Venezuela ha perdido este martes la votación para ocupar un asiento en el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas tras cosechar 88 votos frente a Chile y Costa Rica, con 144 y 134 apoyos respectivamente, en la carrera para ganar los dos puestos de representación para la región de América Latina y el Caribe.
Venezuela, que forma parte del Consejo desde 2019, competía contra Costa Rica y Chile por uno de los dos asientos.
En su carta de presentación, Caracas afirmaba que «la República Bolivariana de Venezuela es un Estado democrático y social de derecho».
Asimismo, recordaba que la Constitución venezolana es «una de las más avanzadas en el mundo».
«La Constitución brinda plenas garantías de Derechos Humanos», reza el texto, que agrega que «el Estado está trabajando para garantizar que los Derechos Humanos, universales, interdependientes e interrelacionados, sean plenamente comprendidos, respetados y promovidos».
El director de la ONG Human Rights Watch (HRW) para temas de la ONU, Louis Charbonneau, consideró la semana pasada que el país no tenía credenciales, especialmente debido a que, a fecha de septiembre, hay casi 250 presos políticos en las cárceles venezolanas, mientras que investigaciones de una misión de expertos independientes de la ONU apuntan a la posible comisión de crímenes contra la humanidad durante estos últimos años.
«Darle a este Gobierno abusivo un lugar en el Consejo debilitaría la credibilidad de la ONU, dado que equivaldría a premiar a las autoridades venezolanas, permitiéndoles juzgar la situación de los Derechos Humanos de otros países cuando Venezuela trata brutalmente a su población», esgrimió.
Chile y Costa Rica
El Ministerio de Exteriores de Chile ha agradecido en un comunicado a los Estados miembros su confianza, ya que esto implica un «reconocimiento» a su «activa» participación «en el ámbito multilateral, en mecanismos y resoluciones».
«Entendemos esta elección no sólo como un gran honor que nos otorga la comunidad internacional, sino también como una gran responsabilidad para con todos aquellos que esperan que el Consejo de Derechos Humanos sea un instrumento eficaz para hacer respetar los principios que guían su misión», ha explicado.
Por su parte, el ministro de Exteriores costarricense, Arnoldo Arné, ha señalado que su país defiende «los principios de universalidad, interdependencia y progresividad de los Derechos Humanos», al tiempo que promueve «el diálogo abierto y transparente para buscar soluciones a las múltiples crisis humanitarias en todos los rincones del mundo».
«(Todo ello) bajo las consignas de que ningún país debe estar por encima del escrutinio de este órgano de Naciones Unidas y ninguna persona ni población debe estar desamparada de la atención del Consejo de Derechos Humanos», ha precisado.
El debate sobre la renovación del Consejo de Derechos Humanos es recurrente todos los años, en la medida en que, aunque la resolución que planteó la creación de este organismo sí recomienda que se tengan en cuenta los comportamientos de los potenciales candidatos, en la práctica el reparto es básicamente político.