En el marco del Día Internacional de la Mujer, la población mexicana salió a la calle en búsqueda de igualdad, seguridad y justicia para aquellas que ya no están.
Con movilizaciones multitudinarias, la Ciudad de México albergo en sus calles a más de 190 mil personas, abuelas, madres, hijas, hermanas y amigas, unidas por una misma causa. En estados como Tijuana, fueron alrededor de 5 mil los y las participantes, mientras que, en Cuernavaca, ascendieron a 12 mil asistentes.
Las actividades comenzaron la noche anterior en la Ciudad de México, donde personas de diferentes organizaciones civiles en defensa de los derechos de las mujeres, realizaron una vigilia por aquellas asesinadas y desaparecidas en la plaza del Zócalo de la ciudad. Colocando en toda la explanada (la cual se encuentra enfrente a la casa de gobierno), múltiples cruces con velas encendidas y pancartas que expresan el sentir de cada familia, poniendo al país como un México Feminicida y la falta de apoyo del actual presidente Andrés Manuel López Obrador en la búsqueda; quien pocos días después de la marcha, manifestó su conformidad con el movimiento y que las manifestantes “se portaron muy bien” al no haber atacado o dañado edificios emblemáticos de la ciudad.
Este año, la ONU determinó como tema “Financiar los derechos de las mujeres para acelerar la igualdad” y la idea de una conmemoración o celebración en el Día Internacional de la Mujer se han inclinado, más bien, hacia un momento de reflexión y amplificación.
El 8 de marzo la convocatoria tuvo diferentes puntos de salida, para caminar por las calles hasta llegar nuevamente al Zócalo de la ciudad; carteles con frases como “quiero vivir sin miedo”, “somos la voz de las asesinadas”, “se escandalizan por las que luchan, y no por las que acosan”, “mi historia me hizo feminista”, “verdad y justicia” y “ni una más”, frase que, en América Latina, se proclama “ni una menos”. Las cifras de feminicidios en los últimos años han sobrepasado los 3 mil casos por año en este país.
A diferencia de años anteriores, fue una marcha pacifista, donde varios grupos de mujeres impedían que otras realizaran actos de vandalismo. No hubo heridos, pero si fue necesaria la asistencia a diferentes civiles y policías durante el recorrido. Algunos casos fueron leves deshidrataciones e insolaciones, una persona intoxicada y una amenaza de aborto. En total fueron atendidas 135 personas de las más de 190 mil que se encontraban en el predio. Hubo un altercado con un hombre de 24 años que quiso ingresar a la marcha con su motocicleta, el cual fue detenido por agredir a dos manifestantes.
Por su parte, las policías de la Ciudad de México aseguraron que también han sido víctima de desigualdades y violencia, lo cual las hace empatizar con los movimientos. A la hora de salir a la calle, levaban pañuelos morados y fueron recibidas por las protestantes con canticos que decían: “estas morras (chicas) si me representan” y algunos grupos les regalaron flores.
En un país donde la desigualdad y violencia es histórica, donde los asesinatos no solo de mujeres, también de niños y hombres no son investigados y los culpables nunca llegan a la justicia; donde históricamente matan estudiantes (2 de octubre de 1968, Matanza de Tlatelolco, 26 de septiembre de 2014, desaparición de 43 estudiantes de Ayotzinapa), la desilusión, rabia y tristeza que se respira en este tipo de movimientos es inmensa, también abunda la esperanza, de que la lucha de hoy, se vea reflejada mañana, que los gobiernos trabajen por y para el pueblo, y la brecha de desigualdades comience a disminuir.
El movimiento feminista sigue creciendo, y cada vez son más las personas que lo entienden, aceptan y se unen. En México, Argentina, Uruguay y todo el mundo, es momento de continuar la lucha.