Cómo sigue en Venezuela

Nicolás Maduro está decidido a gobernar “por las malas”, mientras la oposición parece orientarse hacia el aumento de la presión internacional.

En Venezuela no negociar sería enterrar la política en Venezuela, y ese parece ser el plan de Maduro: imponer su voluntad y consolidar un sistema en el que el diálogo y la política se limiten a niveles simbólicos, vaciados de contenido y sin comprometer su permanencia en el poder, es decir, sin alternancia.

Maduro tiene pocos incentivos para negociar con la oposición. Las sanciones impuestas por Estados Unidos, debido a sus consecuencias económicas, parecen ser el único factor que podría motivar al oficialismo a entablar una negociación. Una buena parte de los actores involucrados están a la espera los resultados de la elección del próximo 5 de noviembre en Estados Unidos, ya que, dependiendo de quien obtenga la victoria, las estrategias sobre el tema Venezuela podrían ser muy distintas.

De esto surge un posible enfoque sobre el “cómo”. La negociación debe ser entre venezolanos, pero la oposición debe mantener una interlocución cercana con Estados Unidos. Además, Estados Unidos puede desempeñar un rol más constructivo; negociar sanciones o licencias petroleras sin abordar el problema de fondo del sistema democrático en Venezuela es un error.

Colombia y Brasil han desempeñado un rol más activo en intentar mediar e  ir más allá de la facilitación de Noruega y buscando ser mediadores de la crisis. Ambos gobiernos han ofrecido opciones de solución para un acuerdo negociado. Sin embargo, surge la pregunta: ¿Existen actualmente las condiciones necesarias para alcanzar un acuerdo entre dos partes que no mantienen ningún tipo de comunicación?, ¿o es más viable que sus esfuerzos de mediación se enfoquen en lograr que representantes de Nicolás Maduro y de la oposición venezolana, a través de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD) y sus líderes legítimos, establezcan un canal directo de negociación?

¿Qué negociar?

El conflicto venezolano se ha transformado y agudizado con el tiempo. Aunque se han celebrado varias rondas de negociación, no fue hasta los encuentros en México y Barbados que se lograron algunos acuerdos concretos, aunque pocos de ellos se han cumplido. Es válido preguntarse si basta con negociar sobre elecciones o sanciones. Los resultados del 28 de julio indican que no es suficiente.

¿Qué sigue en Venezuela?

En el corto plazo, la situación en Venezuela pareciera mantenerse bajo un statu quo inestable e incierto. No obstante, hay oportunidades. Para el chavismo, que aún conserva un capital político significativo, esta coyuntura representa una ocasión propicia de iniciar un proceso de redemocratización del país. Por su parte, la dirigencia opositora también puede avanzar hacia el reconocimiento de este sector, articulando un movimiento social amplio que refleje la diversidad sociopolítica nacional.

Cada ciclo de democratización trae nuevos retos políticos e institucionales. En el caso de Venezuela, el desafío radica en negociar mecanismos que permitan la existencia y participación de todos los actores políticos.

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