En 1968 se aprobó la Ley de Vivienda 13.728 que fue muy importante ya que introdujo una novedad que fue la reglamentación del modelo cooperativo. ¿Cuál era la realidad de la época en aquel diciembre de ese año?
Diría que la década de 1960 fue una década muy interesante en el mundo, no solamente en Uruguay. Fue la década del hippismo, de las revoluciones, la que cambió la forma de la guitarra, la minifalda y el pelo largo en los hombres. Es decir, fue una época que conmocionó al mundo. Fue una juventud que conmocionó al mundo.
Entonces, también las luchas de la gente, del movimiento obrero, estudiantil, el Mayo Francés que de alguna manera permitió a todos los movimientos estudiantiles del mundo. En fin, todo eso marca una década muy particular, con errores y aciertos pero fue una década que si uno estudia el Siglo XX, no puede sortearse la década del 1960, a favor o en contra no importa.
En nuestro país, en particular se producen varios hechos, para comentar algunos, se da la unificación del movimiento obrero y sindical en una única Convención Nacional de Trabajadores (CNT), se produce el Primer Congreso del Pueblo, las luchas estudiantiles fueron tremendas por la rebaja del boleto estudiantil, las luchas obreras con métodos de ocupaciones de fábrica, movilizaciones callejeras, represión, los primeros mártires estudiantiles y congelación de salarios.
Se dieron muchos elementos juntos.
Muchísimos elementos. En ese marco, es que bajo el gobierno de Pacheco Areco la Comisión Interministerial para el Desarrollo (CIDE) empieza a analizar con técnicos, sectores políticos y distintos actores, los grandes temas del país, entre ellos la salud, educación y la vivienda.
En éste último, se define como uno de los problemas que comienza a ser acuciante en el país. Se produjo un quiebre de la industria de la construcción impresionante. Prácticamente colapsa dicha industria en nuestro país.
Las recomendaciones de la CIDE son la importancia que el Parlamento Nacional discutiera la gestación de una Ley Nacional de Vivienda. En ese marco es que comienza el debate parlamentario para tener una Ley Nacional de Vivienda. Ahí, hay un diputado que era Juan Pablo Terra del Partido Demócrata Cristiano. Acá hay que tener en cuenta que aún no estaba unificada la izquierda en el Frente Amplio.
Este hombre era un arquitecto extraordinario muy sensible a los problemas de la gente. Él era de la teología de Lebret, que fue teólogo francés que plantea la economía con rostro humano. Después se gesta en este país el Centro Latinoamericano de Economía Humana (CLAEH). Esas teorías de Lebret, que para mí y para muchos analistas son la antesala de lo que luego se llamó la teología de la liberación. Ahí, Terra es muy influenciado por esas ideas.
¿Qué cosas le preocupan a Terra?
A Terra le preocupa porque veía que había mucho interés en el Gobierno en que se aprobara esa ley, como también en la industria de la construcción, porque ya se hablaba de crear un Fondo Nacional de Vivienda (Fonavi). Entonces, él fue el que se acercó al Centro Cooperativista Uruguayo (CCU) para pedir a ver si tenían algún modelo o había que pensar alguno para incluir en la ley. Así logró con debates interesantes en el Parlamento Nacional, incluir un capítulo íntegro que le da lugar al nacimiento legislativo del cooperativismo de vivienda de ayuda mutua en Uruguay.
El 24 de mayo del año 1970 surge Fucvam, fruto de tres experiencias pilotos. ¿Cómo se configuran estos hechos en la génesis de una organización que se ha mantenido en el tiempo durante 53 años?
Creo que una de las cuestiones es que se crea un modelo muy muy bueno, debido a que lo que producen los planes pilotos es que se construye bien y barato, que eso no es poca cosa. Además, dichos planes comprueban que la gente lo podía hacer.
Para mí el acierto está en que tuvimos técnicos comprometidos con el movimiento popular. En ese tiempo hubo varios muy destacados en el CCU, en el Sedas y en Itacovi. Diría que cuatro o cinco Institutos de Asistencia Técnica (IAT) que estaban muy comprometidos con el movimiento popular y abrazaron la causa del movimiento obrero.
