreas, el gobierno hace ascuas.
Y no se puede ni jugar, ni improvisar con la vida de los uruguayos. Al final lo que está en juego son los dos derechos más preciados: vivir, y vivir con dignidad. Y dentro de la dignidad, la seguridad es uno de los componentes fundamentales y más valorados por los uruguayos.
Se dispararon los homicidios, pero también se dispararon los homicidios por rapiñas, por copamientos, los femicidios y los homicidios en cárceles. Es decir, el sistema hace agua por todas partes con muchas más sombras que luces.
La tragedia no termina con el asesinato de un uruguayo. Ese es el punto de partida de un camino que se dirige a la impunidad: Del total de homicidios del semestre pasado, 47% no fueron aclarados. Y ahí el gatillo fácil es el de rotular todo como un “ajuste de cuentas”, cuando detrás de eso lo que se esconden son los factores desencadenantes de que una persona dedique su vida a delinquir: falta de oportunidades, ausencia de empleo, ausencia del Estado, ausencia de agentes de contención social y un sistema penitenciario orientado a la reclusión y no a la rehabilitación.
Mi gran pregunta es ¿Cuál es el plan del gobierno? La ciudadanía no puede esperar dos años y medio más a que llegue un nuevo gobierno para atender esta emergencia. La respuesta la necesitamos aquí y ahora. En el medio, es insólito, pero lo que más conocemos en la agenda pública del Ministerio del Interior es las extrañas condiciones en que se otorgó un pasaporte al líder de una banda narcotraficante perseguido por INTERPOL y alertados por la DEA. Entonces, ¿De qué manera se va a combatir la pandemia de los homicidios si la misma cabeza del Ministerio facilita el acceso a un pasaporte al líder de una banda del narcotráfico internacional?
El uso del Hospital Policial por parte de civiles es un tema que he dicho en reiteradas ocasiones, debe investigar la justicia por el propio bien y honra de quienes se desempeñaron en altas responsabilidades en el anterior y el actual gobierno. La gravedad o no de esos hechos, debería correr un por un carril distinto al de la epidemia de inseguridad que estamos sufriendo.
La gran pregunta que nos persigue es ¿Qué se va a hacer distinto? ¿De qué manera recuperamos el rumbo que ha quedado a la deriva en materia de seguridad? En medio de una emergencia nacional por la escalada de homicidios no encontramos respuestas efectivas por parte del gobierno. ¡Necesitamos un nuevo rumbo!