Hoy, y luego de la COP 27 se hace aún más necesario pensar y actuar en lo ambiental desde la perspectiva de la educación popular. Unos años atrás, impulsamos la conformación del colectiva Pedagogía de la tierra que se propuso trabajar junto al movimiento ambiental, las huertas comunitarias y las redes territoriales, en la formulación de estrategias de resistencia.
Hace algunas décadas, era válida para algunas personas la posibilidad de diferenciar «guerras justas» de «injustas». Hoy, a la luz del arsenal que tienen algunos países, sumado a la ética en que se mueve el sistema-mundo donde para ser hay que destruir a otro, cualquier guerra implica el riesgo certero de destruir el planeta como sistema-vivo. Pues el planeta es la agrupación-relación de sujetos vivos y no la simple nominación de objetos.
Acercarnos a los orígenes, a nuestros pueblos originarios, nos permite ver y entender, el medio ambiente, la naturaleza, la biosfera, no es algo apartado de los seres humanos, que puede ser observable externamente. Se trata de algo que nos atraviesa y constituye, que otorga identidades y que se manifiesta en una relación complementaria. Salvo, que en los últimos 400 años (por poner una fecha aproximada), nuestra civilización patriarcal, colonialista y capitalista se ha desarrollado en función de un ética fuerte, que promueve la competencia y la anulación del «otro» (de lo otro) como forma de asegurar la sobrevivencia. Nos invita a pensar que la exclusión es natural, así como los factores estructurales del sistema, que lleva al extremo de que el 1% de la población mundial sea más rica que el resto 99%.
El caso es que, en noviembre de 2015, de visita por el Centro Martin Luther King de Cuba, y en varias instancias compartidas allí, nos acercamos a esta idea de la Educación Popular Ambiental. Otros, como Moacir Gadotti (amigo y compañero de luchas de Paulo Freire) nos habla de «Pedagogía de la Tierra» en un sentido similar.
Para quienes nos consideramos, nos definimos y nos movemos como educadores populares, impulsando procesos de lucha-resistencia-creación que aporten a la construcción de sujetos populares para la transformación de la sociedad que se construye a partir de hoy; involucrar la mirada ambiental o ecológica es una herramienta conceptual y práctica necesaria.
Si sostenemos además, que la Educación Popular tiene un claro contenido político, que implica la reflexión crítica de la realidad, que no es otra cosa que tejer procesos de transformación radical de la sociedad, entonces damos con una propuesta que puede aportar mucho a actividades que se vienen desarrollando con mucha fuerza de un tiempo a esta parte, que involucran el trabajo con la tierra, las luchas por la defensa de la naturaleza, cooperativas de producción, de consumo, etc.
No es para nada fácil vivir, como sociedades, en la tarea de reconstruir el planeta. Los modos de producción capitalista, son al mismo tiempo, modos de destrucción de la naturaleza. Sin embargo, queremos problematizar algunas ideas que muchas veces se manejan sin crítica. Los países ricos intentan colocar en las agendas globales la idea de que es posible un desarrollo sustentable. Cuando, claramente, el concepto de desarrollo con un fundamento colonizador y basado en la ganancia irracional a costa de la exclusión, la explotación y la muerte, no puede ir de la mano de lo sustentable, que expresa justamente lo contrario.
La Educación Popular impulsa una ética de la esperanza (como nos mencionaba José Luis Rebellato), que la contraponía a la ética de la armonía neoliberal. Agrego que la esperanza, como el amor, es una categoría revolucionaria. Insistimos en la esperanza como ese impulso que nos permite buscar alternativas, de la esperanza de los excluidos, de los gritos de libertad que se dan cada vez que logramos cambiar, modificar, lo que el sistema tenía previsto en su plan. Así, desde la Educación Popular y siguiendo a Rebellato, promovemos una ética centrada en valores de dignidad, respeto, justicia, la vida, una ética centrada en un proyecto liberador.
