El pasado domingo será recordado como un intranquilo día de enero para Brasil y América Latina toda.
En Brasilia militantes golpistas ingresaron violentamente en la sede del Ejecutivo y provocaron destrozos.
La Policía intervino para intentar detener los actos de vandalismo en la capital del país, pero no pudo contener a los fanáticos bolsonaristas, que también invadieron el Congreso y la sede del Supremo Tribunal Federal.
Cientos de miles de militantes bolsonaristas, quienes vienen pidiendo un golpe de Estado desde el triunfo electoral de Luiz Inácio Lula da Silva el pasado 30 de octubre, invadieron el domingo el Palacio de Planalto, la sede del Ejecutivo, y produjeron numerosos destrozos dentro del edificio, que en el momento de la irrupción de los atacantes estaba vacío.
Los ultraderechistas habían chocado con la policía que antes había cercado el enorme predio ubicado en Brasilia. Rompieron el cerco e ingresaron primero en el Congreso, donde rompieron vidrios, muebles y otros objetos, y lo mismo hicieron posteriormente en la sede del Supremo Tribunal Federal, el órgano de Justicia más importante del país.
El ministro de Justicia y Seguridad Pública, Flávio Dino, escribió un mensaje en su cuenta de Twitter informando sobre lo que se estaba haciendo para detenerlos. “Este absurdo intento de imponer la voluntad por la fuerza no prevalecerá. El Gobierno del Distrito Federal asegura que habrá refuerzos y las fuerzas a nuestra disposición están trabajando. Estoy en la sede del Ministerio de Justicia”, escribió en Twitter.
Desde el pasado sábado centenares de partidarios del expresidente Jair Bolsonaro estaban llegando a Brasilia para reflotar las movilizaciones, que casi habían terminado, frente al Cuartel General del Ejército. Esto llevó a que las autoridades dispusieran un refuerzo de la seguridad en el inmenso predio situado en el centro administrativo de la capital brasileña.
En el marco de estos acontecimientos desde Diario La R dialogamos con Pablo Álvarez, Licenciado en Ciencias Políticas, ex diputado Nacional por el Frente Amplio, ex Director general del Ministerio de Educación y Cultura y ex coordinador general de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto de la Presidencia de la República.
Alvarez despejó algunas dudas respecto a lo sucedido en Brasil.
Para el académico este ataque a las instituciones por parte de militantes bolsonaristas «fue una movilización de respaldo, de convicción, no fue una acción espontánea. Evidentemente acá hubo un comando que articuló la iniciativa, hubo fidelización y organización de estrategia por lo tanto hay vinculaciones con movimientos que tengan esa capacidad de acción, esto no fue un acto espontáneo».
En esta misma línea para Álvarez sostiene que, «lo que sucedió es algo que hace tiempo se viene observando en las derechas globales, que se organizan en torno a un conjunto de banderas que no son para nada antisistémicas, pero que sí están en el universo conservador sobre todo en lo social.
Además son fuertemente anticomunistas, que se articulan muchas veces en torno a su lucha contra lo que denominan la ideología de género y además participan de un conjunto de ideas de diferentes tipos de conspiraciones globales,ante las que suelen plantear levantarse».
Otra característica que destaca en su análisis es que este fenómeno claramente tiene una asistencia y una fuerte participación de los sectores conservadores religiosos que tienen mucho poder en la región y en Brasil aún más. Además se articulan con los sectores importantes en la estructura del capital. «En este caso concreto sin duda el sector del agro ha sido uno de los grandes actores que ha promovido esta derecha. Por lo tanto, existían actores que podían hacer este tipo de cosas, era previsible, pero como siempre lo que uno no puede saber es el momento concreto específico, el cuando», destaca.
En cuanto a las responsabilidades Álvarez afirma que «se verá luego con qué información contaban los servicios de inteligencia de Brasil con respecto a esto para ver el alcance de la previsibilidad. La información que si surge es que horas antes de que efectivamente se lleve adelante la movilización, ya se tenía conocimiento de acciones que podían evaluarse claramente orientadas a este tipo de acciones.
No solamente los campamento que hace algunos días ya estaban conformándose, sino todos los reclamos y desde el momento en que se denunció que no se aceptaba el resultado electoral».
Si claramente había un clima que podía llevar a pensar que esto iba a suceder y pero en contraposición no se podía suponer sin fuentes más fiables de inteligencia. «Las condiciones políticas existían y existen para que esto pueda ocurrir» sostiene.
La mirada del politólogo aporta un dato interesante es que hace algunas horas había salido un militar a indicar que Bolsonaro no era la persona indicada para dirigir a la derecha brasileña por falta de carácter y porque había de alguna forma extralimitado los posicionamientos de la derecha, aunque destaca que hoy es difícil pensar que no tenga algo que ver Bolsonaro con lo que sucedió, su escape a Estados Unidos. Cada vez queda más claro como una necesidad de ausentarse por lo tanto de estar en conocimiento de esto, sería interesante ver si hay condiciones para la extradición para que sea juzgado eventualmente en Brasil por las responsabilidades políticas, intelectuales y tal vez materiales en esta actividad».
Consultado por el impacto en Latinoamérica dijo que «en primer lugar creo que es la confirmación de una estrategias de la derecha que comenzó con Zelaya en Honduras, y se fue repitiendo a lo largo del continente, no olvidemos lo que pasó en Paraguay, Bolivia, el intento de magnicidio en Argentina, lo sucedido con Dilma, la persecución política vía Poder Judicial. En segundo lugar, para el continente es que nadie está en condiciones de pensarse fuera de estas posibilidades y esto debería incidir en el análisis de todos los sectores al menos democráticos.
En tercer lugar otro impacto relevante es que hubo una rápida respuesta por casi todos los gobiernos de la región y eso es favorable y tal vez pueda fortalecer el papel que Lula se ha planteado jugar en la región fortaleciendo los mecanismos de integración. Los impactos también podrían verse en ese doble juego».
«Otro analisis que se puede hacer y lo que se esta viendo es que cuando la derecha tiene que responder ante las movilizaciones populares no duda en echar mano al asesinato y a la represion violenta y eso se ve por ejemplo en los treinta muertos que ya hay en Perú, sin embargo la respuesta de Brasil fue totalmernte diferente».