La pizza es posible que sea la comida favorita de muchos, si bien es claro que no es algo autóctono, es innegable que la pizza formó parte de la infancia de todos nosotros y nuestro día a día, siempre es una opción sólida para casi cualquier hora. Para almorzar, cenar, picotear, acompañar el mate. ¿Y quién nunca desayunó la pizza que quedó de la noche anterior?
Diferentes versiones provenientes de distintas regiones acá fueron adaptadas para diferentes momentos. Recuerdo cuando era un niño y tenía mis primeros acercamientos a la gastronomía haciendo pizzas con mi abuela y ella me decía “¿La hacemos alta o chatita?”.
La pizza que llamamos alta o pizza de cumpleaños, es pizza estilo siciliana caracterizada por su masa esponjosa, su salsa de tomate y nunca llevar queso. Y la pizza “chata” es pizza estilo argentino, que se hace con una masa más fina, salsa de tomate y al contrario que la siciliana, ésta lleva mucho queso.
Los orígenes de la pizza se remontan a la antigua Grecia, donde se le denominaba pizza a cualquier pan plano salpicado con grasa o aceite y horneado fuerte. Pizza proviene de “Pinsa” que quiere decir presionar o aplastar, haciendo alusión a la forma de hacer la masa. Pero la pizza que conocemos actualmente nació en Nápoles en algún momento del siglo 17. Los italianos hicieron tan bien lo suyo que la pizza estilo Napolitano fue nombrada por la UNESCO como patrimonio inmaterial de la humanidad. Nápoles no solo es la cuna de la pizza, si no que allí también se encuentra la primera pizzería del mundo, «Port’ Alba», fundada en 1738. Comenzaron con una dinámica de pizzas para llevar y en el año 1830 abrieron las puertas de su restaurante, cambiando así la impronta del lugar y manteniendo ese estilo hasta el día de hoy.
La pizza tomó popularidad muy rápido globalmente, los inmigrantes italianos se encargaron de llevar sus costumbres al resto del mundo, convirtiendo a este plato en un producto de la gastronomía mundial dando paso a diferentes versiones, maneras y métodos de prepararla.
Una corriente que tomó mucha fuerza los últimos años en Uruguay fue comenzar a convertir la pizza en una experiencia gourmet con ingredientes menos convencionales. Ofreciendo versiones remasterizadas del ya conocido clásico. Lo lindo es ver que no llegaron a derrocar al viejo bar de barrio con la pizza por metro y abundante muzza que llena la cuadra solo con el olor de prender el horno a leña, si no que a complementar y dar otra opción a la hora de elegir qué comer.
Una de las cosas que más ofrecen y diferencia notoriamente un estilo del otro es la famosa masa madre. Un prefermento natural a base de harina y agua, utilizado desde hace cientos de años y que ha tomado mayor protagonismo en el último tiempo. La masa madre lleva consigo un cuidado especial, todos los días hay que alimentarla para evitar que los microorganismos en ella mueran y se eche a perder.
Da como resultado una masa la cual desarrolla más aromas y sabores, también bordes más gruesos muy alveolados, aireados y crujientes con una base fina.
Se usa en lugar de la levadura y da diferentes resultados tanto en textura como en sabor.
No podemos decir que una es mejor que la otra, ya que es algo totalmente subjetivo, diría que ni siquiera habría que compararlas. Terminan siendo dos experiencias totalmente distintas, en lo personal puedo disfrutar tanto una “pizzeta de masa madre con queso crema y mortadela con pistachos” de algún lugar de renombre, como “medio metro de muzza con aceitunas” del bar de la esquina. A lo que voy es que al final termina siendo una decisión propia.
Y mi consejo es que se animen a probar cosas nuevas, con todo lo que sea comida eliminen el prejuicio y prueben! Es verdad que no todo lo que prueben de primera les va a gustar, pero creanme, que se van a llevar más de una sorpresa.