Podemos decir que la Educación Popular Ambiental se expresa hoy a partir de prácticas desarrolladas en varios lugares, barrios, pueblos, regiones, donde se generan procesos de problematización y crítica de la realidad, promoviendo acciones, actividades y procesos que enfrentan-resisten al modelo de desarrollo mencionado, a la vez que crean nuevas bases, conceptos y prácticas para consolidar procesos instituyentes de transformación social hoy mismo.
La defensa de los recursos naturales con el objetivo de identificar como se mueven los tentáculos del sistema, sin caer en una crítica vacía, siendo claros en notar el juego de poder que existe tras bambalinas entre multinacionales, Estados, organizaciones financiadas por países del primer mundo, etc. Además, sumemos a esto la conformación de cooperativas de producción a pequeña escala, en zonas rurales, promoviendo los cultivos orgánicos, sin químicos, respetando y promoviendo la biodiversidad. Huertas barriales, urbanas, comunitarias, donde se mezclan procesos de convivencia, generar verdes en los grises de las ciudades, formando conciencia de lo que implica el poder cultivar determinados alimentos, comiendo más sano y acercando los cultivos al consumo familiar. Menciono estos, a cuenta de una variedad y cantidad impresionante de actividades relacionadas.
Como vemos, la Educación Popular Ambiental es una respuesta contra-hegemónica que pretende construir sujetos transformadores a partir de la reflexión sobre las prácticas, de manera de enfrentar los tremendos problemas ambientales y de la naturaleza a los que nos enfrentamos hoy. Construyendo conciencias de cambio a partir de la «conversación de saberes», la promoción de la participación popular y la construcción de nuevas relaciones de poder entre seres humanos, y entre estos y la naturaleza. Relaciones de poder que promuevan la vida conjunta, la idea de ser si permitimos que otros sean y el asumirnos una parte más, un hilo más en la trama de la vida.
La politización de la ecología no tiene que ver ni con lo partidario, ni con lo electoral, tiene que ver si con comprender la ecología como parte de un paradigma que se contrapone a la propuesta actual de progreso vinculado casi exclusivamente al aumento del consumismo extremo y suntuario. Lo ecológico entonces, es más que la naturaleza a secas, lo ecológico no coloca al ser humano en un lugar externo al de la naturaleza. Desde la Educación Popular Ambiental, se promueve la capacidad de integrar a la reflexión y a la subjetividad de la gente, el componente de que formamos parte de esa biodiversidad de la tierra. Una parte más que debe interactuar en iguales condiciones con el resto. Promover así las capacidades individuales y colectivas para atender, aprender, e interiorizar la vasta trama de lo ambiental, de la naturaleza, de la biosfera como sistema vivo.
Para lo anterior es fundamental comprender el punto de partida de los grupos con los que trabajamos, en tanto su idiosincrasia, sus conocimientos, su posicionamiento en el sistema-naturaleza, etc. Sin reconocer esto, podemos generar ruidos importantes en lo comunicativo, hablando en paradigmas distintos, sin permitir la «conversación reflexiva» que invite a reposicionarse.
Sumar claramente las prácticas existentes y organizarlas en función de su posicionamiento con respecto al modelo civilizatorio, su potencia, sus puntos de fuga y su complemento conceptual (sea plasmado en papeles o sea plasmado en el relato constituido desde y a partir de las prácticas).
En el proceso pedagógico planteado desde la Educación Popular Ambiental, no hay espacio para sabelotodo que aconsejan a grupos o individuos. Hay más bien, espacios de intercambio y reflexión en los que la circulación de saberes produce nuevos enfoques que enriquecen las prácticas pero además permiten cargar mejor los esfuerzos en enfrentar el problema ambiental como un problema socio-cultural, que involucra nuestra relación con el ambiente, y visibilizar el modelo devastador de desarrollo que nos propone el sistema actual, donde también quedan involucrados los temas afectivos, comunitarios, de salud, vivienda, etc.
Lo situacional toma para este enfoque de la Educación Popular Ambiental, una importancia mayúscula, en el sentido que atraviesa nuestros comportamientos cotidianos, enfrentando también nuestras contradicciones concretas, a la hora de (re)definir las relaciones que promovemos con otro/as hombres y mujeres, así como con la naturaleza.
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