El primer estudio publicado sobre el brote de viruela del mono en Reino Unido confirma la transmisión comunitaria de la mayoría de los casos confirmado, además de la prevalencia en ambientes homosexuales, deja al descubierto las lagunas sobre el origen y las causas de su transmisión y reafirma que la eliminación de la enfermedad en Europa requiere de un «esfuerzo internacional concertado».
«El brote actual indica un cambio en los supuestos básicos sobre la epidemiología del virus de la viruela del mono de profundas implicaciones en cuanto a vigilancia y control», advierten los autores de la investigación publicada en Eurosurveillance. Una veintena de investigadores adscritos a la agencia nacional de salud y seguridad UKHSA, universidades y entes públicos sanitarios británicos firma el informe, que presenta como portavoz a Roberto Vivancos, licenciado en Medicina por la Universidad de Oviedo, profesor honorario en la de Liverpool y experto en epidemiología.
La investigación se mantiene abierta y, en esta fase inicial, abordó 86 casos confirmados (uno en Escocia y el resto en Inglaterra) hasta el 25 de mayo. Los científicos dividen los casos estudiados en tres «incidentes distintivos», que saltaron la alarma los días 7, 12 y 5 de mayo. El primero no suscitó graves inquietudes: es un caso aislado importado de Nigeria, país endémico a la viruela del mono, que no propagó la infección entre los 116 contactos identificados hasta tres semanas después.
En el segundo, tres miembros del mismo hogar dieron positivo o enfermaron, sin ofrecer obvios vínculos de viaje y sin que se haya descubierto la fuente de la infección. El tercer y más preocupante incidente se inició con la detección en Inglaterra de cuatro varones infectados, incluida una pareja sexual, sin lazos con los casos previos ni conexión de viaje con países endémicos. Se revisaron antecedentes de sida, VIH y otras enfermedades de transmisión sexual entre los contagiados, aunque las conclusiones de esta veta de la investigación no se han publicado.
«Los datos eran preliminares o incompletos», justifican los coautores, que identifican otras lagunas en el conocimiento y comprensión de la irrupción en Europa del virus de la viruela del mono. Entre ellas, subrayan el papel del acto sexual en la propagación del brote actual y se cuestionan «si puede explicarse como una transmisión cutánea, respiratoria o sexual».
Vivancos y su equipo apuntan a la dificultad de extraer información en este ámbito. De los 82 casos detectados en Inglaterra en la tercera categoría, se sabe que al menos 79 son varones y que la mayoría (83%) se identifica como gay o bisexual. «Varios declinaron compartir detalles de sus contactos sexuales o informaron de múltiples contactos anónimos, en lugares como habitaciones oscuras y zonas de flirteo», explican. El informe también desvela que 18 de este grupo de afectados había visitado recientemente países no africanos.
En términos generales la transmisión fue comunitaria, con un promedio de cuatro contagios por cada caso y hasta un máximo de 25, entre miembros de un hogar, compañeros de trabajo, amigos, asociados sexuales y personal sanitario.
Los investigadores trazaron vínculos en «establecimientos de sexo, fiestas privadas, aplicaciones de ligues, tanto en Reino Unido como el extranjero». «Hasta la fecha no se ha determinado un factor o exposición singular que vincule los casos identificados», concluye el informe.
La investigación destapa un bajo nivel de aceptación de la vacuna aprobada frente a la viruela (Imvanex) entre la población de riesgo medio y alto. Hasta el 24 de mayo se había administrado entre el 14% de ambos grupos y al 69% del personal sanitario en contacto estrecho.
«Aumentar la vacunación es esencial si no se logra contener rápidamente el brote a nivel global», sostienen los coautores. Vivancos y sus colegas apoyan el objetivo de erradicar el virus, pero advierten de que el «éxito en salud pública requiere un concertado esfuerzo internacional».
