Carolina López, integrante del equipo de Consultoría en Capital Humano de KPMG Uruguay, dijo a Diario La R que en caso de aplicarse una reducción de la jornada laboral se “deberán desarrollar y gestionar de cerca indicadores que les permitan sacar conclusiones objetivas respecto a la productividad”.
Durante el acto por el Día Internacional de los Trabajadores, el presidente de la central sindical, Marcelo Abdala, puso sobre la mesa la posibilidad de reducir la jornada laboral de 8 a 6 horas y un incremento de salarios. ¿Están las condiciones dadas para que esto acontezca en Uruguay?
En Uruguay creemos que pensar en una jornada laboral reducida está todavía lejos. Algunas empresas brindan como parte de su plan de beneficios algún día puntual en el que se trabajan menos horas (a veces durante todo el año y en otros casos durante un período particular, por ejemplo, el “horario de verano”). Sin embargo, esto no puede ser confundido con una jornada laboral reducida.
Incluso en posiciones de responsabilidad, gozar de este tipo de beneficios se hace más difícil de articular. En varios sectores, la incorporación de nuevas tecnologías ha hecho que se genere una dinámica de trabajo donde los límites entre la vida laboral y personal se han visto completamente desdibujados y, por ende, las horas de trabajo son muy superiores a lo esperado, lo cual termina siendo perjudicial para el colaborador.
Por otra parte, si bien en los últimos años se ha avanzado en el tema, es una realidad que las mujeres continúan dedicándole un mayor número de horas a las tareas del hogar y el cuidado de los hijos, lo cual genera una barrera para las mujeres (especialmente para cargos gerenciales y puestos de dirección).
Al otro día, al ser consultado por la prensa, el primer mandatario, Luis Lacalle Pou, dijo no tener problema en generar esa discusión y argumentó que a la misma debería sumarse la productividad y el salario. ¿Esas deberían ser las claves a la hora de sentarse a analizarlo?
La productividad y el salario son dos aspectos importantes que van a estar sobre la mesa y de especial preocupación para empresarios y directivos; pero no son los únicos que deben ser considerados. En algunos países de Europa como Reino Unido, España, Alemania y los países escandinavos han comenzado a implementarse planes piloto de semana laboral de cuatro días y la reducción de las jornadas de trabajo; en esta línea hay estudios que plantean que esto ha generado impacto positivo en los niveles de salud y bienestar de los colaboradores, así como en sus niveles de motivación, además de un aumento en la productividad. Si se toman en cuenta países donde ya se ha implementado, todo parece indicar que el impacto en los colaboradores es positivo e incluso podría ser bueno para la atracción y retención del talento.
El presidente de la Confederación de Cámaras Empresariales (CCE), Diego O’Neill, indicó al suplemento Emprendimientos & Negocios de Diario La R del 12 de mayo que lo planteado por Abdala es una “aspiración muy atractiva, pero es inviable” ya que “sería un aumento de costos significativo”. Además, señaló que “el sistema productivo no está en condiciones de hacerlo”. La consulta es: ¿cómo se mide la productividad?
En caso de ser implementada la jornada laboral reducida, las empresas deberán desarrollar y gestionar de cerca indicadores que les permitan sacar conclusiones objetivas respecto a la productividad. Esos indicadores van a variar de una empresa a otra, por poner un ejemplo: en un call center podría ser la cantidad de reclamos atendidos.
¿Qué sucede con las empresas? Porque no todos los rubros estarían aptos para aplicarlo.
Desde nuestra perspectiva, Uruguay no se encuentra en este momento preparado para dar este paso. Nuestro país se encuentra aún inmerso en el proceso de idear y definir relaciones laborales más flexibles, pero no jornadas laborales reducidas. En este sentido, si bien algunas empresas estaban de acuerdo con la implementación de regímenes de trabajo más flexibles antes del Covid-19, este suceso aceleró un proceso de transformación del modo en que se trabaja y lo que las personas valoran a la hora de evaluar una propuesta laboral o un cambio de empleo. Las organizaciones están yéndose hacia entornos más flexibles, que apoyen un mejor equilibrio entre la vida laboral y personal, para buscar el bienestar de los colaboradores. Claros ejemplos de esta flexibilidad son el trabajo remoto e híbrido y los horarios flexibles.
La clave:
“Si bien podría ser posible a futuro (replicar el proyecto chileno aprobado en abril que reduce la jornada laboral a 40 horas semanas gradualmente durante los próximos cinco años), debe haber un marco legal que se ajuste a las nuevas condiciones y brinde seguridad tanto a la empresa, como a los colaboradores. Además, es importante que cada empresa realice un análisis de la situación, debido a que hay sectores en los que puede ser más simple o complejo; para ello depende del tipo de actividad que desarrolle”
Carolina López – Integrante del equipo de Consultoría en Capital Humano de KPMG Uruguay