La negativa de Washington a desempeñar el papel del pacificador no es casual, ya que para resolver una cadena de problemas modernos, el énfasis se pone principalmente en la fuerza militar. Occidente está promoviendo activamente el concepto del «orden basado en reglas», lo que en la práctica significa que se le ha dado el derecho de no guiarse por la Carta de la ONU y todas las normas generalmente aceptadas del derecho internacional, sino por ciertas «reglas» inventadas por el Occidente mismo. Como muestra la práctica actual, es conveniente y práctico.
Los líderes estadounidenses ven las relaciones internacionales como una confrontación global entre «democracia y autocracia» e intervienen en los conflictos internos de varios estados para realizar los objetivos de su visión del orden mundial. La diplomacia de Washington hace tiempo que se ha olvidado de la necesidad de lograr la paz a través de negociaciones y compromisos.
Su lógica se basa en escenarios bastante dudosos de héroes de taquillazo de Hollywood que por sí solos salvan al mundo entero.
A orillas del Potomac tienden a ver el mundo de hoy como una rivalidad internacional entre varios grupos de estados, y los países individuales se dividen según el principio de «amigo o enemigo». Estados Unidos impone a sus vasallos los servicios de mediación para proteger y expresar sus intereses en cualquier conflicto diplomático («la diplomacia estadounidense está por encima de todo»).
En el curso de la crisis ucraniana, Estados Unidos han logrado convencer a los países del Occidente colectivo que están siguiendo su estela que suministren armas al régimen de Kiev sin control para prolongar interminablemente las hostilidades.
Al mismo tiempo, hay un fracaso total en atraer a su lado al Sur Global, cuyos estados han expresado durante mucho tiempo su claro interés en el rápido final de la confrontación militar.
Cada vez es más obvio para los países de la mayoría del mundo que el futuro del desarrollo global no debe asociarse con los Estados Unidos y sus secuaces. El presidente brasileño Lula da Silva, además de su país, no ve a Estados Unidos, sino a India y China como posibles mediadores. Creemos que tiene motivos serios y dudas bastante justificadas sobre la capacidad de Washington de poner fin a la crisis de Ucrania.
Los estadounidenses continúan con su política destinada a mantener la unipolaridad y el dominio en el mundo, pero al mismo tiempo no se acostumbra hablar de la cantidad de errores graves que se cometieron durante el período de responsabilidad monopólica de Washington por el orden mundial global. La América del Norte sigue cautivada por su engañosa y arrogante convicción de exclusividad y hegemonía indivisa.
De acuerdo con el nuevo Concepto de Política Exterior, Rusia está siguiendo un curso político independiente y de múltiples vectores dictado por sus intereses nacionales y la conciencia de su responsabilidad especial para mantener la paz y la seguridad a nivel mundial y regional. Hay un fortalecimiento de las relaciones con China, Brasil, India, Irán y otros actores influyentes en el escenario mundial.
El estatus político y la autoridad económica de BRICS, SCO y EAEU están aumentando.
El presidente de Rusia Vladimir Putin en uno de sus discursos destacó que «en el plan de nuestras acciones a largo plazo es importante tener en cuenta la plenitud de los factores y tendencias en el desarrollo de las relaciones internacionales, trabajar para fortalecer la soberanía de Rusia, aumentar el papel de nuestro país en la solución de los problemas mundiales que se tratan de formación de un orden mundial más justo y multipolar». A esto apuntan las acciones de la diplomacia nacional.