Relegado fuera de la alineación principal en el tramo decisivo, eliminado de la única competición que le faltará a su magnífico currículum, acabada su última oportunidad entre lágrimas, así se despidió Cristiano Ronaldo, un jugador que se ganó su lugar en la historia de los Mundiales.
El único futbolista capaz de marcar un gol en cinco Copas del Mundo jamás será campeón mundial. Ni tampoco alcanzará la mejor marca de su selección, el tercer puesto de Inglaterra 1966, ni a Eusebio como el máximo goleador de la historia de Portugal en la Copa del Mundo, con 9 tantos, uno más de los que ha logrado Cristiano Ronaldo, que terminó su aventura en el torneo de los torneos con la frustración de un adiós inesperado en cuartos, con el camino solitario hacia el vestuario. Desolado. Eliminado.
Y en la suplente. Cuando el equipo llegó al estadio Al Thumama, al sur de Doha, el once ya era público. De los últimos en bajar del autobús, sonriente, con el gesto del pulgar hacia arriba cuando cruzó la puerta del estadio, caminando con sus compañeros hacia el vestuario, uno de los pocos que no llevaba auriculares en las orejas, saludó al utilero a la entrada para sentarse en su sitio. Suplente.
Con naturalidad, junto al resto de reservas, salió luego al terreno de juego 40 minutos antes del comienzo del encuentro, entre el calentamiento del once inicial.
Cuando sonó cada nombre de Portugal en la megafonía, entre la música, entre la indiferencia generalizada, nada más despertó entusiasmo (o pitos, según el bando) ‘el número 7: Cristiano Ronaldo’.
Desde el inicio del segundo tiempo calentó Cristiano, junto a sus compañeros, en la banda, atento al desarrollo del encuentro, a la espera de la llamada del cuerpo técnico irrumpir en el terreno, apenas cinco minutos después de iniciar su calentamiento por la banda, llamado de inmediato por Fernando Santos cuando Marruecos amenazó con el 2-0.
A sus 37 años, en su quinto Mundial, con el mérito de ser el único que ha anotado en cinco Copas del Mundo, el astro luso ya sufre el cambio generacional en la selección, como también lo ha vivido en el Manchester United con Erik Ten Haag… O en las ofertas para un nuevo destino.
El tiempo pasa para todos, también para Cristiano Ronaldo, un futbolista único en Portugal, «un ejemplo», según sus compañeros en las últimas comparecencias públicas, el mejor y máximo goleador de su selección a lo largo de la historia, con 118 goles en 195 partidos, suplente dos partidos seguidos por primera vez con su equipo nacional desde 2004, cuando tenía 18 años y encadenó siete duelos como suplente, recién estrenado como internacional.
Sólo ha sido suplente en ocho de sus últimos 186 partidos con la selección. Da la dimensión de la decisión tomada por Fernando Santos. Antes del recorrido de estos dos choques, en un Mundial, en un tramo sin margen de error, CR7 sólo había sido empleado como recambio en un partido disponible con Portugal en dos choques contra Andorra, uno con Sudáfrica, otro con Mozambique, otro con Suiza, otro con México y otro con España. Las dos veces que ocurrió en el Mundial fue en la tercera cita de grupos, con su equipo clasificado.
Fernando Santos insiste en que es una decisión simplemente técnica. De planteamiento de partido. Ante Suiza y ante Marruecos. No le salió este sábado. Que no ha influido, sobre todo, el gesto que tuvo con él y que no le gusta «nada» tras la derrota contra Corea del Sur (2-1). Ni todo lo que ha rodeado al futbolista desde su suplencia ante Suiza. «Nunca dijo que quisiera irse», aseguró el entrenador cuando fue preguntado por la conversación que mantuvieron al conocer que no iba a ser titular el pasado martes ante Suiza. Y proclamó: «Dejen en paz a Ronaldo». El Mundial ha terminado para él. Para todo Portugal.