El Ejército de Liberación Nacional (ELN) es una de las guerrillas más antiguas y persistentes de Colombia, con una historia que se remonta a 1964. Aunque el ELN ha proclamado su propósito de lucha por la justicia social y la defensa de los derechos de los oprimidos, su trayectoria ha estado marcada por la violencia, el terrorismo y la violación sistemática de los derechos humanos. Esta crítica busca examinar la naturaleza de sus acciones y el impacto que han tenido en la sociedad colombiana.
El ELN surgió en un contexto de agitación social y política, inspirado en la Revolución Cubana y el pensamiento marxista-leninista. Sin embargo, a pesar de sus pretensiones ideológicas de justicia y equidad, la realidad de sus acciones ha demostrado que la violencia ha sido su principal herramienta. La organización ha justificado sus tácticas violentas como una forma de resistencia contra el estado y el capitalismo, pero esto ha llevado a una serie de episodios trágicos que han afectado a la población civil, convirtiendo a la lucha en una pesadilla para muchos.
A lo largo de su historia, el ELN ha llevado a cabo una serie de actos violentos que han incluido secuestros, extorsiones, ataques armados y asesinatos. La guerrilla ha utilizado el secuestro como una estrategia para obtener financiamiento y presionar al gobierno, dejando a familias enteras en el sufrimiento y la incertidumbre. Estos actos de terrorismo no solo han causado dolor a las víctimas directas, sino que también han creado un clima de miedo en las comunidades donde operan. La violencia indiscriminada ha desdibujado la línea entre combatientes y civiles, lo que ha resultado en una profunda desconfianza hacia el ELN y su causa.
Las acciones del ELN han tenido consecuencias devastadoras para la sociedad colombiana. Las comunidades rurales, que a menudo se encuentran atrapadas en el conflicto, han sufrido el peso de la violencia. Muchos habitantes han sido desplazados forzosamente de sus hogares, y los intentos de las comunidades por buscar la paz y el desarrollo se han visto frustrados por la presencia de la guerrilla. La violencia del ELN ha alimentado un ciclo de conflicto que ha dejado a la población sin acceso a servicios básicos, educación y oportunidades de desarrollo.
A pesar de los intentos de diálogo y negociaciones de paz, el ELN ha continuado con su accionar violento, lo que ha minado la confianza en los procesos de paz en Colombia. La falta de compromiso del ELN para renunciar a la violencia ha llevado a que muchas personas cuestionen la legitimidad de su lucha. En lugar de ser vistos como defensores de los derechos humanos, sus miembros son percibidos como perpetuadores de un conflicto que solo ha traído sufrimiento y dolor
La historia del ELN es un claro recordatorio de cómo la violencia puede distorsionar los ideales más nobles. Aunque el contexto de injusticia y desigualdad en Colombia es real y debe ser abordado, el uso de tácticas violentas no es la solución. En lugar de avanzar hacia un futuro de paz, el ELN ha contribuido a un entorno de inestabilidad y miedo, que ha impedido el progreso social y político en el país.
Es esencial que, al reflexionar sobre el conflicto colombiano, se reconozca la importancia de buscar soluciones pacíficas y democráticas. La violencia sólo perpetúa el sufrimiento y ahonda las divisiones, mientras que el diálogo y la reconciliación son los verdaderos caminos hacia la justicia y la paz. La experiencia del ELN debe servir como un llamado a la sociedad colombiana para rechazar la violencia en todas sus formas y trabajar en conjunto por un futuro basado en el respeto mutuo y la dignidad humana. La construcción de un país en paz requiere el compromiso de todos, y es fundamental que se priorice la vida y el bienestar de la población por encima de cualquier ideología.
Como dicen los colombianos no es ideologia sino por los ingresos por la venta de droga lo que se juega
El problema estriba en que hay quienes intentan combatir la violencia con tiernas caricias a los delincuentes.
Son unos payasos !! No conozco sus hazañas, salvo asesinar campesinos y civiles desarmados.