Esta cepa originaria del sudoeste francés, más específicamente de las zonas de Maridan e Irouleguy llegan a tierras uruguayas a mediados del siglo XIX de la mano de aquellas familias procedentes del Mediterráneo, que, aferrados a sus costumbres y cultura, no dudaron en traer esquejes de esta planta que aprenderíamos a llamarla vid.
La historia cuenta que el responsable de que el tannat se desarrolle en suelos sudamericanos, fue Don Pascual Harriague, de decendencia vasco francesa, fue quien propulsó el cultivo de esta uva en 1860; por ello, es considerado el padre de la vitivinicultura en nuestro país.
Las primeras cepas plantadas no fueron fructíferas, por más que desde Europa trajeran vides, las mismas no querían aferrarse a suelo latinoamericano. Sin dejar de intentarlo, Harriague aceptó la recomendación de Juan Jauregui, quien vivía en Concordia, Argentina y tenía algunas plantaciones de uva a la cual le llamaba “lorda”. Dicha uva se adaptó muy bien al suelo húmedo e hizo que la producción comenzara a multiplicarse. Pasados los 4 años, la familia Harriague contaba con la primera bodega comercial del país, La Viña de la Caballada, la cual llegó a tener 200 hectáreas.
La labor de Pascual Harriague convirtió al tannat en la cepa que identificara a nuestro país a nivel mundial.
El Tannat, es una uva que permite crear un vino con mucho cuerpo, de color intenso y de gran concentración, puede tener una acidez elevada y un tanino sumamente marcado. Los aromas que se logran identificar son potentes y van hacia el lado de los frutos rojos, moras, casis, cereza negra; también puede percibirse madera y sotobosque (vegetación formada por matas y arbustos que crece debajo de los árboles).
Otra de las características que presenta la vid, es tener racimos de tamaño mediano a grande, compactos y cilíndricos. Sus bayas pueden ser pequeñas a medianas, esféricas o alargadas. De hollejo fino y de color rojo violeta muy oscuro o negro azulado.
Los primeros vinos elaborados con esta uva, al no contar con cierto envejecimiento ya sea en barrica o botella podían encontrar una acidez incómoda a la hora de tomarlo. Con el tiempo, se identificó que el envejecimiento suaviza y genera vinos de alta calidad. Las barricas que se recomiendan para este procedimiento son de roble.
Actualmente, se cuentan con 5.848 hectáreas de viñedos totales cultivados en Uruguay, de las cuales 1.575 son de uva Tannat convirtiéndonos en el principal productor de esta cepa con volúmenes que superan a los de su lugar de origen en Francia.
Las cifras publicadas por el Instituto Nacional de Vitivinicultura nos dicen que, durante la vendimia de 2023 de los 65.5 millones de kilos de uva que se extrajeron, 19.5 fueron de uva tannat.
Los avances tanto en tecnología como metodologías de elaboración han sido muy significativos para el país, así como lo fue la fundación de la Asociación Rural del Uruguay en 1871, la primera fiesta de la vendimia en 1883, la creación de la Comisión Nacional de Vitivinicultura en el año 1895, también en 1918, la creación de Unión de Vitivinicultores y Bodegueros del Uruguay que años después daría lugar a la Fundación del Centro de Vitivinicultores en 1932. Los años pasaban y la necesidad de seguir aprendiendo sobre el mundo del vino hace que la Universidad Técnica del Uruguay (UTU) cree la Escuela Superior de Vitivinicultura Pte. Tomás Berreta, en 1939. En 1974 se creó el Centro Regional de Experimentación Agropecuaria (CREA). En 1987 se estableció el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INAVI), dirigido por entidades privadas y presidido por el gobierno nacional, impulsando el sector hacia el mercado internacional de vinos finos.
El mes de octubre del presente año, la Comisión de Patrimonio Cultural ha resuelto dedicar el fin de semana del Patrimonio a la vitivinicultura que esta cumpliendo 150 años en nuestro país.
El viejo y querido harriague de don Pascual