Monseñor Fajardo: “He subido del sur al norte, que es un mundo distinto. Lejano norte, como decía Maggi”

“Un Estado libre y una Iglesia libre es lo mejor para todos” señala el obispo de Salto

Originario de Minas, Fajardo se desempeña como obispo en la ciudad de Salto desde 2007; anteriormente, lo hizo en el departamento de San José durante 13 años. En este sentido, afirma: “Yo he subido del sur al norte, que es un mundo distinto. Lejano norte, como decía Maggi”, aludiendo al libro del escritor Carlos Maggi “Artigas y el lejano norte”. Asegura que esta región “tiene sus características propias, que uno va conociendo”.

Sobre la realidad del interior, el obispo hizo hincapié en la desigualdad y señaló que persiste la problemática de la centralización de servicios en Montevideo. Según él, aún se requiere mucho trabajo en este aspecto: “Creo que el tema de la descentralización de los servicios ha avanzado, pero falta mucho todavía”.

A pesar de reconocer avances, nos dice que no todos los servicios han mejorado de igual manera: “El tema médico es especialmente grave. En las zonas más alejadas, donde hay pequeños pueblos, la gente tiene mucho menos acceso a la medicina y otros servicios básicos”, explicó.

Volviendo al recurso de trazar paralelismos, Fajardo recordó la canción del cantautor Pablo Stramín, “Morir en la capital”, señalando su vigencia en estos tiempos.

En este contexto social y ante la pregunta de qué acciones son posibles desde la institución, la realidad económica se presenta como uno de los principales desafíos. El obispo describió a la Iglesia uruguaya como una institución que “nació muy tarde” y que, desde sus inicios, ha enfrentado dificultades económicas significativas. “Tenemos una gran estructura, con catedrales y templos que hay que sostener y mantener, además de una cantidad de obras y realidades que son onerosas”.

Por su parte, el descenso en la participación de los fieles también ha contribuido a una reducción en los ingresos de la Iglesia. “Ha habido un descenso en la participación, eso se nota en muchos lugares, y eso también genera menos ingresos”, señaló el sacerdote.

El compromiso social de la Iglesia sigue siendo parte de la red de protección de aquellos que más lo necesitan. Destaca la labor en la entrega de viandas y en la educación no formal. “Acá, por ejemplo, en la Catedral de Salto, en la Casa Sagrada, se entregan 150 viandas todos los sábados, y la Iglesia tiene presencia en el mundo educativo, no solo en el formal, sino en el informal”. Durante su tiempo como obispo en San José, Fajardo supervisó cinco proyectos educativos, y actualmente, la Iglesia continúa llevando adelante una serie de iniciativas.

A pesar de los desafíos, afirma que la Iglesia uruguaya sigue siendo un pilar fundamental en el tejido social del país, adaptándose y encontrando maneras de cumplir su misión en medio de tiempos cambiantes.

Consultado sobre la dificultad de la Iglesia para hacer llegar su mensaje, el obispo Fajardo destacó que los cambios se han hecho evidentes en la participación comunitaria: “Han disminuido notablemente. Sí, creo que hay una gran indiferencia, pero no solo en lo eclesial, sino también en lo político y en lo sindical”, afirmó.

Nos dice que un ejemplo claro es la dificultad actual para formar comisiones de padres en las escuelas, algo que antes se lograba con mayor facilidad. “Hay una cierta mirada individualista de las cosas y de la sociedad, que hace que cada uno haga la suya”, agregó.

Señala la necesidad de una “invencible paciencia” en la promoción de lo comunitario como el verdadero motor de avance. “Lo que de alguna forma hace avanzar es lo comunitario”, afirmó con convicción.

La Conferencia Episcopal ha elaborado un documento titulado “Libertad y compasión desde el alma de nuestro pueblo”. Este documento es una reflexión profunda sobre el año electoral, pero va más allá de los comicios. “Es una reflexión que va más allá incluso de las elecciones, pensando en el país y su futuro”, explicó. El documento ha sido bien recibido y está siendo utilizado como base para reuniones con distintos candidatos en el marco del proceso electoral actual.

Destacó la importancia de que tanto la Iglesia como el Estado sean libres, lo que, según él, es beneficioso para ambas partes. “Una Iglesia libre y un Estado libre, yo creo que eso es bueno”, afirmó. Esta libertad, explicó, permite a la Iglesia centrarse en su misión principal: el anuncio del Evangelio. “Da libertad a la Iglesia para el anuncio del Evangelio, que es lo propio, en una colaboración mutua y en un sentido de laicidad positiva”, señaló.

En los últimos días, la Iglesia realizó una conferencia de prensa sobre derechos humanos. Consultado Fajardo sobre cuál era el mensaje que deseaba dar la institución, comenzó por señalar que “esto tiene sus antecedentes en la Comisión para la Paz, formada por Jorge Batlle, donde participaron figuras importantes como el arzobispo de Montevideo, el padre Pérez Aguirre, y posteriormente, el padre Jorge Osorio tras el fallecimiento de Pérez Aguirre”.

La Iglesia ha hecho varios pronunciamientos sobre derechos humanos a lo largo del tiempo. A través del Observatorio del Sur (OBSUR) y su presidente, Nelson Villarreal, se inició un contacto con el fiscal de Lesa Humanidad, Ricardo Perciballe y con Wilder Tayler, del Instituto Nacional de Derechos Humanos. “Ellos nos explicaron la situación actual en la búsqueda de detenidos desaparecidos”.

La posibilidad que se planteó, algo que ya se había ofrecido en ocasiones anteriores, es que la Iglesia, al estar presente en diversas comunidades, podría recibir información confidencial sobre posibles enterramientos clandestinos. Esto se realizaría manteniendo el anonimato de las personas involucradas. Se destacó la diferencia entre el rol de la fiscalía de casos de Lesa Humanidad, que se enfoca en la parte punitiva, y el Instituto Nacional de Derechos Humanos, que se dedica exclusivamente a la búsqueda de los detenidos desaparecidos.

Es importante señalar, nos dice, “que el papel de la Iglesia en este contexto no tiene que ver con el sacramento de la confesión”, sino con una confidencialidad. De hecho, ha habido casos en los que el arzobispo ha pasado información recibida, “aunque, como mencionan, no toda la información es siempre confiable”.

“Nuestra disposición es colaborar en sanar esta herida en el marco de un país con un modelo artiguista, que en la Batalla de las Piedras, proclamó ‘clemencia para los vencidos’ y ‘curad a los heridos’. Está compasión, con un enfoque franciscano y cristiano, podría ayudar a cerrar un capítulo oscuro en la historia del país al descubrir dónde están los restos de los familiares desaparecidos”.

Consultado sobre cómo evaluar el rol de la Iglesia durante la pasada dictadura, sostiene que “ha desempeñado un papel digno, ayudando y generando espacios de libertad en las parroquias, que fueron reconocidos como uno de los pocos lugares de libertad que se mantuvieron durante esos tiempos difíciles”. Aunque hace la salvedad de que no se trata de una institución con gran poder en el contexto de las instituciones uruguayas, “lo que pudo aportar fue valioso”.

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La Iglesia está a la espera de la respuesta desde el Vaticano. La invitación fue cursada por el gobierno nacional y la institución en el marco de la visita que el sumo pontífice realizaría a Argentina a fin de año. “Las invitaciones están hechas y bueno, dependerá de su salud y también de cómo se vaya ordenando la situación en la región”.

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