Leyenda de foto: Cruce. Bustillo defendió la política de apertura, su par de Argentina, Cafiero advirtió que puede desembocar en una «ruptura» en el Mercosur (fotos: Danielo Scalese).
Comenzó la LXI Cumbre del Mercosur en su edificio sede de Montevideo. El encuentro que durará dos días, comenzó este lunes con una primera cumbre de Cancilleres y Ministro de Economía del bloque. Hoy martes arribarán a Montevideo los presidentes con la excepción de Jair Bolsonaro de Brasil quien enviará a su vice Hamilton Mourao.
Esta nueva cumbre estará signada por el debate interno acerca de la “flexibilización” del bloque que viene reclamando Uruguay desde la instalación de la nueva administración. Lo diferente será que en esta ocasión los presidentes de la región se reunirán con tres iniciativas concretas de acuerdos unilaterales iniciados por Uruguay.
La primera es el anuncio de las negociaciones de Uruguay con China para alcanzar un acuerdo de libre comercio (TLC) para el que días atrás concluyó positivamente el primer estudio de factibilidad.
El segundo es la firma en el mes de mayo de un memorándum de entendimiento entre Uruguay y Turquía con miras de firmar un TLC.
La gota que rebasó el vaso fue el envío de una carta de adhesión por parte de Cancillería uruguaya solicitando el ingreso al tratado conocido como de Transpacífico que supone la integración de Uruguay a un área de libre comercio conformada por 11 países entre los cuales se encuentra Chile.
Este último hecho fue lo que agregó tensión al encuentro de esta semana en Montevideo motivando incluso un comunicado previo firmado por los coordinadores de Argentina, Paraguay y Brasil en donde los tres países expresan que se “reservan el derecho de adoptar las eventuales medidas que juzguen necesarias”.
En concreto el comunicado dice lo siguiente: “Ante acciones del gobierno uruguayo con miras a la negociación individual de acuerdos comerciales con dimensión arancelaria, y teniendo en cuenta la posible presentación, por la República Oriental del Uruguay, de un pedido de adhesión al Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico, los Coordinadores Nacionales de Argentina, Brasil y Paraguay ante el Grupo Mercado Común del Mercosur tienen a bien comunicar a la Coordinación Nacional de Uruguay que los tres países se reservan el derecho de adoptar las eventuales medidas que juzguen necesarias para defender sus intereses en los ámbitos jurídico y comercial”
A esto el propio presidente Lacalle Pou respondió: “Nos sentimos en todo nuestro derecho de hacerla, así como entendemos, aunque no compartimos, el reclamo de los tres países”.
Estas idas y venidas de declaraciones marcaron las expectativas entorno a la LXI reunión del Mercosur que según pronosticaba Lacalle iba a ser “entretenida”.
Ronda de Cancilleres
El encuentro comenzó con la clásica “foto familiar” a lo que le siguió la reunión en donde participaron los ministros de Relaciones Exteriores acompañados de los de Economía del bloque.
El Canciller Francisco Bustillo dio inicio y presidió la LXI Reunión Ordinaria del Consejo del Mercado Común.
Ya en esta apertura se planteó el principal tema que sobrevuela esta cumbre. El Canciller uruguayo advirtió en presencia de sus pares sobre la necesidad de “sincerar y modernizar el bloque”. Para Bustillo “el Mercosur pierde atractivo internacional” y citó como ejemplo las dilatadas negociaciones con la Unión Europea para alcanzar un acuerdo de libre comercio.
El canciller uruguayo repasó los objetivos del “tratado de asunción” (primer apodo del Mercosur) verificando que los acuerdos arancelarios se concretaron parcialmente en la región al igual que los aduaneros, “tenemos un Arancel Externo Común que no tiene absolutamente nada de común. No existe, por tal un Arancel Externo Común. Como no existe una Unión Aduanera, porque en realidad nunca la hemos querido conformar” dijo y agregó: “el país no puede ni debe conformarse con estos logros luego de 31 años de conformado el Mercosur” afirmó Bustillo, “somos lo que hemos querido ser, una zona de libre comercio imperfecto” concluyó.
