Los vuelos secretos y el riesgo que asumió Perú para ayudar a Argentina en Malvinas

Dan a conocer detalles de una operación que significó un gran aporte moral para los combatientes.

Cuarenta años atrás, Argentina intentaba recuperar las Malvinas en una guerra contra el Reino Unido y sus aliados de la OTAN. En un conflicto con una diferencia de poderío militar abismal, el país sudamericano encontró un aliado que arriesgó su propio destino para ayudar a su vecino del sur del continente. Así fue la operación secreta de Perú.

Con el combustible justo y sin comunicación para esquivar los radares de Chile que mantenían reporte directo con los británicos, 10 cazas y un Hércules volaron en secreto desde la base de la Fuerza Aérea Peruana en La Joya hasta Jujuy, en el norte de Argentina, el 6 de junio de 1982 para reforzar la Fuerza Aérea Argentina. Lo hicieron con tanques de combustibles extras adosados y con las insignias argentinas recién pintadas. «Si eran descubiertos, Gran Bretaña iba a considerar a Perú su enemigo y, además, iba a ser sancionado por violar el embargo de armas que había contra la Argentina», recordó el comodoro retirado y héroe de Malvinas Luis Puga en una entrevista con Clarín. 

Puga había viajado aquel día a Jujuy luego de regresar de las islas Malvinas y contar en el Edificio Cóndor, la sede de la Fuerza Aérea Argentina, cómo era la situación en el archipiélago. Una vez en destino, un coronel del Ejército le reveló que estaban esperando aviones peruanos.

«Los peruanos bajaron de sus aviones y nos confundimos en un abrazo», compartió con el medio argentino.

La emoción del héroe de Malvinas era tal porque además del noble gesto de los peruanos, uno de los Mirage tenía el número de matrícula del avión en que había caído en el Atlántico Sur. Apenas 13 días atrás, el argentino se había eyectado de su M5 Dagger tras ser impactado por un misil lanzado por un avión británico Sea Harrier en la batalla de San Carlos. Los argentinos invitaron a los peruanos a almorzar y fue allí cuando el teniente peruano Gonzalo Tueros y sus camaradas se ofrecieron como voluntarios para ir a combatir a Malvinas sin uniforme peruano.

Sin embargo, con la negativa del jefe de la Fuerza Aérea Peruana se descartó esa posibilidad.

Según informes que cita el diario argentino, la compra de los cazas había sido acordada con Perú «el 14 de diciembre de 1981 por 55 millones de dólares». El envío iba a concretarse a fines de 1982, pero Perú adelantó la entrega pese a los grandes riesgos. El mismo 6 de junio, los 35 pilotos y técnicos peruanos se abrazaron con los argentinos y regresaron a su país en el Hércules para no despertar sospechas.

Con la rendición del 14 de junio, los Mirage peruanos no llegaron a entrar en combate, aunque reforzaron la seguridad aérea de la Patagonia. Recién en el año 2019, el embajador argentino en Perú condecoró a los pilotos peruanos que habían pilotado los Mirage.

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