En el marco del II Congreso Nacional de Turismo Accesible, realizado en el Auditorio de ANTEL bajo el lema “Accesibilidad con sentido social: conectando personas, destinos y derechos”, Uruguay exhibió avances y reafirmó una dirección política clara. Sin embargo, el camino hacia la plena inclusión ha sido irregular y aún enfrenta obstáculos profundos que trascienden el sector turístico.
La senadora y exministra de Turismo, Liliam Kechichian, figura clave en la institucionalización de esta agenda, expresó que “Este ministerio en el periodo pasado se abandonó un poco este camino”. Su declaración, en exclusiva para el Diario la R, no fue una mera crítica dada las coyunturas, sino un diagnóstico de una interrupciones en políticas estatales que consideran al turismo como un derecho humano. “Por suerte, el nuevo ministerio que asumió ahora en marzo del 2025 incorpora nuevamente el tema, porque además de todo es una enorme oportunidad para el turismo”, añadió, destacando el relanzamiento del compromiso.
Kechichian recordó que la Ley de Turismo, votada por unanimidad en el Parlamento, incorporó este principio siguiendo los lineamientos de la Organización Mundial del Turismo. “Nosotros creemos firmemente que la inclusión, tanto la que tiene que ver con lo social como la que tiene que ver con la discapacidad, es un tema central”, afirmó. No obstante, su análisis pone en evidencia que la voluntad parlamentaria no siempre se traduce en una ejecución gubernamental sostenida, dejando iniciativas cruciales a merced de los ciclos políticos.
Un espejo de deudas pendientes
En el congreso se presentaron avances en infraestructura, tecnología y servicios. El derecho al ocio, a la recreación, a poder salir, a poder disfrutar, fueron los puntos claves a debate. También destacó el esfuerzo del empresariado privado por incorporar braille, rampas y otras adaptaciones, reconociendo que las personas con discapacidad que encuentran un destino accesible, vuelven acompañadas, se fidelizan” ratificó Kechichian.
Sin embargo, este florecimiento en el sector turístico actúa como un espejo que refleja, por contraste, áreas donde Uruguay aún consta con deudas históricas. La inclusión plena es un sistema integral que requiere de pilares sólidos en educación y empleo. Y en estos campos, los avances son notoriamente más lentos y fragmentarios.
En el ámbito educativo, si bien existen marcos normativos y esfuerzos aislados, la educación inclusiva sigue siendo un desafío. Persisten barreras arquitectónicas, didácticas y actitudinales que limitan el acceso y la permanencia de estudiantes con discapacidad en todos los niveles del sistema educativo público y privado.
El mercado laboral uruguayo mantiene una oferta insuficiente y poco diversificada para personas con discapacidad. A pesar de leyes que promueven la contratación inclusiva, la tasa de empleo para este colectivo sigue siendo significativamente menor, y muchos puestos de trabajo carecen de los ajustes razonables necesarios.
Un compromiso que debe ser transversal y sostenido
El evento marcó un camino, la accesibilidad ya no es un complemento, sino un eje central. La reinstitucionalización de la agenda en Turismo es una excelente noticia y un modelo a replicar. No obstante, para que Uruguay logre una sociedad genuinamente inclusiva, el impulso no puede quedar confinado a un solo sector. El “abandono del camino” del que habla Kechichian no debe repetirse.
El turismo accesible demuestra el potencial económico y social de la inclusión; ahora corresponde aplicar esa misma convicción y sostenibilidad para derribar, de una vez por todas, las barreras que persisten en las aulas y en los centros de trabajo de todo el país. El congreso cerró con una visión compartida: un Uruguay que no deja a nadie atrás. Cumplir esa promesa exige que el camino, esta vez, no se abandone nunca más.