Agregó que el bloque «no puede ni debe conformarse» con esos logros, al tiempo que remarcó la necesidad de que haya un bloque «que pueda y quiera proyectarse en las nuevas dinámicas y tendencias mundiales». Bustillo hizo así hincapié en que el Mercosur tiene «tan solo» 11 acuerdos vigentes y que solo cuatro de estos son acuerdos extraregionales. «Nuestro último acuerdo comercial es de 2011», subrayó el ministro, quien aseguró que un dato «no menor» es que desde 2010 a la fecha la Organización Mundial del Comercio registra 172 acuerdos de libre comercio, ninguno del Mercado Común del Sur (Mercosur). En concordancia con esto añadió que el bloque no tiene acuerdos con ninguna de las diez principales potencias económicas y comerciales en el mundo.
En su presentación, el canciller de Argentina, Santiago Cafiero retomó lo planteado por Bustillo destacando avances que se habían registrado en el bloque como el acuerdo con Singapur que se firmará en los próximos meses. “Un instrumento de última generación que propiciará un incremento del comercio y las inversiones en un país ubicado estratégicamente en una de las regiones más dinámicas del planeta”.
En esta cumbre Uruguay le traspasa la presidencia pro tempore del bloque a Argentina. Al respecto Cafiero puntualizó algunos de los énfasis que buscarán imprimir a sus 6 meses de presidencia respondiendo al mismo tiempo a lo dicho por Bustillo. “Daremos la debida prioridad a las regiones en dónde el Mercosur no tiene una marcada presencia. Es el caso de Centroamérica”, remarcó. En estas regiones Cafiero ve mejores posibilidades para negociar rubros exportadores con mayor valor agregado, el desafío del bloque para Argentina es el de revertir la primarización del comercio de los países del Mercosur.
Acerca del tema de la flexibilización y la unilateralidad Cafiero expresó que “sin dudas las negociaciones en bloque son más trabajosas y demandan más tiempo pero estamos convencidos de que la mejor estrategia no es apresurarse a cerrar acuerdos que luego profundicen nuestras brechas productivas y científicas tecnológicas con otros Estados o bloques” sentenció.
Cafiero agregó que “es por eso que nos preocupan ciertas actitudes unilaterales orientadas a negociaciones bilaterales con terceros países al margen del consenso del bloque como lo expresamos en una nota junto a los coordinadores nacionales de Brasil y Paraguay”. Para Cafiero el camino que emprende Uruguay “muy probablemente podría desembocar en una ruptura” porque según el ministro, romper la regla de oro del Mercosur: “es violatorio de la regla del consenso, principio fundamental del Mercosur”, concluyó.
Por su parte el ministro de Relaciones Exteriores de Brasil Carlos França se expresó sobre la controversia en el mismo sentido que su par argentino; “estamos preocupados por problemas que inevitablemente surgirían de las negociaciones individuales, problemas jurídicos y comerciales y la necesidad de preservar el patrimonio que representa el proceso de integración” dijo.
El canciller de Paraguay, Julio César Arriola llamó a “aprovechar la estabilidad de nuestra región como una zona de paz, más aún en los tiempos actuales de crisis y conflictos que afectan a todo el proceso global y por eso saludo la prioridad que hemos dado a la agenda verde durante el semestre” Para França la región tiene mucho para aportar en materia de “sostenibilidad”. “Estamos plenamente comprometidos con la integración a través del Mercosur como motor de desarrollo y crecimiento sostenible. Para el Paraguay preservar este proceso es fundamental”.
En su alocución, Arriola tampoco eludió hablar del escenario planteado tras las iniciativas unilaterales de Uruguay: “para el Paraguay son inadecuadas y se contraponen a principios fundacionales y compromisos normativos de nuestro proceso de integración. Estas actitudes son contraproducentes, perjudican la construcción comunitaria y socavan la proyección del Mercosur a nivel internacional” expresó.
A continuación Arriola abundó sobre el tema subrayando “la necesidad de trabajar coordinadamente en la agenda externa, debemos llegar a entendimientos en las negociaciones de acuerdos comerciales priorizando los frentes y actuando en conjunto. El consenso en la toma de decisiones es la regla establecida en el Mercosur y debemos respetarla” enfatizó França .
Por si quedaban dudas sobre la posición de Paraguay, su Ministro de Relaciones Exteriores concluyó su oratoria citando un refrán que reza: “solos podríamos ir más rápido pero juntos llegaremos más lejos”.
