La inteligencia artificial (IA) cada vez cubre más terreno en el mundo real; su aceleración se ha convertido en un arma tan fascinante como temible para el hombre. Con su utilización podemos resolver una simple duda, realizar una película cinematográfica, llevar a cabo una operación quirúrgica e idear un ataque militar o terrorista en poco tiempo.
Recordemos que la inteligencia artificial es un conjunto de tecnologías que permiten que las computadoras realicen una variedad de funciones avanzadas, incluida la capacidad de ver, comprender y traducir lenguaje hablado y escrito, analizar datos, hacer recomendaciones y mucho más. La IA es la columna vertebral de la innovación en la computación moderna, lo que genera valor para las personas y las empresas.
La IA generativa es la tecnología más trascendente, quizá, de todo el siglo XXI, pero nadie sabe realmente sus efectos y existen muchos procesos que no solamente carecen de nombre, sino que se ignoran las consecuencias.
En la actualidad, la mayoría de las campañas publicitarias, videos, imágenes, libros, ensayos, guiones y hasta decoraciones de una casa está generada con un porcentaje de IA (en algunos utilizan el 100% de IA). Por lo tanto, los humanos detrás de la tarea ganan tiempo pero pierden la oportunidad de pensar y crear por sí mismos, alimentando la semilla de la autodestrucción que trae consigo la IA. Una semilla que crece cada vez que esta tecnología no se usa de manera irresponsable.
Recientemente, OpenAI presentó Sora, una herramienta capaz de generar vídeos con un realismo aterrador a partir de una propuesta de texto. Los resultados ya se pueden ver con la marca de juguetes Toys ‘R’ US, quien ha estrenado un anuncio en el Festival Cannes Lions, paradójicamente dedicado a la creatividad, realizado íntegramente con inteligencia artificial. Generando menos gasto y tiempo para la empresa, sobre todo en la contratación de personal para crear el anuncio.
Pero este caso también está llegando a otras áreas del mundo creativo como la música y el diseño. Al punto que la Asociación de la Industria Discográfica de Estados Unidos (RIAA) ha presentado demandas contra Suno AI y Udio AI, en nombre de Universal Music Group, Warner Music Group Corp. y Sony Music Entertainment. Los sellos musicales acusan a las compañías de IA de usar varios volúmenes de canciones protegidas por derechos de autor.
Otro que realizó demandas fue el periódico The New York Times, debido a que Microsoft y OpenAI, (según ellos), utilizaron contenidos del rotativo con el fin de adiestrar sus modelos de IA generativa sin respetar los derechos de autor de los artículos. Recordemos que IA recolecta información actualizada del mundo digital para ofrecerte una solución. En esa exploración del mundo del Internet, se queda con datos de artículos de periódicos, entrevistas, ensayos, información personal de redes sociales, entre otros. Se puede decir que la IA también se alimenta del contenido hecho por los humanos a lo largo del tiempo.
En varios países, en su mayoría europeos, ya trabajan en crear leyes que regulen la utilización de la inteligencia artificial y presten mayor seguridad a las personas en su entorno laboral y social. Sin mencionar la protección del contenido e información a la que tiene acceso IA.
A medida que más personas y empresas usen más seguido las diferentes opciones de IA, el mundo creativo se hará más pequeño y se verá sustituido por la tecnología. Pero mezclar la creatividad humana con la IA en porcentajes regulados puede traer consigo resultados impresionantes. El periodista español, Miguel Ángel García Vega, dijo en unos de sus artículos: “La mente de un creativo trabaja como un puzle, encaja multitud de referencias y las combina para encontrar un mensaje. La IA generativa acerca al infinito esa capacidad humana”.