El comunicador y periodista español Jesús Quintero, un creativo y personal animador de radio y televisión, creador de ciclos como “El Perro Verde” y “El Loco de la Colina” con los que a fines de la década del ’90 trajo su impronta al Río de la Plata, falleció hoy a los 82 años.
Quintero murió en la residencia geriátrica Nuestra Señora de los Remedios de Ubrique, en Cádiz, donde fue alojado arrastrando problemas respiratorios y coronarios, informó la prensa española.
El mítico presentador y creador de múltiples formatos de radio y televisión, recibió más de 200 galardones, entre los que destacan el Ondas Internacional, el premio Rey de España de periodismo y el Premio a la originalidad periodística.
En Uruguay realizó un ciclo de programas en canal 12 por el cual pasaron como entrevistados Eduardo Galeano, Fernando Parrado, José Mujica, Eleuterio Fernández Huidobro y Carlos Páez Vilaró.
Maestro para una generación de periodistas que se formó escuchando su modo en la Radio Nacional de España, llegó aquí retransmitido en los ochenta. Cuenta la leyenda que divagaba sobre una canción de los Beatles (The fool on the hill) cuando confesó sentirse como un loco en una colina. Esa fue la inspiración para el programa que terminó arrasando entre la audiencia nocturna argentina.
«No transo», declaraba en repetición. Bien podría ser ese el lema de su actividad periodística. Decía querer hablarles especialmente a «sádicos, enfermos, ancianos, sonámbulos». Su relación con el medio era intermitente, se esfumaba y volvía por sorpresa para pegar un nuevo portazo. Podía rozar los límites y entregarse a charlas con asesinos. Su diálogo con Ramón Lijo Ageitos, marinero vasco que mató a su ex amante y a un amigo, entró en la historia periodística.
Ganador de dos Premios Ondas, la Medalla de Andalucía y el premio de Periodismo Rey de España, entre otros cientos, el comunicador revolucionario admitía extensas temporadas de depresión y oscuridad. «‘No sigas por ahí’, me dijo el psicólogo una vez. ‘Vas a terminar siendo el loco de la colina'». «Mi programa fue una terapia y a la vez una destrucción. Los delicuentes me cuidaban el coche, los locos se escapaban del manicomio para venir a la puerta de casa. Yo metabolizaba y metabolizaba», se desangraba en confesiones. «Yo entrevistaba a un marinero y me volvía marinero, entrevistaba al suicida y… era el suicida».