Ante la posición de sus pares Bustillo como anfitrión de la reunión emitió unas palabras aclaratorias sobre el compromiso de Uruguay con el proceso de integración regional: “no ha habido ni habrá de parte de nuestro país una sola acción que permita inferir que Uruguay alimenta el fin del Mercosur. Por el contrario, hemos sido proponentes para fortalecer el bloque internamente y en materia de inserción internacional” destacó al finalizar la primera ronda de oratoria de ministros de relaciones exteriores.
«El país no es una tabla de surf, Sr. Presidente»
El Partido Socialista analizó las recientes decisiones del gobierno en materia de política exterior. «A pocos días de la Cumbre del MERCOSUR en Montevideo, y habiendo recibido las advertencias de los países integrantes del bloque, el gobierno anuncia que materializó su voluntad de adherir al Tratado Integral y Progresivo de Asociación Transpacífico – TPP11.
TPP-11, es un acuerdo comercial entre Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam. El verdadero impulsor del TPP 11 ha sido Estados Unidos, que, si bien se retiró del mismo en
2017, lo sigue considerando un espacio continuador del fallido ALCA y un mecanismo de eventual contención del avance chino en el mundo transpacífico.
La voluntad de adhesión de Uruguay fue inconsulta con los países del MERCOSUR, pero tampoco se realizaron las pertinentes consultas políticas internas y nunca se exhibieron estudios técnicos que fundamentaran dicha decisión.
El proceso de adhesión demora entre cinco y siete años y supone una serie de reformas normativas internas que posibiliten que las normas del tratado no sean obstaculizadas por disposiciones nacionales. No se trata de una nego- ciación: se trata de hacer los cambios internos que el TPP11 establece, como una vía de ser aceptado como miembro. Entre los tópicos que serían condicionados por las reglas del TPP11 se incluyen agricultura, aduanas, bienes industria- les, reglas de origen, textiles, servicios, servicios financieros, movilidad de personas de negocios, inversión, telecomu- nicaciones, empresas del Estado, ambiente, compras gubernamentales, derechos de propiedad intelectual, medicinas, comercio y trabajo, medidas sanitarias y fitosanitarias, y regulación comercial.
Si para un eventual TLC con China se montó un escenario mediático y se realizaron grandes anuncios –sin que se concretara nada hasta ahora-, con condiciones tan amplias y complejas como las exigidas por el TPP11, ¿no se debería haber convocado a todos los actores sociales, políticos y económicos del país?
En relación al MERCOSUR, parecería ser que todos los esfuerzos del gobierno están centrados en romper los acuerdos regionales. Desde la insistencia en la libertad de acción y asociación, los desplantes diplomáticos, el cierre de los consulados generales de frontera en Pelotas (RS.Br) y Paraná (ER.Ar) en plena pandemia y hasta la designación de un ciudadano con antecedentes penales como responsable de comercio en la Embajada uruguaya en Buenos Aires. La retracción comercial con China ha vuelto a poner los destinos mercosurianos como prioridad en los movimientos comerciales, sin embargo, el gobierno insiste en jugar con fuego.
El largo collar incluye perlas como acercamientos a gobiernos y gobernantes cuestionados o de dudosa calidad democrática, el apoyo electoral al destituido presidente del BID, el cambio de postura histórica de Uruguay a favor de la paz en Oriente Medio, los anuncios de abrir una oficina comercial en Jerusalem, ignorando una misiva firmada por
22 países árabes, la inoportuna visita del canciller turco y así podríamos seguir con una inagotable lista de desaciertos cuya única explicación es una excesiva ideologización de la política exterior y una desenfrenada necesidad de mos- trarse útil a las políticas de los centros de poder de la derecha mundial.
El país no es una tabla de surf Sr. Presidente. Ud. fue electo, entre otras cosas, para conducir la política exterior de la nación en aras de la felicidad de sus habitantes.
El gobierno de Oribe se vio acosado por las deudas y las presiones internas y externas y con una meridiana claridad, manda a su ministro de Hacienda, Juan María Pérez, contestar al cónsul inglés Hood, “que nosotros no debemos vender el país, y que seremos pobres, pero decentes…”
La política exterior de un país es una responsabilidad seria, planificada, rigurosa; no depende de humores coyuntura- les ni se ata con alambre, pero por sobre todas las cosas, se trata de la defensa de los intereses auténticamente nacio- nales, sin vacilaciones ni obsecuencias. Hay que hacerse cargo».