La política de la cancelación y la cultura en los años oscuros

Sin lugar a dudas el golpe de Estado del 27 de junio de 1973 golpeó fuerte a la cultura artística uruguaya montevideana que desde hacía una década venía demostrando su descontento con la política que estaban llevando los gobiernos de la época.

Ese descontento también se hizo carne en miles de uruguayos «clase media» ,y «clase obrera» que eran los que con su poder adquisitivo en baja, pero todavía importante, concurrían a los espectáculos y compraban los discos.

La campaña electoral de 1971 tuvo en sus escenarios a muchos de estos artistas, que se embanderaron con el Frente Amplio o con los blancos de Wilson Ferreira.

Cuando las obras de los reconocidos autores e intérpretes fueron proscritas por la dictadura y la autocensura de muchos medios de comunicación, en los domicilios continuaron escuchándose aquellas músicas.

La dictadura quiso imponer nuevos intérpretes populares, a través de los medios de comunicación y de las grandes ferias, estos no tuvieron repercusión masiva, ya que los sectores que habían asimilado a los proscritos, no recibían con beneplácito esta propuesta del sistema, y además la calidad de los productos presentados era inferior a los prohibidos.

Se reiteró hasta el cansancio una temática encasillada en exaltación a los símbolos patrios y al nacionalismo chovinista, y cuando se recurría a la canción anterior se evitaba a los autores denominados de «izquierda»

Los discos insignia de esta propuesta son encabezados por » Disculpe» grabado por el conjunto uruguayo, Los Nocheros, el 29 de mayo de 1974 en los estudios del sello Sondor., luego los álbumes de la Orientalidad con la participación de Jorge Villalba y los Boyeros, José María da Rosa, Graciela Castro, Hilario Pérez y sus guitarras, Carlos López Terra, Rubí Castillo.

Los Nocheros, continuaron con esta propuesta, que «vendió bien» pero que no tuvo adhesiones masivas,

A esta situación que parecía irreversible, lo más significativo era que si la calidad de los intérpretes no se consolidaba en el público, tenía como batería de apoyo, el folclore argentino, el objetivo era borrar de la memoria colectiva a los cantores de protesta de la década del 60.

La aparición de nuevos autores e intérpretes en forma intempestiva, sorprendió a los censores y se abrieron espacios para nuevas grabaciones. Estos nuevos cantores, traían una propuesta renovada, pero con base arenada en los prohibidos algunos de estos jóvenes habían sido admiradores de Daniel Viglietti, Alfredo Zitarrosa, Los Olimareños, Héctor Numa Moraes, etc., porque estos artistas ya eran escuchados en ruedas familiares.

Es importante remarcar que la mayoría de ellos, tenían una fuerte presencia de «clase media», ya que muchos habían finalizado el segundo ciclo de enseñanza secundaria y alguno de ellos había estudiado música, en «su pago» o en la capital..

Otro elemento importante es que sus familiares en mayor o menor medida habían sufrido el impacto del quiebre de las instituciones, y estaban en desacuerdo que este se afirmara, muchos de estos nuevos artistas están vinculados a sectores de izquierda moderada o a los sectores del partido Nacional que resistían al régimen.

La nueva canción se basó en los ritmos musicales anteriores, tanto la llegada desde «el campo» como la reciclada en la ciudad, pero cambio su poesía, se hizo menos urgente y más hábil. Los momentos eran diferentes, y la censura funcionaba sin pausa.

La metáfora enriqueció algunos textos y se recurrió a los paisajismos pueblerinos con mayor énfasis para poder decir entre líneas lo que estaba sucediendo, se recurrió a nuevos instrumentos que variaron los sonidos y acompasaran lo uruguayo con lo latinoamericano.

Se simplificó, tal vez en demasía, este nuevo movimiento como «Canto Popular» encasillando estilos y propuestas totalmente diferentes e incompatibles.

El resultado fue la aceptación por parte de una gran cantidad de la población, los sellos discográficos que se mantenían expectantes abrieron sus estudios para esta nueva correntada musical, donde desfilaron excelentes artistas, buenos y mediocres, teniendo algunos de ellos muy buenas ventas.

Las emisoras de radio, que se habían mantenido cautas, rompieron su silencio y abrieron en algunos casos, grandes espacios para difundir la nueva música uruguaya. Comenzaron a tener un protagonismo importante los conductores de «esos programas», y algunos tuvieron, más de una vez, que ir a Jefatura a declarar por sus impresiones emitidas al aire.

Entre los años 1974 a 1978 el impulso de la nueva música uruguaya fue tan importante, que muchos empresarios y después los sectores políticos proscritos comenzaron a realizar espectáculos, que pasaron de peñas folclóricas a festivales multitudinarios Recorriendo el camino que nos presenta las grabaciones y las carteleras de espectáculos podemos afirmar que la corriente musical amparada por el oficialismo, en el año 80 junto con el plebiscito pro reforma constitucional, fue derogada por la gente.

A partir del 80 los caminos del » Canto Popular » uruguayo fueron años de resistencia casi organizada.

La dictadura a partir de 1976, al darse cuenta del «éxito» que estaban recibiendo los nuevos cantores y músicos hizo funcionar «los servicios» e indagó la ficha personal de cada uno, muchos de ellos fueron, «proscritos» para cantar en público,» porque en el año de 1969 había firmado una declaración en apoyo a los profesores en Huelga», o » en el año 1971 había sido delegado de mesa por el Frente Amplio», o » porque había sido amigo de un militante de Por la Patria.»·

Los argumentos fueron infértiles, los cantores populares continuaban haciendo nuevas músicas y sin proponérselo todavía, se creaba otra trinchera que agrandaba la resistencia contra la dictadura.

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