Rojo de sangre roja: Federico

“Quiero dormir un rato, un rato, un minuto, un siglo; pero que todos sepan que no he muerto; que hay un establo de oro en mis labios; que soy un pequeño amigo del viento del Oeste; que soy la sombra inmensa de mis lágrimas.”

El odio mata pero no gana de olvido. Mata el fascista a pura abomiación. Mata en patota. Mata en histérica gritería. Mata con cobardía. Mató allá en Granada y mató en esta tierra mía. Cuando mata brama y chilla: «rojo»; «marica»… mató allá en Andalucía y mató también en estas tierras mías; vociferando comunistas y putas a las madres mías. Mujeres y  hombres, dignos, rebeldes, desnudas y desnudos al pie de sus propias fosas enfrentaron la bajeza, la canallada y la ignominia.  

Pensé que hay palabras, no demasiadas pero sí las suficientes, las capaces de resumir el por qué de que exista una pulsión necesaria. Esas que se hallan donde se refugia el más básico de los sentidos, esa cuestión que nada tiene que ver con la genialidad, sino con el instinto, esas que evitan que aún la humanidad no se pegue un tiro. Esas que nos permiten levantarnos cada mañana buscando la belleza en la mirada de nuestros amados y la que hace que nuestros muertos nunca mueran de olvido y que la muerte, si es muerte deba ser solo de causa natural.

Han pasado miles de años y los hombres seguimos buscando respuestas y protestando por tanta incoherencia y tanta falta de respeto a la dignidad.  

Palabras…las primeras palabras pensando en ti Federico, que pensar en ti allá en Granada, es pensar aquí en Ubagésner; Fernando; Julio; Ricardo; Eduardo y en esa mujer; esa compañera aún anónima; esa mujer crucificada, desnuda; torturada;  al que le andamos buscando ahora su nombre, ella que también como tú fue sacrificada en la madrugada. Esas palabras Federico  que vienen a mi mente son apenas cinco: amor, vida, poesía, memoria y muerte.

Observándolas, advierto que todas están conexas, todas se vinculan y se necesitan así mismas. No hay muerte sin vida, no hay amor si no hay vida, no hay poesía si no hay vida y amor conjuntamente;  hay muerte y sólo muerte para siempre si no hay memoria. Que es natural morirse por haber vivido  pero es un crimen el de allá en Granada como en tu caso Federico y también los de las tierras mías; pero más crimen es que mi quinta palabra se imponga… es que no hay derecho a morirse  impunemente y menos derecho aún a morirse por escasez de memoria… por puro olvido…  

Federico, por estos días te siguen buscando. Y está bien, corresponde, es de justicia, aunque hayan pasado bastante más de 80 años. Sin embargo, aún desaparecido, estás en todas partes: en tus libros, en el cante jondo, en el flamenco, en tus coplas; en los vocablos dulces y rebeldes, y en particular en las cinco palabras que elegí, digamos por decir al azar…

Pero te siguen buscando Federico y no te hallan, ni uno sólo de tus huesos, ni un trozo de tela de su casaca a rayas o de tu traje blanco…, eso sí, dicen que hallaron unos infames casquillos, pero de tus huesos nada, ni un rastro en ese olivo donde han dicho que te han asesinado… y es que todavía los crápulas fascistas lo hicieron frente a un olivo!

Los campesinos, esos que saben más que nadie de lo dice la tierra, aseguran que están buscando mal; ellos dicen que a ti Federico, te tiraron en una fosa común junto con otros muchos patriotas. Sí, patriotas bien digo. Es que la palabra «Patria» y «Patriotas» sólo les caben a ellos.

Dicen Federico, que estabas atado a unas esposas y que fuiste conducido a una zanja que ya estaba preparada para ti,  y que antes de matarte Federico, tú los puteaste, les dijiste lo que un hombre de verás, atado y valiente les puede decir a una pandilla de cobardes que asesinan a sangre fría.

Y que a ti, poeta, rojo republicano, te mataron más que a tiros a «culatazos», te partieron el cráneo para luego sí al caer en la zanja rematarte a balazos.

Federico García Lorca, republicano de izquierdas, poeta y homosexual por si hubiese que aclararlo a los que tanto te lo vociferaban. Otro poeta, Félix Grande Lara,  dijo que al caer a la fosa el asesino te gritó: «rojo maricón»,  te escupió y te disparó con ensañado odio…como bien dijo el crítico español, «no le faltó más que insultarlo que era un poeta.»…

Pienso que la verdad que está bajo la tierra allá en Granada como aquí en mis tierras,  emergerá; podrán pasar más 80 años como es tu caso Federico o más de 40 años; pero la verdad vendrá de abajo como una fuente natural de agua, que desde lo profundo del suelo horadará la roca, la arcilla, surcará la arena y finalmente de las profundidades fluirá incontenible.

Mientras tanto… como tú dices Federico: «Como no me he preocupado de nacer, no me preocupo de morir».

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