La Naranja no es mecánica pero sí es efectiva, gana y clasifica

Con goles de Memphis, Blind y Dumfries, venció 3-1 a Estados Unidos y avanzó a los cuartos de final donde se cruzará con Argentina.

Se acabó Catar 2022 para Estados Unidos. Y también para Concacaf. Casa espera en 2026 cuando sean sede del Mundial.

El ímpetu inicial del ‘Team USA’, marcado por la decisiva atajada con los pies de Noppert a Pulisic, habilitación de Klassen en el flanco izquierdo mediante, terminó apagada por un destello de ‘fútbol total’. 

Reculó Países Bajos, sin dejar de lanzar a Memphis y Gakpo, claro, permanentes amenazas para Dest y Robinson. Pero van Gaal tenía un plan: dormir el partido con de Roon y de Jong en labores de operarios. Copó los espacios con maestría ‘La Naranja Industrial’ hasta que Musah rompió líneas con un desmarque tras pase al vacío de Adams. Por ahí encontró un resquicio Estados Unidos. Una de esas aventuras furtivas de Musah finalizó con un tiro frontal de Weah, bienintencionado, pero directo a las palmas de Noppert, quien abortó la amenaza con diligencia. Van Gaal tomó nota del peligro. A pesar del dominio táctico, la diferencia era aún raquítica. Dumfries se encargó de remediarlo. Un saque de manos enturbiado terminó en sus pies, dominó el postel zurdo sobre Tyler y calcó su pase del primer gol, solo que ahora fue Blind que llegó desde atrás para rematar con la misma cadencia que Memphis: caricia con el borde interno del pie.

El plan obvio de Berhalter fue adelantar las líneas. Jugar más cerca de Noppert, a expensas de los riesgos que eso acarrea. En una incursión, Ream remató con todas las partes del cuerpo y Gakpo rechazó el esmero sobre la línea. Países Bajos respondió de inmediato: Gakpo entró a las parcelas de Turner y la pelota encontró a Ream, quien remató casi tropezado a propia puerta. Turner reaccionó con emergencia. Pero Estados Unidos ya fluía, porque la línea de van Gaal a veces cambió a tres integrantes en retaguardia. Menos encorsetado, Países Bajos dejó venir al ‘Team USA’. En eso, McKennie envió la redonda a la majestuosa y electrónica Aspire Tower.

Comenzó a multiplicarse Turner para mantener el partido con vida. Primero, bombazo frontal de Frenkie de Jong; después, de inmediato, contuvo a mano cambiada el reintegro de la cabeza de Depay. Convertido en un octópodo, Turner lideró la envalentonada resurrección estadounidense. Pulisic se dio cuenta del momentum; acarreó la pelota hasta colarse en el área de Noppert por la derecha y Wright, recién en juego, remató con floritura invertida y su pie en posición inhumana. Un gol imposible. El balón golpeó en el empeine, que miraba hacia la portería contraria, y se elevó en una trayectoria que atentó contra todas las leyes físicas. Arquímedes habría enloquecido. Y eso que van Dijk le marcaba de cerca. Resopló Estados Unidos y lo creyó posible. La afición del Khalifa, también.

Una descarga eléctrica recorrió las gradas. Por un segundo, la obra de teatro había terminado. Eso hasta que Daley Blind colgó la pelota desde la izquierda, tendida y estética, y Dumfries la impulsó desde el aire con esa zurda de madera. Turner quedó atornillado a la línea de cal. No hubo forma de rescatar al ‘Team USA’, que feneció en la cancha del Khalifa cobijado por la fresca noche qatarí. Para cuando vuelvan a un Mundial será en casa, y será otra historia.

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