En ficción y cuentos:
Cráteres artificiales. Autora: Rosario Lazaro Igoa.
En los cuentos de Cráteres artificiales hay casas en construcción, perdidas, olvidadas, recién alquiladas, casas en la nieve, en la costa, en la ciudad. Pero es el cuerpo fundante que agoniza en la puerta de la narradora de «Un muerto más» el centro de la exploración, y los demás cuerpos anestesiados, recauchutados, retocados, decadentes, obesos, indefensos, ofensivos, compactos, sacudidos, pesadillescos, en puerperio, moldeados a gimnasio, con cortes de pelo a la moda, con agujeros de bala, cuerpos regordetes llenos de arena. Es en ellos donde se produce la tensión entre la avidez de la vida y la amenaza de la muerte, la pulseada que jugamos todas las criaturas y que Lázaro Igoa sabe describir con sutileza magistral en sus matices más inesperados.
«Ella no sabía, ni quería imaginar, de lo que era capaz un cuerpo de esas dimensiones, a pesar de agonizante. Aplastar. Golpear. Devorar, quién sabe. Algo tan simple como el encuentro entre las dos pieles, lo áspero y la suavidad infinita, le daba pavor. La casa era de materiales sólidos, ideada contra las tempestades, y los protegía, a ella y a su cría».
Primeras novelas de Autoras:
Más allá de agosto. Autora: Lourdes Rodriguez Becerra.
Agosto es una casa, una defensa contra el frío del exterior, pero también un límite. Esta voz se escribe como un diario —por momentos doméstico, por momentos poético— que va creciendo hasta construir una identidad fragmentaria y dislocada; una historia personal fundada en un abandono y que no puede contarse más allá del último día de agosto. La primera novela de Lourdes Rodríguez Becerra está llena de fantasmas, de monstruos que solo las brujas pueden ahuyentar. «El recuerdo (todo es recuerdo al instante) suena como el quejido de aquel radiograbador con doble casetero que en mi infancia era moderno.»
Irse yendo. Autora: Leonor Courtoisie.
La prosa de Courtoisie se arroja sin miramientos, pero es de alguna manera un vómito puntilloso, nada librado al azar o al impulso. Una primera novela topadora, que no deja en pie ninguna construcción, ni de las tradicionales ni de las contemporáneas.
«La impudicia y la ligereza de Courtoisie residen, como para Shakespeare (un personaje más de Irse yendo) en no otra cosa que en la naturalización de las violencias y los placeres». Cristina Morales.