Somatizar: el poder que tiene nuestra mente sobre el cuerpo

El término se refiere a la manera que nuestra mente habla a través del cuerpo, cuando no está al 100%

Posiblemente en alguna oportunidad escuchaste la expresión: “El dolor está en tu mente”. Resulta que eso puede ser cierto a través de la somatización, que es el proceso donde las personas experimentan y expresan malestar emocional a través de síntomas físicos. Es uno de los mayores retos a los que se puede ver enfrentado un médico en su práctica médica cotidiana, ya que los síntomas carecen de una causa orgánica documentada.

Nuestro cuerpo y mente son inseparables, son distintas partes de un todo que funciona como un sistema perfecto donde cada una tiene incidencia sobre la otra. Esa correlación habla de un ser íntegro, entero, completo por nuestras distintas dimensiones. Según la Organización Mundial de la Salud, el 90% de las enfermedades tiene un principio psicosomático.

Por mencionar algunas de las situaciones más habituales, si estamos pasando por un estado de tensión y presión, es común sufrir una contractura, y ante la ansiedad y los nervios, nuestro sistema digestivo suele expresar en su funcionamiento esa incomodidad mental. Así operan los trastornos psicosomáticos; son factores psicológicos que juegan un papel muy importante en nuestro bienestar físico y, en ocasiones, contribuyen al inicio de padecimientos en nuestro cuerpo.

El término psicosomático hace referencia al poder que tiene la psiquis, nuestra mente, sobre lo somático, nuestro cuerpo. Somatizar es transformar la condición psicológica en síntomas físicos. La influencia de la mente sobre el funcionamiento del cuerpo es indiscutible.

Las enfermedades psicosomáticas se originan como una respuesta del organismo ante la manifestación de alteraciones en nuestro estado de ánimo. Si bien es común en cuadros como estrés, ansiedad o depresión, se debe estudiar cada caso particular, ya que las reacciones son diferentes ante un mismo acontecimiento. Entre los más conocidos, destacamos: ansiedad crónica, estrés, bloqueos internos, cambios abruptos en algún aspecto de la vida, episodios repentinos o inesperados, miedos y emociones negativas, preocupaciones rutinarias, problemas psíquicos inconscientes y situaciones incómodas.

Es importante señalar que la somatización, se diferencia de las enfermedades psicosomáticas, ya que la primera es producto de nuestra mente. Quienes lo padecen no están conscientes de que es mental, ya que el dolor que sienten es real y no afecta sólo una parte del cuerpo: un día se puede sufrir insuficiencia respiratoria y al otro dolor en las articulaciones.

La segunda se caracteriza por ser la manifestación física de los estados mentales. Son padecimientos reales que ocurren como resultado de un tipo constante de agotamiento mental. Finalmente, también existe el trastorno hipocondríaco; genera la creencia de que se posee una enfermedad grave sin necesidad de sufrir dolor alguno. Es la magnificación de una idea o molestia leve.

Las recomendaciones siempre apuntan a consultar a un médico en cualquiera de los casos para diagnosticar esta enfermedad psicosomática, incluso en algunos casos necesaria. Por otra parte, la terapia  puede ayudar a reconocer que hay un componente emocional que provoca las afecciones físicas, punto de inicio para reposicionar la dimensión física y mental en equilibrio y recuperar el bienestar integral de quien lo padece.

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