Vivir, comprar y sociabilizar en China: 4 meses viviendo en el gigante asiático

Experiencias de una periodista de Grupo R Multimedio.

Vivir por cuatro meses en China implica mucho más que armar un itinerario de turismo, donde uno debe elegir alojamiento, saber qué lugares va a visitar y calcular cuánto dinero como mínimo va a necesitar para todo lo que implica el día a día, en esta ocasión y al menos por un tiempo, Beijing iba a ser mi hogar y aunque al principio me dio mucho miedo, sin dudas se fue transformando en una de las experiencias más increíble que me sucedieron.

En esta nota me gustaría escribir sobre 3 temas en específico: el hogar, el consumo y la vida social, porque, aunque suene a algo típico, era un mundo desconocido para mí, donde ni siquiera el idioma era el mío natal y me encontraba a unos 19 mil kilómetros y 11 horas de distancia de todo lo que conocía.

Todos vinimos como invitados por el Ministerio de Relaciones Exteriores de China y a cada uno se nos brindó un apartamento amueblado con lo necesario para vivir y es todo un arte como cada quien fue transformando el suyo a su concepto de hogar, algunos menos despreocupados que otros, pero todos con su propia esencia y el mío, cual lienzo en blanco lo fui decorando, con plantas, regalos que nos han hecho y otras cosas que fui comprando y con el paso de los días iba teniendo más cosas mías en cada rincón y por supuesto, uno iba notando otras cosas que necesitaba, como por ejemplo, ciertos artículos de cocina, higiene personal, entre otros.

Todavía recuerdo cuando hice mi primera compra en un supermercado y es que además del alojamiento, se nos brindó un subsidio, al día siguiente de llegar ya tenía una lista enorme de cosas que necesitaba como repasadores, tabla para pica, papel higiénico, comida, condimentos y artículos varios. Primer aspecto que notamos, ir al supermercado resulta mucho más económico que en Uruguay. Si bien al principio traducíamos todo, muchas cosas uno sabía qué era por sentido común y a las dos semanas, solo se traducía aquello que queríamos con ciertas especificaciones e incluso empezamos a movernos más por Beijing, encontrando otros lugares donde comprar.

Admito, no sirvo para hacer turismo gastronómico porque mi paladar es muy básico, pero salir a comer siempre fue una opción, porque viajar a un nuevo lugar implica conocer su cultura gastronómica, que, de hecho, además de ser muy diferente a la nuestra, desde la costumbre a tomar agua tibia y ponerle mucho picante a comer con palillos y tener horarios muy temprano para cenar (que suelen ser desde las 18 a las 20 horas), muchos ciudadanos elijen comer fuera de casa y no se acostumbra llevar vianda, uno pensaría que esto implica cierto gasto, pero la verdad es que muchos lugares son muy accesibles y está tan implícito en su día a día que siempre hay movimiento en los locales de comida e incluso hay una alta demanda en pedidos por delivery.

Regresando al punto del consumo, desde que llegamos nos instalamos ciertas aplicaciones que se usan en el diario vivir en este país, para pedir comida, artículos de farmacia o compras en general y que son muy seguras para el consumidor. En las tiendas y supermercados no se ve un gran flujo de personas, a pesar de ser una ciudad con gran población, porque la costumbre es pedir por internet y que te llegue a tu lugar de trabajo o tu casa y dentro de este tema, hay que hablar de la seguridad, las compras nunca son estafas y siempre está la opción de reembolso o devolución y los deliverys no sufren de robos ni accidentes porque la circulación también es segura, además hay casilleros donde se dejan los pedidos y uno los retira escaneando un código o colocando un número que te brinda el repartidor, incluso hay ciertas cosas que se dejan fuera de esos casilleros y no es necesario que las retires al momento que llegan, porque nadie va a tocarlas.

Poco a poco aquello que era nuevo fue volviéndose parte de nuestra rutina, pero nunca dejó de asombrarnos, incluso su gente. La comunicación a distancia a avanzando tanto que hoy se siente como si las personas estuvieran a tu lado, pero había una realidad y era la diferencia horaria con Uruguay y que en la rutina había otras personas físicamente con las que iba a compartir estos cuatro meses y otras que iba a ir conociendo a media que avanzaba el programa. La calidad con la que cada ciudadano chino nos recibió se sintió muy reconfortante y acogedora, siempre estuvieron pendientes de nuestro bienestar, seguridad y necesidades, resolvieron cada problema con delicadeza y rapidez, se interesaban en nuestra vida en nuestros respectivos países y por nuestros respectivos países, querían saber cómo nos sentíamos en el suyo y qué podían hacer para mejorar y siempre estuvieron a las órdenes ante cualquier circunstancia, incluso las personas que nos cruzábamos en la calle o las que nos atendían en restaurantes o tiendas, nos hacían videos o pedían fotos, saludaban y entablaban conversación con nosotros, porque muchas personas tienen conocimientos del inglés y siempre con una enorme sonrisa en la cara. De China me llevo muchos amigos, que, con varias diferencias, de cultura, idioma o distancia, todos tuvieron algo, amabilidad, compañerismo y humanidad.

Es difícil resumir 4 meses viviendo en el gigante asiático, conociendo, incorporando y adaptándome, por eso esta nota no es un resumen, solo un pedazo de todo lo que viví, pero con tres temas que me marcaron.

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