La importancia de un abordaje multidisciplinario para luchar contra la obesidad infantil

La evidencia demuestra que el sobrepeso impide que niños, niñas y adolescentes crezcan sanos y alcancen su máximo potencial.

La obesidad infantil es una afección de salud grave que afecta a niños y adolescentes. Es particularmente problemática porque el sobrepeso a menudo genera que el niño comience a padecer problemas de salud que antes se consideraban problemas de adultos, como la diabetes, la presión arterial alta y el colesterol alto.

La obesidad infantil es uno de los problemas de salud del mundo moderno. Es una enfermedad no transmisible (ENT) cuyas morbilidades (diabetes, HTA, dislipemias, síndrome metabólico) pueden no manifestarse en el momento, y también aumenta el riesgo de enfermedades digestivas, respiratorias y cáncer, entre otras.

En su etiología participan factores de riesgo y protección que actúan desde antes de la concepción del niño. Es una enfermedad multifactorial: alimentación con excesos de sal, grasas y azúcares simples, aportes calóricos aumentados, escasa actividad física, mucho tiempo de permanencia en actividades sedentarias.

Un reporte del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en el año 2023 revela que, en América Latina y el Caribe (ALC), el sobrepeso afecta a más de cuatro millones de niños y niñas menores de 5 años, y a casi 50 millones de niños, niñas y adolescentes entre los 5 y 19 años de edad.

En esa lista, Uruguay es la novena nación de América Latina (de 33 países) con una obesidad en niños de 5 a 19 años del 13,8%. Se puede decir que el promedio de obesos varones es 16.1 y en mujeres 11.4; el porcentaje de sobrepeso de niños y adolescentes es de 33,4% y el de niñas y adolescentes es de 31%.

Este trastorno requiere un tratamiento multidisciplinar, ya que si no, la obesidad conlleva a caminos que a la larga tendrán altos costos a la salud y a la calidad de vida. El punto número uno puede ser la información de una nutrición adecuada desde el embarazo. Los especialistas aseguran que es necesario crear conciencia en la familia de que “la obesidad es una enfermedad”.

Es de suma importancia la preconcepción en lo nutricional, metabólico y en la vida posfetal, ya que las carencias durante la gestación determinarán patologías que se manifestarán en la adultez, aunque se hayan gestado en el embarazo y clínicamente no se hayan detectado. Por lo tanto, la función del pediatra es la de prevenir y actuar en el período de máxima plasticidad del organismo. Es esencial el control los primeros 1.000 días de vida, haciendo especial hincapié en la madre y en el niño, sobre todo hasta los 2 años y en especial hasta los 6 meses.

Dentro de las labores del médico pediatra, debe convertirse en un puericultor y lograr mantener una empatía frente a los padres de los niños obesos (que a veces ellos también lo son) para detectar y apoyar cuando los padres quitan importancia de la obesidad del niño o no la reconocen o se sienten culpables.

El llenado completo de la cartilla de control del niño evaluando las ENT de madre, padre y abuelos, así como también el control estricto del aumento de peso a partir de los 6 meses que, si se mantiene, determinará obesidad a los 4 años. También es fundamental y esencial impartir educación a nivel, promoviendo la lactancia materna y, fundamentalmente, dando especial importancia a la alimentación complementaria y también la alimentación casera.

En los niños mayores y adolescentes, es fundamental atender la selección de alimentos en las cantinas escolares, e impulsar la enseñanza y el significado del rotulado frontal. El ejercicio es otro aspecto fundamental para una vida saludable, por lo que estimular la actividad física en niños y adolescentes ayuda en gran medida a evitar o dejar atrás la obesidad.

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