Los trabajadores comienzan a generar cooperativas de vivienda, entonces le dan masividad, por eso pudo constituirse, además de que logran tres instrumentos políticos fundamentales, sino no hubiera crecido. Ellos son: Que la tierra tiene que estar incluida en el préstamo, que tiene que haber financiación del Estado que es fundamental y dentro de ella tenía que incluirse la tierra, materiales de construcción y asesoramiento técnico.
Entonces, la Ley concentra instrumentos políticos que permiten el desarrollo del modelo. Después, ¿qué faltaba? La gente. Esa estaba porque tenían necesidad de vivienda y el movimiento obrero era muy organizado.
El cooperativismo vivienda por ayuda mutua (Cvam) se ha transformado en un modelo que incluso lo han exportado a distintas partes del mundo. Para su confección, ¿qué elementos fueron los que se tomaron en cuenta en su momento por aquellos cooperativistas de los 1968-1970 que comenzaron el mismo?
Para crear el modelo, el aporte fue de los técnicos del CCU. El CCU nace hacia los primeros años del 1960 y cuando Terra le va a pedir a ver si tenían alguna idea, ahí le dijeron que ellos tenían un curso que daban en varios países del mundo, que era financiado fuertemente por la Iglesia y venían técnicos a nuestro país.
Entonces, cuando Terra les pide eso, Juan José Saracho nos cuenta y documenta de que dijeron ‘bueno, vamos a ir a algunos países, a ver si hay algunas experiencias que después podamos armar un modelo’. Allí fueron hasta Bolivia, villa del Lago Titicaca, vieron trabajar a los Aymara, otro compañero fue a Venezuela y vio un asentamiento irregular que se llamaba cooperativa, otro fue a Chile y vio una federación de cooperativas y le interesó eso. Terra tenía conocimiento de Suecia. El carácter de uso y goce lo traen de ese país y después con todo ese cóctel arman el modelo. De todo eso, salió el modelo.
Han hecho varios cursos. Qué les deja justamente a ustedes esta experiencia?
Primero que no solamente se da, también se aprende. Hoy en día, hemos plantado la semilla del cooperativismo de vivienda en Paraguay, Bolivia, Honduras, Guatemala, Nicaragua, El Salvador, Sandia, Malawi, Filipinas, Sri Lanka, entre otros. Ahora nos han invitado a ir a Barcelona dentro de un mes.
Hemos trabajado en el internacionalismo a full. Fucvam es una organización que cree que hay que expandir el modelo más allá de la frontera donde existan compañeras y compañeros que quieran impulsarlo en sus países.
Todo eso ha hecho que hoy estemos muy orgullosos de que hay federaciones cooperativas de nuestro modelo en varios países del mundo.
Éste ha sido el trabajo del acceso a la ciudad. ¿Le ha sido fácil o difícil a Fucvam?
Sí, ha sido complejo, es un modelo contra hegemónico. Nosotros planteamos la importancia de la propiedad colectiva y eso el sistema capitalista no lo perdona. Somos una piedra en el zapato de la industria de la construcción. No tengo duda de eso.
Esta industria tiene una visión mercantilista, cómo es lógico. Había una vieja consigna de los obreros de la construcción que decían «Construimos palacios y vivimos en ranchos». Esa es la realidad.
Entonces, para la industria de la construcción que tiene mucho peso en nuestro país somos competidores no bien vistos. Ellos pesan mucho en los gobiernos obviamente.
¿Cuántas cooperativas tiene Fucvam hoy actualmente?
Hoy tiene 743 cooperativas afiliadas. Lo que te puedo decir es la cantidad de gente. Tendrías que pensar en 35.000 familias que viven solamente en las cooperativas de vivienda de Fucvam, ponele una media de cuatro personas.
Hablamos que somos 130.000 – 135.000 personas que viven en el cooperativismo de vivienda aproximadamente. Es un movimiento muy muy importante para la población. Es la ciudad más habitada, después de Montevideo. Ahora estamos en 18 departamentos con un gran crecimiento en el litoral del país: Salto, Paysandú y Soriano.