FEMINISMO

Menstruar en Calle: la violencia de género que no se ve

Un proyecto de apoyo a las mujeres y hombres trans en situación de calle.

Con papeles, ropa, bolsas a falta de toallas higiénicas, así llevan su menstruación las mujeres y hombres trans que viven en situación de calle en Uruguay. Además de enfrentar los cólicos menstruales sin remedios, también sufren discriminación en la atención primaria en caso de una emergencia ginecológica. Existen en Uruguay algunos proyectos que piensan y se ocupan de la menstruación en diferentes poblaciones. Menstruar en Calle Montevideo es uno de ellos.

El proyecto “Menstruar en Calle” nació hace tres años, cuando algunas mujeres especializadas en diversos temas, que se preguntaron sobre “cómo resuelven las mujeres en situación de calle el tema de la menstruación”. Los lugares que recorren son los barrios que conforman el Municipio B, y algunos otros. Las mujeres en situación de calle son menos y están distribuidas en los dispositivos del Estado, aunque un grupo está a la intemperie y es donde se “intenta poner el foco, porque las que asisten a los refugios, a veces, tienen acceso a algunos productos”, es uno de los objetivos de esta organización. 

Estas mujeres comprometidas con la causa, mantuvieron un primer contacto con un colectivo de Chile que tiene el mismo nombre y objetivos similares (El programa “Menstruar en Calle” nació a mediados del año 2020, en plena pandemia, como iniciativa para hacerse cargo de esta problemática a través de distintos lugares de Santiago en las que se entregaron productos como toallitas húmedas e higiénicas, protectores diarios y preservativos, entre otros utensilios). Sin embargo, si bien hubo algunos intercambios virtuales con ese grupo y otras “activistas menstruales” de Brasil y Colombia, luego se perfilaron por su parte y continuaron trabajando de forma autónoma.

La menstruación de las mujeres continúa siendo un tabú en varios ámbitos sociales. El sangrado es el resultado de un proceso biológico, que se repite cada mes durante, por lo menos, 30 a 35 años, y requiere de ciertos recursos económicos porque los productos de higiene menstrual son costosos. Si bien en varios países activistas y colectivos han militado y logrado exonerar impuestos, Uruguay aún no integra ese grupo.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha pedido que la menstruación sea reconocida como un «problema de salud y de derechos humanos» y «no de higiene» y que, por tanto, se aborde en la perspectiva de un curso de vida, desde antes de la menarquia hasta después de la menopausia. Así, la organización ha lamentado que la salud menstrual no haya formado parte de la agenda de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo, ni en la Declaración del Milenio, ni tampoco esté incluida en las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para los objetivos de salud, igualdad de género o agua y saneamiento.

En concreto, el organismo de Naciones Unidas ha solicitado reconocer que la salud menstrual significa que las mujeres y niñas tengan acceso a información y educación al respecto, a los productos menstruales que necesitan, a las instalaciones de agua, saneamiento y eliminación, a la atención competente y empática cuando sea necesario, y a vivir, estudiar y trabajar en un entorno en el que la menstruación se vea como algo positivo y saludable, no como algo de lo que avergonzarse. La OMS también se ha comprometido a intensificar sus esfuerzos para alentar a los responsables políticos y sanitarios a colaborar para promover los derechos de las mujeres y las niñas y, así, satisfacer sus necesidades integrales de salud menstrual, especialmente en contextos humanitarios.

Contacto: Quienes deseen donar productos pueden comunicarse a través de la cuenta de Instagram @menstruar_en_calle_montevideo o al 099 954 767.

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